En México, las redes sociales no son las grandes impulsoras de desinformación política que se cree, de acuerdo con un nuevo estudio publicado en el International Journal of Press/Politics.
Los investigadores Sebastián Valenzuela, Carlos Muñiz y Marcelo Santos no encontraron "ninguna correlación significativa entre el uso de Facebook, Twitter, YouTube, Instagram o WhatsApp como fuente de noticias y la creencia en la desinformación política".
Los autores llevaron adelante el estudio en dos fases durante las elecciones intermedias de México en 2021. La primera fase contó con 1.750 encuestados, 596 de los cuales fueron reentrevistados en la segunda fase.
En la primera etapa, los investigadores presentaron a los encuestados cuatro afirmaciones falsas que habían circulado durante la temporada electoral, y luego otras tres en la segunda etapa. Se pidió a los encuestados que indicaran su nivel de apoyo a cada afirmación en una escala de 1 (nada) a 5 (completamente).
Con el objetivo de entender cómo la gente utiliza las redes sociales para informarse, los investigadores midieron la frecuencia con la que durante una semana los encuestados utilizaron Facebook, YouTube, Instagram y WhatsApp para obtener noticias nacionales. También analizaron tres variables de control: "uso de medios tradicionales y discusión política; interés político, eficacia, aprobación presidencial e ideología; y conocimiento político, elaboración de noticias, alfabetización informativa y habilidades digitales".
El estudio quiso responder una pregunta muy básica: "¿qué tan expuestos están los mexicanos a la desinformación en las redes sociales?" Y "¿qué tan persuadidos están por la desinformación a la que están expuestos en las redes sociales en términos de creencias políticas?". "Nuestro hallazgo es que no hay relación", dijo Valenzuela. "Eso significa que utilizar más o menos plataformas sociales para saber sobre las elecciones no tuvo relación alguna con el grado de desinformación. En cierto modo, eso va en contra de la narrativa popular de que la desinformación es algo que se crea en las redes y que estas son las grandes culpables".
Sin embargo, esto no significa que la desinformación no sea un problema en México, dijo Valenzuela. Si bien los investigadores no encontraron una relación directa entre el uso de las redes y la desinformación, sí descubrieron que las personas que participan con más frecuencia en discusiones políticas —en particular en conversaciones cara a cara— estaban más desinformadas que las que participaban con menos frecuencia en discusiones políticas.
"¿Qué es lo que hace que al hablar la gente sea más inexacta en sus creencias y en sus valoraciones?", se preguntó Valenzuela. "Eso va en contra de la idea de que la conversación es el alma de la democracia; de que la deliberación informal hace a la gente más ilustrada. Lo que encontramos fue lo contrario".
México ofrece un terreno fértil para este estudio, explican los investigadores en el informe:
En México, las campañas de desinformación en línea se despliegan regularmente durante las elecciones desde al menos 2012. Los candidatos han utilizado bots y trolls pagos para difundir encuestas inventadas e impulsar la posición de un candidato (Armstrong 2018). El esfuerzo por agrupar a más de ochenta organizaciones de distinta naturaleza para hacer frente a la desinformación durante las elecciones presidenciales de 2018 no es más que un síntoma de la magnitud del problema Solo ese año, el 43% de los usuarios digitales de México reportaron estar expuestos a desinformación, en comparación con el 31% en Estados Unidos y el 15% en el Reino Unido.
Los investigadores han documentado otros mecanismos mediante los cuales se difunde desinformación política en las redes sociales de México. Existe el "hackeo de la atención", como la amplificación del apoyo a iniciativas gubernamentales polémicas por parte de redes de bots y campañas políticas que crean un falso universo de seguidores fantasmas, trolls y bots a favor de uno u otro candidato. Durante las elecciones de 2018, las batallas de bots a favor y en contra del candidato ganador Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ahogaron las conversaciones publicando ataques, rumores y afirmaciones sin fundamento a un ritmo de más de mil tuits por hora. También es común observar la llamada represión algorítmica (es decir, el sabotaje de los trending hashtags disidentes en Twitter como #YaMeCanse, que obliga a los activistas a desplegar contra-tácticas como el cambio de hashtags (por ejemplo, #YaMeCanse2, #YaMeCanse3). Entre otros problemas, estas tácticas crean confusión pública.
México también ha experimentado un fuerte descenso en la confianza hacia los medios de comunicación, lo que puede dificultar que los periodistas contrarresten eficazmente la desinformación. Entre 2017 y 2021, la confianza en los medios cayó 12 puntos porcentuales hasta el 37%. Si bien los medios tradicionales, como el duopolio TV Azteca-Televisa News, siguen siendo los más populares, tienen menos confianza que los medios internacionales y los nuevos medios nativos digitales. Esto también puede deberse al sistema de medios liberales "capturados" de México, en el que los medios de comunicación privados están estrechamente alineados con las élites políticas y económicas, y la radiodifusión de servicio público desempeña un papel menor. Así, el país puede tener una capacidad limitada para contrarrestar la desinformación.
El estudio también reveló que los mexicanos que tenían más habilidades digitales (como buscar noticias, usar redes sociales y compartir contenido) tienden a estar más desinformados que las personas con menos habilidades.
"Exponerse con más frecuencia a información falsa podría ser una especie de consecuencia no deseada de tener más habilidades digitales", dijo Valenzuela.
Para los autores, estos resultados pueden significar varias cosas. En primer lugar y de acuerdo con Valenzuela, las plataformas sociales siguen siendo poderosas herramientas que los periodistas y las empresas de comunicación pueden utilizar para comunicar información objetiva.
Valenzuela también dijo que la gran brecha socioeconómica de México deja mucho espacio para las brechas de alfabetización digital e informativa. El hecho de que la gente esté en línea no significa que sepa cómo navegar por el ecosistema de los medios de comunicación. Los medios, dijo, deben invertir no solo en entender lo que los consumidores de noticias quieren, sino también en la comprensión de cuáles son sus capacidades de alfabetización informativa.
"Si inviertes en intentar salvar esa brecha... tienes más probabilidades de llegar a más gente y de mantener o incluso aumentar el número de personas que prestan atención a tu trabajo".
Accede al estudio aquí.
Este artículo fue publicado originalmente por Nieman Lab y es reproducido en IJNet con permiso.
Foto de Sara Kurfeß en Unsplash.