Este artículo incluye contenido gráfico que ilustra la gravedad de la violencia en línea contra las mujeres, incluidas referencias a violencia sexual e insultos sexistas. Este contenido no se incluye gratuitamente; es esencial para permitir el análisis de los tipos, métodos y patrones de los ataques contra las periodistas sudafricanas del Daily Maverick.
En vísperas de las elecciones presidenciales sudafricanas, una nueva investigación del ICFJ, en colaboración con la Universidad de Sheffield, detalla de qué manera los ataques en línea contra mujeres periodistas en el país se perpetran de manera rutinaria y con impunidad.
Impregnados de misoginia, racismo, homofobia y otras formas de discriminación, estas agresiones buscan marginar a las periodistas y silenciar su trabajo. Mientras tanto, las autoridades policiales y las grandes empresas tecnológicas en las que se produce la violencia apenas ofrecen recursos, y son muy pocas las redacciones que brindan apoyo de salud mental a las víctimas.
Infligidas por actores políticos populistas y sus seguidores, medios cooptados, grupos antivacunas y otros, las agresiones tienden a recrudecerse tras la publicación de coberturas críticas, y a aumentar durante los procesos electorales.
"Cualquier periodista sudafricana que publique un trabajo de investigación sobre, por ejemplo, la corrupción estatal o las acciones del partido político populista Economic Freedom Fighters (EFF) y sus líderes, se convierte en un objetivo potencial de la violencia en línea", escriben las autoras del informe Julie Posetti, vicepresidenta adjunta y directora global de investigación de ICFJ, Julie Reid, profesora de la Universidad de Sudáfrica, Nabeelah Shabbir, subdirectora de investigación de ICFJ, y Diana Maynard, investigadora sénior de la Universidad de Sheffield.
En momentos en que aumentan los niveles de violencia de género en Sudáfrica y los asesinatos de denunciantes e investigadores, "el potencial de que la violencia en línea se traduzca en violencia física es alto", advierten las investigadoras.
Junto con sus socios del laboratorio forense digital The Nerve, las autoras analizaron más de 180.000 tuits relacionados con su caso principal, Ferial Haffajee, exredactora jefe de los periódicos sudafricanos Mail & Guardian y City Press, y actualmente periodista y editora asociada de la redacción Daily Maverick. La experiencia de Haffajee como blanco de la violencia en línea se considera "emblemática a nivel nacional", señala el informe.
Las investigadoras también examinaron más de 90.000 tuits relacionados con Pauli van Wyk, y evaluaron cualitativamente los abusos dirigidos a Rebecca Davis, ambas periodistas del Daily Maverick.
El informe es el último de una serie de estudios de casos basados en macrodatos que demuestran patrones alarmantes de violencia en línea con consecuencias fuera de línea para mujeres periodistas en todo el mundo.
Alcance de la violencia
X (antes Twitter) es la red social principal en la que se perpetran ataques en línea en Sudáfrica, explican las autoras. La violencia también se propaga en WhatsApp, Facebook y Telegram.
De los mensajes analizados, más de la mitad dirigidos a Haffajee (60%) y van Wyk (54%) eran de carácter personal; algo menos de la mitad buscaban desacreditarlas profesionalmente (40% y 46%, respectivamente).
Aproximadamente uno de cada cinco tuits dirigidos a las periodistas era "sexista, misógino o sexualizado". En general, los ataques tienden a ser "muy sexualizados", y a veces hacen referencia a actos de violencia sexual extrema: por ejemplo, "recibir un tiro en el coño".
Las periodistas investigadas fueron blanco de críticas especialmente cuando informaban sobre corrupción relacionada con grandes partidos y actores políticos.
Una campaña coordinada de desinformación llevada a cabo por la empresa británica de relaciones públicas Bell Pottinger (ya desaparecida) para desacreditar a periodistas en el marco de las investigaciones sobre corrupción política #Guptaleaks entre 2013 y 2016 sirvió de manual para acosar a las mujeres periodistas en X, según descubrieron las investigadoras.
Durante la campaña, Bell Pottinger creó perfiles falsos en redes sociales para atacar a las voces críticas y difundir desinformación y mensajes de odio, utilizando, entre otras estrategias, el "astroturfing". Los agresores se focalizaron en Haffajee, convirtiéndola en el principal objetivo de abusos "altamente sexualizados y misóginos" en lo que fue la primera campaña coordinada a gran escala en Twitter contra una periodista en el país.
Los perpetradores
Actores políticos, periodistas cooptados, antivacunas y teóricos de la conspiración figuran entre los principales autores de la violencia en Internet. Para atacar, utilizan perfiles legítimos, ejércitos de bots falsos y cuentas automatizadas.
El partido gobernante, el Congreso Nacional Africano (ANC), y el populista Combatientes por la Libertad Económica (EFF) —tercer partido político de Sudáfrica— atacan a periodistas en represalia por denunciar casos de corrupción y fraude en sus filas.
