El 6 de enero, un grupo de periodistas de Cachemira realizó una protesta en el Club de Prensa de Srinagar. Con computadoras portátiles en mano, pidieron que se levantara el bloqueo de Internet que ya ha superado los 150 días.
El apagón comenzó el 5 de agosto de 2019, cuando el gobierno indio revocó el estatus constitucional especial de Cachemira, que le otorgaba el derecho a un gobierno semiautónomo tras unirse a la India hace 72 años. Desde que se revocó ese estatus, los líderes locales de Cachemira permanecen bajo arresto domiciliario, el turismo ha disminuido y los ciudadanos no pueden conectarse a Internet.
A pesar de que algunas conexiones móviles se han restaurado desde octubre, la banda ancha e Internet inalámbrico permanecen bloqueados, lo que lo convierte en el apagón de Internet más largo en una democracia. La mayoría de los periodistas han estado trabajando en el centro establecido por el gobierno de Cachemira, que brinda acceso a Internet en una sala de conferencias en un hotel en Srinagar.
Cachemira ha vivido en estado de insurgencia durante 30 años, e incluso antes del bloqueo, ejercer el periodismo era todo un desafío. Por un lado, la mayoría de los cachemires sienten una desconfianza profunda hacia los medios -especialmente la televisión y la radio- por su tono exagerado y nacionalista, y porque han estado informando que todo es "normal" desde agosto.
He trabajado desde Cachemira dos veces desde agosto y visto los problemas relacionados con la comunicación, incluyendo lo fácilmente que los rumores y las noticias falsas se arraigan en una sociedad plagada de conflictos. La insurgencia en curso también trae consigo un miedo real por los actos terroristas y la seguridad personal.
Conversé con periodistas que trabajan desde Cachemira para medios impresos y digitales para comprender cómo continúan reporteando a pesar de los problemas que deben sortear a diario.
Construir confianza con las fuentes
"En Cachemira hay una fuerte desconfianza hacia la televisión por las campañas belicosas y paranoicas que instala. Y eso dificulta el trabajo de un periodista", dice Rahul Pandita, quien reside en Delhi y fue uno de los primeros reporteros en llegar a Cachemira en agosto. “Acércate y habla con las personas con una mente abierta y, si eres sincero, la gente se abrirá y te mostrará todo. Pero lleva tiempo".
En medio de toda esa desconfianza, nada sustituye pasar tiempo con las fuentes, dice el periodista independiente Rayan Naqash: "Es difícil generar confianza en un lugar donde todos sospechan del otro. Pero un acercamiento honesto, empático y una disposición a escuchar las historias de las personas ayuda".
Después del bloqueo fue casi imposible conectarse con las fuentes. Ya antes la mayoría de los cachemires temían las consecuencias reales o percibidas de hablar con la prensa, y generalmente quieren tomar precauciones y usar servicios cifrados de mensajería. Sin embargo, desde el 5 de agosto ha sido imposible. La mayoría de los periodistas han sorteado el problema presentándose en las casas de las personas que quieren entrevistar.
Verificar cada porción de información
En una situación de conflicto, la información siempre está en demanda. "Hay quienes dan la impresión de conocer los hechos cuando en realidad no los conocen en absoluto", dice Naqash. En un caso, cuando quiso cubrir un tiroteo del ejército que mató a cuatro civiles cachemires, una multitud se había reunido en el lugar del incidente, y una persona ofreció voluntariamente los detalles de lo ocurrido. Después de que Naqash insistiera un poco, la persona confesó que solo había escuchado comentarios y que en realidad no era testigo ocular.
"A lo largo de los años, he conocido a varios voluntarios de este tipo; es muy importante confirmar cada declaración sobre un incidente con tantas fuentes distintas como sea posible", dice Naqash.
No es de sorprender que la falta de medios confiables signifique que una gran cantidad de noticias falsas campean libremente. Estas noticias han llegado a las redes sociales, especialmente en el resto de la India.
"No creas todo lo que está en las redes porque es el lugar donde los rumores se propagan como el fuego", dice la periodista de Srinagar Raihana Maqbool, que cubre Cachemira para el Global Press Journal. "La gente comparte esas historias sin verificar si son ciertas o no, por lo que la verificación es muy importante".
Reunir recursos para mantenerse seguro
No es fácil moverse en Cachemira debido a los fuertes controles de seguridad, la amenaza terrorista y la falta de transporte público. Esta situación se ve exacerbada por la ausencia de información confiable. "No viajé sola a lugares más alejados: viajé en grupos de dos o tres porque no sabíamos con qué situación íbamos a encontrarnos y no podíamos chequear antes porque no había Internet", cuenta Maqbool.
Moverse en grupo hizo que el viaje fuese más seguro, pero también la hizo sentir más cómoda al momento de detenerse para hablar con los lugareños en áreas poco visitadas por los periodistas.
Encontrar maneras de adaptarse
Los periodistas que cubren Cachemira han encontrado formas de evitar la supresión de las comunicaciones. Antes de que se estableciera el centro para periodistas en el hotel de Srinagar, lo que hacían era esperar fuera del aeropuerto y enviar historias impresas o guardadas en unidades USB con los pasajeros que viajaban fuera de la región.
Aliya Bashir, del Global Press Journal, dice que trabajar para un medio internacional es aun más difícil ya que no tiene más opción que enviar sus historias a través de Internet: “El bloqueo se ha sentido como si alguien nos metiera en una máquina del tiempo y nos enviara a una era en la que no existe el concepto de tecnología, y donde la comunicación solo se limita a la presencia física".
Bashir escribió sus artículos en Cachemira, y luego viajó a Delhi para entregarlos y comunicarse con sus editores de Estados Unidos. "Tuvimos que adaptarnos al entorno, hacer el trabajo que fue posible y lidiar con todas las circunstancias difíciles", concluye Bashir.
Imagen con licencia Creative Commons en Unsplash, vía Alexander Andrews.