Lo primero que hice como periodista residente del Instituto Max Planck de Historia de la Ciencia (MPIWG) fue imprimir un meme para colgarlo en la puerta de mi oficina. Muestra a un pingüino que se acerca a un grupo de investigadores con la siguiente descripción: "Hola, sí, me gustaría hacer ciencia, por favor". La curiosidad y el entusiasmo de este adorable aunque ligeramente inepto forastero resonaban en cómo me sentía al principio de la residencia.
El MPIWG recibe periodistas cada año desde 2013 para pasar unos meses en el instituto y trabajar en un tema concreto en torno a la historia de la ciencia. En mi caso, analicé cómo se ha definido lo que es "normal" en la salud y la medicina. El programa está estructurado para centrarse en la interacción y la comprensión, más que en la producción directa de artículos, un cambio bienvenido de la norma diaria para la mayoría de los periodistas.
A continuación, lo que aprendí siendo el proverbial pingüino entre historiadores de la ciencia, con lecciones que otros periodistas pueden incorporar cuando trabajen con científicos.
No asumas que los científicos saben contar historias
Los periodistas suelen estar tan metidos en su trabajo que olvidan que su forma de pensar y conceptualizar los temas no es una habilidad ni un instinto con el que todo el mundo cuente.
Durante mi beca, pasé mucho tiempo explicando a los científicos qué es exactamente lo que hace que un tema sea interesante para un público más amplio, no académico. La mayoría de los investigadores de nivel de doctorado han pasado años enterrados en el nicho de su contenido. Los periodistas tienen que adentrarse en las profundidades de sus conocimientos y procesos académicos para poder traducirlos y transmitirlos bien a las audiencias.
Por ejemplo, Jesse Olszynko-Gryn, historiador de la salud reproductiva y director del laboratorio de historia oral del MPIWG, compartió conmigo varios estudios de caso interesantes de su trabajo en curso sobre defectos congénitos. Para ofrecerlo y que lo aceptara una publicación importante (aunque todavía no se ha publicado), tuve que encontrar un punto de vista actual y localmente relevante que diera vida a la historia para el gran público.
Trabajar con periodistas, explicó Olszynko-Gryn, es vital para que historiadores como él amplíen el alcance de sus conversaciones fuera del ámbito académico. "El resultado es que la gente aprende más sobre lo que hacemos y por qué es importante. Estas actividades retroalimentan el proceso de investigación de formas inesperadas, y nos desafían a comunicarnos más eficazmente dentro y fuera de nuestras especialidades", afirmó.
A veces, tú tampoco sabes
"¡Elna, te acabas de perder la mejor conferencia! No vas a creer lo que están haciendo con escamas de pescado...". Más de una vez un colega me dio noticias como esta sobre una sesión cautivadora a la que no había ido.
Así como los científicos no siempre saben qué investigación es la adecuada para un buen artículo, los periodistas tampoco pueden siempre contar una gran historia a partir de las primeras impresiones sobre un tema. Lejos de la presión de publicar lo que vende, tuve la oportunidad de replantearme qué tipo de historias quiero contar realmente. Pasé horas en la biblioteca, buscando pepitas de oro ocultas que pudieran hacer o informar una historia, y escuchando conversaciones entre investigadores. La mayoría de las veces, encontraba el material realmente bueno en una conversación espontánea durante el almuerzo o en las notas a pie de página de un artículo. Había que tener paciencia y prestar atención a cómo pensaban los demás.
Por ejemplo, la subdirectora de Comunicación del MPIWG, Stephanie Hood, me dijo que suelen recibir solicitudes periodísticas relacionadas con biografías de figuras científicas históricas. Y que le gustaría que más periodistas reconocieran que los conocimientos de los investigadores son relevantes para temas de actualidad.
"Lo realmente fascinante de nuestras investigaciones es que muchas de ellas cuestionan las ideas normativas que tenemos sobre ciencia, tecnología y medicina, tanto en la historia como en la actualidad, desde una perspectiva social, política y filosófica", afirmó.
Tómate el tiempo para ponerte en sintonía
En el espacio entre lo que interesa a los investigadores y lo que pueden tomar los periodistas es preciso ponerse de acuerdo.
"Los periodistas me han dicho que a veces temen a los investigadores, y muchos de mis investigadores me han dicho que temen a los periodistas", explicó Hood. "Crear confianza y esas conexiones para nuestros investigadores y nuestro equipo de Comunicación es realmente importante".
Dedicar tiempo a hablar de las presunciones que podrían tener los investigadores y explicarles el proceso de redacción y las opciones de publicación puede ayudarlos a sentirse lo suficientemente cómodos como para compartir una historia contigo. Un investigador decidió dejarme publicar un artículo sobre su trabajo, incluso en contra de las advertencias de algunos de sus compañeros y superiores, porque había aprendido a confiar en mí.
Aplica lo mismo en la redacción
Por supuesto, para la mayoría de los periodistas es un lujo disponer de tiempo para investigar y exponer tan extensamente como yo lo hice en el MPIWG, teniendo en cuenta la presión editorial y el incansable ciclo de noticias. Aun así, creo que todos los periodistas pueden incorporar algunas de estas ideas a su trabajo diario.
Incluso en medio de un ajetreado proceso de entrevistas, por ejemplo, los periodistas pueden ocuparse de que los expertos estén bien informados sobre lo que pueden esperar del proceso periodístico. Pueden incluso disipar algunos de sus temores y convertirlos en fuentes más sólidas. De igual modo, los periodistas pueden beneficiarse de no dar por sentado que saben cómo funcionan las cosas.
Siempre existe espacio para conectar con ideas que no estén directamente vinculadas a la historia en la que estamos trabajando, pero que podrían tener un interés más amplio. Los periodistas deben preguntarse si están realmente dialogando con las personas sobre lo que les apasiona y explorando nuevas ideas, o si simplemente están cumpliendo con las tareas asignadas.
En esta experiencia me sentí como el pingüino del meme, una extraña fuera de lugar. Al final, sin embargo, la beca me recordó que nuestra curiosidad y voluntad de entender algo a una ligera distancia es exactamente nuestra fuerza como periodistas.
Foto de Diane Serik on Unsplash.