Ha pasado un año desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, el 24 de febrero de 2022. Los combates sin cuartel han continuado durante el último año, con el resultado de una pérdida masiva de vidas tanto de soldados como de civiles, la destrucción de infraestructuras vitales y la creación de una de las peores crisis de refugiados y alimentaria de la historia moderna.
De acuerdo con Naciones Unidas, Ucrania se encuentra entre los tres países con mayor número de periodistas muertos en 2022. El riesgo para el personal de la prensa persiste hoy y no solo por resultar heridos durante su cobertura: algunas pruebas indican que las tropas rusas los están convirtiendo deliberadamente en blanco de ataques.
Al mismo tiempo, numerosos medios independientes han sido bloqueados en Rusia, y su staff ha sido acosado y encarcelado, acusado de "espionaje" y "difusión de información deliberadamente falsa". El 15 de febrero de 2023, un tribunal condenó a la periodista Maria Ponomarenko a seis años de cárcel por "distribuir falsedades sobre el ejército ruso".
Ante el aumento de la censura, la imposibilidad de hablar libremente y las amenazas a su seguridad personal y la de sus seres queridos, muchos periodistas rusos han decidido emigrar. Esto ha llevado al traslado de publicaciones enteras al extranjero. Y los medios que quedan en Rusia se vuelven cada vez más partidarios de la guerra. El 22 de febrero de 2023, la Federación Internacional de Periodistas suspendió al Sindicato Ruso de Periodistas por su apoyo a la guerra.
Sin embargo, en este año difícil también se han visto ejemplos de coraje profesional y personal, apoyo mutuo, ayuda desinteresada, capacidad para sobrevivir y encontrar nuevas vías de desarrollo en circunstancias difíciles, e innovación. Varios medios rediseñaron su trabajo y encontraron nuevas formas y objetivos para trabajar en un entorno nuevo. Un ejemplo es el Foro de Medios de Comunicación de Lviv, que ha prestado asistencia permanente a las redacciones de los medios ucranianos y a periodistas individuales.
IJNet ha publicado artículos en varios idiomas sobre el trabajo de los periodistas y fixers ucranianos e internacionales durante la guerra (pueden encontrarse ejemplos aquí, aquí y aquí); los llamados de apoyo a los periodistas ucranianos; la cobertura de la crisis de refugiados; la situación del periodismo en Rusia; la seguridad de los periodistas; la censura y la emigración, la "fatiga" de guerra, y más.
En el aniversario de la invasión, hablamos con los autores y protagonistas de los artículos en ruso de IJNet y les preguntamos cómo se han visto afectados profesional y personalmente tanto ellos como sus organizaciones durante el último año.
El impacto de la guerra en el periodismo
Muchas de las personas con las que hablamos admitieron que, en los primeros meses de la guerra, les resultó muy difícil hacer frente física y psicológicamente a la situación. Más tarde, aprendieron a adaptarse y pudieron trabajar de nuevo.
A principios de año, IJNet en ruso organizó un seminario web en el que hablamos con Evgene Zaslavsky, director ejecutivo de Media Development Foundation, con sede en Kiev, y Andrii Bystrov, periodista IJNet del mes, cofundador de la School of Media y productor de video de Zaborona.com.
"El primer día de la guerra, el 24 de febrero, escribimos cartas a todos los medios ucranianos participantes en nuestro programa y les ofrecimos ayuda", explicó Zaslavsky. "Decidimos que no íbamos a ir a ninguna parte: ayudaríamos, y daríamos a los medios el dinero que tenemos para pagar necesidades básicas y la mudanza.
Evgeny Zaslavsky con el equipo de la Media Development Foundation que trabaja en Ucrania. Foto cortesía de Evgeny Zaslavsky.
"Antes de la guerra, nuestra organización trabajaba en el desarrollo de medios de comunicación, apoyándolos en su crecimiento y estrategia. A causa de la guerra, tuvimos que cambiar muchas cosas", continuó. "En todas las redacciones de los participantes en el programa surgió un vacío de gestión: algunos redactores se fueron de voluntarios, otros se alistaron en el ejército, ingresando en las Fuerzas Armadas de Ucrania. La estructura de las redacciones quedó gravemente dañada: en todas partes, a todos los niveles, no había personal suficiente: alguien se había ido, alguien había muerto. Además, el público empezó a emigrar muy rápidamente: independientemente de dónde estuvieran las redacciones, mucha gente iba y venía".
"Por eso, empezamos a estabilizar el trabajo de las redacciones. Les ayudamos a reescribir sus estrategias. También se necesita estrategia en condiciones de incertidumbre: en qué te vas a basar para elegir los temas, cómo vas a decidir de qué vas a hablar".
El equipo de Zaslavsky también compró cascos, chalecos antibalas y torniquetes para los periodistas. Otros métodos de apoyo incluyeron asistencia psicológica y ayuda para trasladar redacciones del este del país, especialmente de los territorios que están bajo ocupación rusa. Más de 70 periodistas y sus familias fueron reubicados y se les alquilaron apartamentos.
"Hay que apoyar y cultivar la necesidad del periodismo. Para mí, el periodismo no es menos importante que la defensa militar", dijo Zaslavsky.
"Apoyar a los medios locales independientes es sumamente importante porque lleva mucho tiempo crearlos. Si perdemos esta escuela por completo, nos va a llevar mucho tiempo restaurarla".
Andrii Bystrov, que vive y trabaja en Kiev, dijo que la invasión a gran escala ha "cambiado el periodismo ucraniano moderno".