El EFF en particular, ha individualizado periodistas, amenazándolas físicamente. "Se han convertido en el principal ejército de ciberviolencia del país mientras ejecuta una guerra de información", dijo Haffajee en 2019. "Durante años, el EEF ha utilizado las redes sociales y sus mítines para llevar adelante una campaña de violencia y discursos de odio contra periodistas cuyas coberturas no aprueban".
Por su trabajo sobre el líder del EFF, Julius Malema, van Wyk se convirtió en el blanco de "un torrente de violencia digital" en 2018. Malema llamó a van Wyk "Satanás" y seguidores del EFF pidieron que fuera violada y asesinada. Ese partido es "probablemente el centro más despiadado" de ataques en línea contra mujeres periodistas, dijo a las investigadoras el jefe de redacción del Daily Maverick, Branko Brkic, y agregó que "se comportan con los periodistas literalmente como los talibanes".
Los medios alineados con el gobierno o con importantes actores empresariales, que operan con un barniz de legitimidad como sitios de noticias establecidos, han contribuido también a la violencia en línea. Independent Media, propietaria de algunos de los periódicos más antiguos de Sudáfrica, ha sido "probablemente el mayor foco de ataques", afirmó Davis. Además, advirtió: "La facilidad con la que este tipo de trolling ha traspasado las fronteras de las redes sociales para llegar a los medios supuestamente dominantes es realmente preocupante".
Durante la pandemia de COVID-19, las mujeres periodistas también sufrieron mayores niveles de violencia en línea a manos de grupos antivacunas y teóricos de la conspiración. "Fueron las periodistas de salud y científicas las que lo pasaron peor cada vez que publicaban información que no gustaba a un determinado grupo", afirma Haffajee.
Pandemics Data and Analytics (PANDA), un grupo de investigación del sector privado que trafica con teorías conspirativas antivacunas, fue el principal responsable. "El grupo PANDA me ha marcado como una especie de persona non grata", dice Davis, recordando un "torrente de tweets maliciosos" que recibió después de ser coautora de un informe que criticó al grupo. "Su reacción no se parece a nada de lo que he recibido hasta ahora en mi carrera periodística".
Contexto y consecuencias
Los ataques en línea contra mujeres periodistas en Sudáfrica se producen en un contexto de "horribles niveles de violencia sexual".
Más de la mitad de las mujeres del país afirman haber sufrido violencia de género, de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, y más de tres de cada cuatro hombres dicen haber perpetrado agresiones de este tipo alguna vez. Cada tres meses, casi 900 mujeres son asesinadas, otras 1.400 sufren intentos de asesinato y más de 10.000 mujeres y niños son violados.
Desde 2020, también se ha producido un "fuerte aumento" de los asesinatos de denunciantes e investigadores en el país.
Este contexto inflama el perfil de la violencia digital, explican las investigadoras. "Cuando las periodistas reciben amenazas de violación y muerte a través de las redes sociales, tales amenazas no se perciben como amenazas 'solo en línea' o remotas; son un peligro muy legítimo para la periodista y se perciben como tales", se lee en el informe.
Como consecuencia de las agresiones, las periodistas pueden autocensurarse o adoptar un perfil más bajo en Internet, consecuencias que los investigadores denominan "efecto amedrentador".
Haffajee reconoció que había cambiado de especialidad informativa y Davis dejó de tuitear. El Daily Maverick hizo que Van Wyk se trasladara a una zona remota de Sudáfrica después de que informara sobre el blanqueo de dinero llevado a cabo por Malema, del EFF, y su papel en el robo del VBS Mutual Bank. Otras podrían, finalmente, abandonar el periodismo.
Impunidad
Cuando las periodistas son agredidas en internet, apenas tienen recursos a su alcance. La policía sudafricana no está lo suficientemente familiarizada con el problema, ni tiene la capacidad o la formación necesaria para abordarlo con eficacia. Y las redes sociales en las que se cometen los abusos no los tratan con urgencia, escriben las autoras.
Las grandes tecnológicas, en particular, deben hacer más, subrayan las periodistas. "Creo que la mayor responsabilidad recae en las plataformas, porque son transnacionales, globales y enormemente poderosas [...] Se trata de un problema global que debe abordarse con las empresas", afirma Haffajee.
En una entrevista de 2020, Brkic dijo que abordar adecuadamente el problema perjudicaría los balances de las empresas: "Tendrían que cambiar todo su modelo de negocio, algo que obviamente no van a hacer... Van a destruir a la humanidad".
Sumado a todo esto, las periodistas tampoco suelen disponer de apoyo psicológico en sus redacciones. "El manejo del tema de la salud mental es horrible", afirma Davis. "Es simplemente inexistente teniendo en cuenta el tipo de trauma al que las periodistas están expuestas de forma rutinaria".
Es una historia conocida, como ya se ha expuesto en países de Asia y Medio Oriente, Europa y América Latina: las mujeres periodistas se enfrentan a un mayor número de ataques cargados de odio y desinformación debido a su trabajo, y no tienen prácticamente ningún lugar al que acudir en busca de apoyo.
Accede al informe completo aquí.
Foto de Clodagh Da Paixao en Unsplash.