Repensar el significado de la objetividad en el siglo XXI

Feb 10, 2022 en El ABC del periodista
Magnifying glass

Vivimos en un ecosistema periodístico en el que la personalidad se valora como nunca. Como profesionales de los medios, se espera cada vez más que mostremos nuestras reacciones y hagamos comentarios personales instantáneos cuando se produce una noticia.

En su artículo sobre lo que augura 2022, Julia Munslow de The Wall Street Journal, explicó que los consumidores de la Generación Z valoran la autenticidad. Es una de las razones por las que ese grupo demográfico más joven confía más en los influencers que en los periodistas tradicionales. Para muchos, la autenticidad significa opiniones más que informaciones basadas en hechos.

Las figuras de la derecha han explotado mejor que nadie este creciente énfasis puesto en la personalidad en el periodismo. Voces prominentes, muchas de las cuales desinforman, han conseguido más seguidores que la mayoría de los periodistas convencionales. Mientras tanto, otros han criticado con razón a los medios tradicionales por "escuchar las dos campanas" y no enfrentarse a la desinformación alimentada por la derecha.

Informar en nuestros días no tiene por qué significar dejar de lado la objetividad. Más bien, hay que replantearse qué significa exactamente y, quizás, centrarse más en la honestidad que en una noción ambigua de lo que puede suponer. Hablé con tres periodistas sobre su opinión acerca de la objetividad y cómo se desenvuelven en el actual panorama. 

Valorar los hechos

Hay que ofrecer una plataforma a los puntos de vista que construyen sus posiciones basándose en hechos. Tomemos el ejemplo de la crisis climática. La inmensa mayoría -el 99%- de los científicos y expertos están de acuerdo en que el cambio climático está ocurriendo, que los humanos están contribuyendo a él y que se trata de una amenaza existencial para el planeta. El 1% que argumenta en contra no se basa en hechos, pero a menudo se les da una plataforma igual para expresar sus afirmaciones sin fundamento. No tiene mucho sentido facilitar un debate, ya que normaliza información engañosa.

"Estamos en condiciones de decir que no hay dos bandos. En cuanto al cambio climático, no hay dos bandos; en cuanto a la democracia, no hay dos bandos; en cuanto al racismo, no hay dos bandos", dijo  Ali Velshi, presentador de MSNBC, quien también ha trabajado en CNN y Al Jazeera.

Peter Sterne, director de New York Focus y fundador de U.S. Press Freedom Tracker, opina de manera similar. "El trabajo de un periodista no es ser aceptado, sino presentar los hechos. Si alguien dice 'no nos gustan estos hechos y no los vamos a creer', entonces tendrás alguien que también puede decir 'no me gustan estos hechos, pero son lo que son'", dijo Sterne.

El consenso entre los periodistas con los que hablé es que los reporteros deben presentar los hechos, e incorporar voces que no suelen aparecer en el mainstream, en lugar impulsar a quienes hacen afirmaciones sin base alguna en la realidad. "Creo que el trabajo de un periodista es ayudar a quienes sufren, lo que significa visibilizar a quienes son relativamente impotentes en la sociedad y a quienes no se les respetan sus preocupaciones", añadió Sterne.

Plataforma vs. empatía

En el actual panorama hiperpartidista es fácil clausurar el diálogo. El desafío de los periodistas es, en primer lugar, explorar los sistemas en juego que radicalizan y hacen que la gente caiga en teorías conspirativas absurdas o abrace ideologías de odio. Estos problemas provienen de una vulnerabilidad muy real. Ignorar la causa fundamental no hace justicia a nadie.

Sin embargo, hay una diferencia entre escuchar a las personas que apoyan ideologías y acciones perjudiciales y darles una plataforma que permita su difusión.

"¿Qué diferencia hay entre escuchar a las personas con el fin de empatizar con ellas y posiblemente incluso validarlas, y darles una plataforma? Creo que hay distinciones. Hay personas con las que hay que tener mucho cuidado a la hora de darles esta plataforma porque son proveedores profesionales de desinformación", dijo Velshi, señalando voces como la del exfuncionario de la Administración Trump Peter Navarro, que ha difundido activamente información falsas en las principales redes de noticias y publicaciones.

Lenguaje directo

El periodismo basado en hechos podría aprender una lección del periodismo de opinión: un lenguaje inequívocamente claro. Si una política es racista, llámala racista. Si una declaración es falsa, llámala mentira. El lenguaje pasivo resta importancia a la posible gravedad de un asunto.

El periodismo debe estar siempre del lado de los hechos. Si una de las partes de la conversación opta por no aceptarlo, los periodistas no deberían concederle una plataforma igual.

Molly Jong-Fast es columnista de opinión en The Atlantic, conocida por tener visiones bastante francas y de tendencia liberal. Aunque su posición es partidista, su enfoque directo es algo de lo que todos los periodistas pueden aprender.

"No se puede ser apartidista cuando se trata de la democracia, así que ahí es donde hay un problema. Además, ¿cómo es la prensa libre en una autocracia? Nadie lo sabe", dijo Jong-Fast.

Reconoció que existe una delgada línea entre ser tan directo y parecer condescendiente y, por tanto, tendencioso. "Ciertamente hace que la gente piense que no eres imparcial, y creo que a veces es cierto, y muchas veces no".

Al fin y al cabo, el trabajo de un periodista es pedir cuentas a personas e instituciones, con hechos y honestidad.


Foto de Markus Winkler en Unsplash.