En agosto pasado, el periodista Alfred Olufemi viajó para escribir sobre el estado de Plateau, en el centro de Nigeria, que ha sido un foco de conflicto en los últimos años.
La violencia entre los pastores nómadas musulmanes Fulani y los agricultores cristianos del lugar se ha cobrado más vidas que la insurgencia yihadista de Boko Haram en el noreste del país y la actividad de las bandas en el noroeste. La violencia perturba las comunidades rurales y amenaza la estabilidad del país.
La semana que regresó a casa desde Plateau, Olufemi se apartó de su vida social rutinaria mientras intentaba quitarse de la cabeza las historias de dolor e impotencia de las víctimas. "Me retraje de mis actividades después de visitar Jos. Supongo que fue el resultado de mis interacciones con las víctimas. Tuve que tomarme algunos días de descanso. En algunas ocasiones, puede ser resultado del burnout".
Tratar la salud mental está fuera del alcance del nigeriano medio, lo mismo que para los periodistas como Olufemi. Uno de cada cuatro nigerianos —unas 50 millones de personas— padece una enfermedad mental. Sin embargo, solo hay ocho hospitales psiquiátricos en el país. Muchos ciudadanos, además, no pueden permitirse ayuda cuando la necesitan, así que encuentran otras formas de afrontar el problema.
"Como era algo que podía manejar, solo consulté con amigos y volví a mi estado mental normal. Al fin y al cabo, buscar terapia cuesta dinero y no puedo permitírmelo", dice Olufemi.
Su caso no es único. Numerosos periodistas están expuestos a condiciones de trabajo traumáticas y padecen ansiedad, depresión, agotamiento y trastorno de estrés postraumático (TEPT), como consecuencia de ello. La pandemia no ha hecho más que agravar esta situación. Un estudio publicado por el Centro Internacional para Periodistas y el Tow Center for Digital Journalism de la Universidad de Columbia mostró que el 70% de los 1.406 encuestados, en 125 países —incluida Nigeria— "calificaron los impactos psicológicos y emocionales de la crisis del COVID-19 como el aspecto más difícil de su trabajo".
Las redacciones nigerianas tampoco dan prioridad a la salud mental de sus trabajadores, señala Olufemi. "Nigeria es un paraíso de sucesos traumatizantes, y hace falta tener un corazón fuerte para sobrevivir. Los empleadores deberían buscar formas de incorporar sesiones de terapia en el horario laboral, aunque sea solo una vez al mes".
Abordando el problema
El Centro de Periodismo, Innovación y Desarrollo (CJID), en colaboración con Free Press Unlimited (FPU), puso en marcha sesiones de psicoterapia en el marco de su programa "No News Is Bad News" en Nigeria y Ghana, con el fin de ayudar a los periodistas y trabajadores de los medios expuestos a acontecimientos traumáticos.
"Queremos promover una mejor salud mental y atención entre los periodistas. La naturaleza del entorno profesional en el que deben dar la noticia, adelantarse a los acontecimientos y mantener interesados a los lectores puede fomentar la ansiedad y provocar una serie de problemas psicológicos", afirma Stephanie Adams, responsable de programas del CJID. "La exposición constante a traumas y contenidos perturbadores —fotos y videos— con los que se encuentran al cubrir violencia, tragedias, catástrofes naturales, crímenes y asesinatos ponen a los periodistas en mayor riesgo de desarrollar problemas mentales como el TEPT".
En 2019, el CJID asesoró sobre bienestar mental a varios periodistas en un centro de salud psiquiátrico de Abuja (Nigeria). La primera sesión se focalizó en el control de la ira y el desarrollo de habilidades de afrontamiento al lidiar con situaciones estresantes. Hasta la fecha, el CJID ha organizado sesiones de terapia grupal e individual para más de 100 reporteros y trabajadores de los medios de comunicación en toda Nigeria y Ghana.
"Periodistas y profesionales de medios tradicionales y digitales se han beneficiado de este servicio. Su bienestar debería ser una de las principales preocupaciones de todos los propietarios de medios", dijo Adams.
Iniciativas como esta, además, contribuyen a optimizar la productividad de los reporteros, de acuerdo con Kunle Adebajo, editor de investigación de HumAngle. "Los periodistas suelen bromear con que no tienen fines de semana ni feriados", dice. "El trabajo puede ser muy exigente porque las noticias no dicen cuándo van a llegar, y siempre que llegan hay que atenderlas. También hay periodistas que cubren temas difíciles; informar desde zonas de conflicto puede tener su propia carga y es algo difícil de afrontar".
Las redacciones deben comprender de qué manera las exigencias de la profesión afectan al bienestar mental de sus empleados, añade Adebajo. "Tienen que ser generosas y flexibles para que la gente pueda tomarse descansos y buscar ayuda profesional. Esto permitirá a las redacciones estar a la altura de las circunstancias cuando los periodistas no rindan por motivos psicológicos y emocionales".
Desafíos y planes a futuro
Uno de los grandes desafíos del CJID es convencer a los trabajadores de los medios de que acudan a psicólogos.
"Los periodistas están siempre ocupados y rara vez encuentran tiempo para sesiones. Todos sabemos que se preocupan de cualquier otra cosa y persona, menos de ellos mismos y de su salud mental", dice Adams.
El CJID tiene previsto ampliar sus servicios a otros países de África Occidental, como Gambia, Sierra Leona y Liberia.
"Estamos dando a conocer los servicios disponibles y ampliándolos a los otros cuatro países en los que operamos. Aunque hemos contratado a periodistas de los países vecinos de forma virtual, esperamos tener intervenciones cara a cara", explica Adams, añadiendo que el CJID también está animando a las redacciones a invertir en programas que ofrezcan apoyo psicosocial a sus empleados.
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