"Muchos periodistas que antes cubrían política, cultura y noticias se convirtieron en corresponsales de guerra", explicó. "Tuve que aprender rápidamente a trabajar en primera línea, bajo el fuego. Las formaciones en línea de IJNet, así como las clases de medicina táctica del Fondo 24.02 me han ayudado mucho. Y, por supuesto, es un trabajo que pone en peligro la vida: cuarenta y tres periodistas en el territorio de Ucrania fueron asesinados por soldados rusos o murieron a consecuencia de bombardeos".
De acuerdo con la Federación Internacional de Periodistas, el año pasado murieron al menos 12 periodistas y otros trabajadores de los medios directamente en el ejercicio de su actividad profesional.
Andrei Bystrov
"El segundo aspecto es el frente informativo", dijo Bystrov. "En el último año, los medios ucranianos han sido capaces de formar conjuntamente su propio entorno informativo y resistir activamente a la propaganda del Kremlin".
Trabajar en una guerra
La periodista ucraniana Galyna Ostapovetss vive y trabaja en su país. "No es lo mismo vivir en medio de la guerra que trabajar en ella. Dos años de trabajo en el Donbass no se pueden comparar con que un día llegue la guerra a tu casa y no sepas en absoluto qué hacer", afirma.
"Nadie me enseñó a lidiar con esto en ninguna formación o curso. Tuve que aprender sobre la marcha, incluso con explosiones que venían de distintas direcciones. Fue muy difícil, pero creo que lo superé".
Galina Ostapovets en Sarny, región de Rivne, Ucrania occidental, abril de 2022. Foto cortesía.
Durante los primeros meses de la guerra, como muchos de sus colegas, Ostapovets recuerda haber trabajado colmada de adrenalina casi 24 horas al día, los siete días de la semana, con descansos solo para dormir y comer. La guerra también cambió los temas que cubría como periodista. "Antes del 24 de febrero, escribía sobre política, pero ya en marzo de 2022 tuve que averiguar los tipos de armas, misiles, tipos de tropas, averiguar qué es una ofensiva, una defensiva... cómo se ve todo en una situación real. Ahora escribo mucho sobre la guerra, incluso para publicaciones extranjeras", explicó.
Ira Hoiuk emigró a Polonia y ahora sigue colaborando con el Foro de Medios de Comunicación de Lviv desde el extranjero mientras estudia un máster.
Ira Goyuk trabaja en una cafetería de su distrito natal de Kiev en junio de 2022. Fotografía cortesía.
"Mi principal tarea después del 24 de febrero fue sobrevivir, así que tuve que enfocarme en lo más importante y poner en pausa el trabajo freelance", dice. "Profesionalmente, he aprendido a trabajar en condiciones de estrés grave y crónico. Solo después de ocho o nueve meses pude recuperar al menos cierto sentido de control sobre mi vida, y volví a escribir".
Reportear desde el exilio
La periodista bielorrusa Nasta Zakharevich cubrió las protestas en su país en 2020, tras las cuales se vio obligada a irse. Recibió asilo político en Letonia.
"Fue un año catastrófico para el periodismo bielorruso. Hasta el 24 de febrero de 2022, de alguna manera seguíamos siendo de interés para el mundo, pero tras la invasión rusa de Ucrania y la complicidad del régimen de Lukashenko, Bielorrusia se convirtió en un paria y pocos se interesan por nuestros presos políticos", dice. "Cada vez es más difícil convencer a las redacciones extranjeras para que publiquen material sobre la represión y la tortura en Bielorrusia".
"Nosotros, los periodistas en el exilio, perdemos cada vez más contacto con Bielorrusia, porque la represión allí va en aumento y las fuentes se niegan a hablar con nosotros, temiendo con razón las consecuencias", continúa. "Desde hace seis meses combino la asistencia voluntaria a los refugiados ucranianos en tránsito y a los refugiados en Riga con mi trabajo como periodista, y veo que el tema ucraniano, por desgracia, ya no despierta el interés de los lectores como al principio de la guerra".
El futuro del periodismo en Ucrania
La periodista ucraniana Olena Dub cuenta que la invasión del 24 de febrero hizo "irrelevantes" todas las entrevistas, proyectos y viajes previstos.
"Para los freelancers como yo, al principio no estaba claro qué hacer. Muchos se ofrecieron como voluntarios en el frente: difundieron información sobre Ucrania, los crímenes de guerra del ejército ruso, las víctimas, ayudaron a desmentir contenidos falsos, hicieron investigaciones y colaboraron con medios internacionales. Ahora todo esto se hace de forma más sistemática y eficaz", cuenta.
Elena Dub
Dub se fue a Polonia en marzo de 2022, donde permaneció hasta agosto. Luego se unió al equipo de ZMINA, que documenta los crímenes de guerra rusos, y ahora trabaja desde la ciudad de Lviv, en el oeste de Ucrania. "Como todo el mundo, vivo y trabajo en condiciones de frecuentes ataques con cohetes, bombardeos aéreos, apagones y una conexión a Internet a menudo débil", explica.
"Durante los dos primeros meses, parecía que el mercado se iba a parar, pero cuando pasó el susto, el trabajo de los periodistas se intensificó. Nos adaptamos con generadores, baterías, la red Starlink, cargadores portátiles, Zoom, Internet de fibra óptica y creatividad", dice Dub.
Un año después del comienzo de la guerra, sigue siendo importante llamar la atención sobre la situación en Ucrania y apoyar a los periodistas que trabajan allí y a los que se vieron obligados a emigrar de Rusia, Ucrania y Bielorrusia.
Imagen principal: dibujo de Banksy en la pared destruida de la sala de calderas de una guardería de Borodyanka, bombardeada durante la invasión rusa. Foto cortesía de Andrey Bystrov.
Este artículo fue originalmente publicado en IJNet en ruso.