Medios que no pagan: una práctica habitual en Malawi

Jun 8, 2022 en Temas especializados
Chiradzulu Mountain located in Malawi

Cuando a Blessings Kadewere, de 28 años, le ofrecieron unas pasantías al salir de la escuela de periodismo, se alegró de saber que su sueño de la infancia de trabajar en un medio se hacía realidad. El hecho de que su familia no pudiera permitirse costear estudios hizo que el camino de Kadewere para conseguir su diploma fuera complicado. Por eso recurrió a la docencia a tiempo parcial, y al cabo de unos años pudo utilizar sus ingresos para matricularse en un programa de formación.

Para Kadewere, que vive en Malawi, el futuro parecía prometedor. "Empecé a colaborar con diferentes medios de comunicación, tanto electrónicos como impresos, cuando aún estaba en la escuela y el editor me dijo que mi trabajo era excepcional. Eso me dio la esperanza de que no tendría problemas para conseguir un trabajo más adelante", cuenta.

Poco después de terminar sus estudios, el editor de una de las emisoras de radio en las que Kadewere había colaborado le ofreció lo que inicialmente parecía una oportunidad prometedora. Le dijeron que estaban impresionados con su servicio y que habían decidido contratarlo, aunque con un acuerdo condicional que no incluía remuneración. 

A pesar de trabajar duro y producir varias historias destacadas durante ocho meses, Kadewere seguía sin cobrar por su trabajo.

"Me dijeron que me iban a contratar después de tres meses. Les pregunté cómo iba a sobrevivir en esos tres meses. Me dijeron que iba a recibir prestaciones y, como era mi primer mes, acepté", cuenta.  

"Más adelante les pregunté si lo que estaban haciendo era legal y formaba parte de las condiciones que habíamos acordado. Dijeron que no había contrato. Incluso me desafiaron y me dijeron que podía ir a cualquier lugar o incluso demandarlos y no pasaría nada".

La historia de Kadewere no es un caso aislado. Una combinación de marcos laborales débiles, empresas en dificultades y una cultura de explotación, ha puesto a los periodistas, especialmente a los jóvenes, conocidos como "reporteros cachorros", a merced de medios que no les pagan. Es una práctica que se refleja en toda el África subsahariana.

Jimmy Kainja, profesor de medios, comunicación y estudios culturales en el Chancellor College de la Universidad de Malawi, explica que las pasantías excesivamente prolongadas son comunes en el país y no necesariamente exclusivas del sector de los medios de comunicación. "Los medios son fundamentales para los temas de gobernanza y las decisiones que la gente toma a diario", dice Kainja. "Ahora, cuando empiezas a mirar en la industria, empiezas a entender que tiene un gran problema". La falta de paga no es solo una cuestión moral o de derechos de los empleados: también contribuye a la práctica actual del soborno, o del llamado "periodismo de sobre marrón" en la región.

"No puedes pagar el alquiler, no puedes comprar comida, las posibilidades de ser sobornado son muy altas y puedes acabar con un trabajo que no es independiente, sino más bien un reportaje de relaciones públicas", afirma.

Kainja conoce a periodistas que llevan más de cinco años de pasantías. Señala que, aunque los medios atraviesan dificultades con la llegada de las redes sociales y la disminución de los ingresos por publicidad, sindicatos como el de Periodistas de Malawi (JUMA) deben intervenir para proteger a los reporteros.

"Son periodistas y se espera que alimenten a sus familias, que vayan a trabajar y que lleven una vida normal como si estuvieran ganando dinero, pero no es así. Eso, básicamente, trae problemas en cuanto a la calidad del trabajo y en cuanto al contenido que se pone", añade.

La práctica también ha provocado que prometedores profesionales abandonen el oficio para dedicarse a otras actividades que les permitan mantenerse. Efrida Nkhunga, de 27 años, diplomada en periodismo, calificó de dura su estancia como becaria en una emisora de radio durante más de dos años. En ese periodo, su supervivencia dependía de los subsidios que recibía cuando la invitaban a talleres. Ahora, Nkhunga es profesora de primaria y puede mantener a su familia como no podía hacerlo con su profesión, aunque sigue teniendo ambiciones periodísticas.

"No nos daban ningún estipendio, aunque yo trabajaba muy duro", cuenta, y añade que incluso ir a los talleres era difícil, ya que todos los reporteros luchaban por ser seleccionados por sus redacciones para asistir.

JUMA, que se creó en 2006 "para promover el bienestar de los periodistas mediante la defensa de sus derechos", no ha conseguido generar cambios entre los empresarios. De acuerdo con Charles Mkula, secretario general, la financiación es uno de los principales problemas, al igual que una cultura del miedo en la que los empleados no están dispuestos a ir contra sus empleadores.

"Piensan que si los empleadores saben que están comprometidos con el sindicato, podrían ser despedidos, aunque las leyes son claras en cuanto a que el sindicalismo forma parte de la democracia y está en la Constitución", dice.

JUMA ha colaborado con instituciones de formación para dotar a los futuros periodistas de conocimientos sobre el sector, con el fin de que puedan defender sus derechos laborales. "Se supone que los periodistas deben estar equipados desde las instituciones de formación para entender cómo funciona la industria, aparte de la parte informativa", detalla Mkula.

A pesar de las frustraciones, numerosos jóvenes reporteros siguen diciendo que les apasiona la industria de los medios y que, si se les diera una oportunidad y condiciones de empleo adecuadas, volverían con gusto. Sin embargo, para que eso ocurra, es necesario un cambio de cultura que considere a los reporteros novatos como parte integrante de la redacción, y no como recursos prescindibles.


Foto de Godfrey Phiri.