Una noche, en su casa de Indonesia, Pak Yana recibe una videollamada de su hija, quien le pide que se coloque la vacuna de refuerzo contra el COVID-19 para poder visitarlo cuando naciera su hijo. Irritado y escéptico, Pak Yana entrega el teléfono a su esposa, Bu Iroh, a cambio del control remoto de la TV.
Bu Iroh está decidida a ver a su nieto y a conseguir que su marido deje de creer en cada mensaje que le llega por WhatsApp en lugar de confiar en información seria. Vestida con una gabardina roja y una gorra, y con una lupa gigante en la mano, lleva a su marido por la ciudad escuchando los conceptos falsos de la gente sobre la vacuna y desmintiéndolos.
Esta historia, extraída de un video estilo sitcom de 22 minutos publicado en YouTube, es una de las herramientas que Mafindo (acrónimo de "Sociedad Indonesia contra la Difamación") utiliza para combatir la información falsa y aumentar la alfabetización mediática en el país, la tercera mayor democracia del mundo.
Mafindo cuenta con un equipo básico de nueve personas y miles de voluntarios en toda Indonesia que ayudan a impartir formaciones, verificar hechos y conectar a más ciudadanos con el trabajo de la organización.
Mafindo ofrece numerosos recursos pensados para ser amenos, cercanos y llegar a la gente allí donde se encuentra. Su grupo de Facebook cuenta con 98.000 miembros; en TurnBackHoax.id, Mafindo mantiene un archivo de toda la desinformación desmentida de ese grupo. También organizan cursos de formación sobre los peligros reales de la desinformación electoral y la incitación pública. Han creado además un chatbot de WhatsApp para verificar información dudosa y una aplicación para desmentir engaños. Es un de fact-checking de Facebook y recibió financiamiento de la Google News Initiative para desarrollar un programa de alfabetización mediática.
El entorno mediático de Indonesia es complicado. Si bien los medios independientes tienen libertad técnica para operar, las leyes sobre difamación y calumnias son vagas, lo que pone en riesgo tanto a periodistas como a ciudadanos desinformados. En 2022, el parlamento de Indonesia aprobó una ley que prohíbe "insultar" a las instituciones estatales, "regula el delito penal de difundir noticias o notificaciones falsas" y también los "actos criminales contra cualquier persona que transmita noticias inciertas, exageradas o incompletas". Naciones Unidas ha advertido que la ley podría suprimir la libertad de expresión y silenciar la disidencia, y Human Rights Watch la llamó "un desastre sin paliativos para los derechos humanos en Indonesia".
En 2022, el 68% de los indonesios dijo que se informaba principalmente a través de noticias de las redes sociales, y solo el 39% dijo que confía en los medios de comunicación en general. En las elecciones presidenciales de 2019, casi la mitad de la información falsa compartida sobre los candidatos se originó en Facebook, de acuerdo con la BBC.
Estas leyes hacen que las chances de ser acusado por compartir información errónea, incluso accidentalmente, sean increíblemente altas. De hecho, en 2019 Mafindo organizó varios talleres de verificación para amas de casa indonesias después de que algunas mujeres fueran arrestadas por compartir información falsa. Estas leyes tampoco abordan los problemas de raíz, incluyendo los algoritmos que impulsan el contenido falso porque es atractivo, explica Harry Sufehmi, fundador de Mafindo. En su lugar, castigan a quienes no son expertos digitales.
La mayoría de los "distribuidores desinformación no son delincuentes", afirma Sufehmi en un correo electrónico. "En realidad son víctimas. No hay que encarcelarlos, sino ayudarlos y hacer un mayor esfuerzo por educar al público. Hay que apuntar a los actores del engaño, especialmente a sus patrocinadores. Hay que seguir el dinero".
Por eso Mafindo pone el foco en los ciudadanos. Uno de los principios fundamentales del grupo es que la difusión de información falsa es un problema social, no algo que pueda solucionar un gobierno "desde arriba". En un evento de la Organización Mundial de la Salud celebrado en 2021, Santi Indra Astuti, miembro de la junta directiva de Mafindo, explicó que, para la organización, las soluciones a la desinformación deben "evitar la intervención gubernamental en la medida de lo posible". En este sentido, Mafindo se ha asociado con el grupo de trabajo COVID-19 del gobierno indonesio en iniciativas de verificación, pero no acepta financiación gubernamental.
Mafindo nació de un grupo de Facebook sobre desinformación que Sufehmi creó en 2014 tras ver a familiares y amigos pelear a causa de la desinformación electoral. El grupo, cuyo nombre se traduce como Foro contra la Difamación, la Incitación y los Bulos, creció en decenas de miles de miembros en sus dos primeros años, lo que llevó a Sufehmi a fundar Mafindo como organización de base en 2016.
Tras ocho años de trabajo, Mafindo encarará las próximas elecciones presidenciales de 2024 centrándose también en el pre-bunking, es decir, en animar a los usuarios a pensar de forma crítica sobre la información que reciben y consumen, especialmente antes de compartirla.
"Con el debunking es como si la casa ya estuviera ardiendo y nosotros nos encargáramos de apagar el fuego", explica Sufehmi. "Pero con el pre-bunking, esperamos poder prevenir los incendios".
El objetivo de Mafindo es ser justo, neutral y empático en su trabajo y con su comunidad, siguiendo su código de ética. Ese principio se reforzó en 2020, al comienzo de la pandemia de COVID-19. Durante ese tiempo, cuenta Astuti, Mafindo se equipó con marcos y herramientas para desacreditar desinformación, pero esto no fue suficiente.
"La gente no quería escucharnos cuando les advertíamos sobre tal o cual información falsa", dice Astuti. En su lugar, los representantes de Mafindo trabajaron con las comunidades para ayudar a cubrir sus necesidades más inmediatas.
"Unimos fuerzas para recoger donativos, alimentos, medicinas y cualquier cosa que pudiera ayudarles y hacerles sufrir menos", recuerda Astuti. "Durante estas actividades, de repente aparecían ventanas de oportunidad para hablar sobre la desinformación. Era durante una conversación casual en un entorno informal. Ahí sí nos escuchaban".
Trabajar con comunidades en crisis para solucionar sus necesidades más inmediatas ha generado confianza en el resto del trabajo de Mafindo. La gente necesita suministros básicos antes que fact-checking. "Si no nos sumergirnos en la vida cotidiana, creo que perderemos oportunidades de escuchar y empatizar con las emociones de la gente, sus percepciones y el porqué de tales percepciones".
Este artículo fue publicado originalmente en Nieman Lab y es reproducido en IJNet con permiso.
Fotografía de Anggit Rizkianto en Unsplash.