El COVID-19 ha complicado la vida de los periodistas freelance en todo el mundo.
Como resultado de los efectos de la pandemia en la economía global, numerosos medios de comunicación han suspendido o limitado el trabajo que encargan.
Valentine Iwenwanne, un periodista de Lagos, Nigeria, acababa de regresar de un largo viaje periodístico al sur de su país cuando el gobierno anunció un cierre el 30 de marzo para reducir la propagación del COVID-19. Comenzó a enviar propuestas en las que podía trabajar desde la comodidad de su hogar, pero tuvo poca suerte. "Todos mis pitches fueron rechazados", cuenta Iwenwanne. “Recibía elogios por las ideas, pero al final no se convertían en encargos”.
Si bien los trabajadores autónomos suelen estar acostumbrados al rechazo, esa realidad se ha profundizado durante la pandemia. Las publicaciones cambiaron sus focos de atención para cubrir el COVID-19 y también comenzaron a producir más historias sin contar con colaboradores externos.
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Mientras Iwenwanne intentaba que le encargaran contenidos, agotó sus ahorros durante el segundo mes de cuarentena. Pidió dinero prestado para sostenerse a sí mismo y a tres de sus hermanos menores. Pronto se le acabó el dinero.
"Cuando no tienes qué comer, no puedes pensar bien", dijo. "Me quedé traumatizado y triste".
Para Linus Unah, otro freelancer nigeriano, un problema importante fue la incapacidad de viajar debido a las restricciones de movimiento en el país. "Incluso cuando detectas historias interesantes que sabes que se venderán, no hay forma de llegar al lugar", explica.
Algunos periodistas freelance no tienen fuentes de ingresos adicionales. Dependen de los pagos de las publicaciones para mantenerse a sí mismos y a los suyos. “Había que pagar facturas, comprar alimentos y proveer a una familia. Tenía pocos ahorros y me las arreglé para sobrevivir”, cuenta el periodista sudafricano Patrick Egwu. En un momento llegó a quedarse sin comida.
Egwu comenzó a buscar subsidios y fondos de organizaciones que pudieran ayudar a los periodistas durante la crisis. Así fue que encontró el COVID-19 Hardship Fund del Rory Peck Trust, una organización benéfica de Reino Unido que ha brindado apoyo a periodistas independientes de todo el mundo durante los últimos 25 años.
"Presenté una primera solicitud, pero no fui seleccionado”, cuenta Egwu, quien actualmente estudia en la Universidad de Witwatersrand, Johannesburgo. “Después de algunas semanas, volví a presentar mi solicitud y recibí apoyo financiero. El fondo llegó en el momento adecuado, justo cuando lo necesitaba".
Iwenwanne y Unah también postularon al Hardship Fund.
“Cuando llegaron los fondos, ayudaron a mejorar mi nivel de vida y a pagar las deudas”, dice Iwenwanne. “Abastecí la cocina y la vida volvió a la normalidad. Eso me dio ganas de seguir buscando lugar para mi trabajo".
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Antes del lanzar el fondo, Rory Peck Trust hizo una encuesta para identificar las necesidades primarias de los freelancers durante la crisis sanitaria.
“Los resultados nos ayudaron a entender que las necesidades de los periodistas estaban principalmente relacionadas con la subsistencia básica, la salud y el equipamiento”, explica Johanna Pisco, directora de asistencia a periodistas de la organización.
Rory Peck Trust ha otorgado subsidios de entre EUR200 y EUR900 a freelancers, que utilizan los fondos para sufragar costos de vida cotidianos. A principios de agosto, la organización había concedido un total de EUR26.500 a 53 periodistas freelance de todo el mundo.
“La ayuda permanecerá abierta mientras el presupuesto lo permita, aunque seguimos trabajando para encontrar más fondos para ayudar durante la crisis”, dice Pisco.
Para Unah, la pandemia de COVID-19 ha dejado clara la importancia de ahorrar para emergencias.
“Antes los ahorros para emergencia me parecían abstractos”, dice Unah. "Pero ahora veo por qué es necesario planificar para momentos así: nunca se sabe cuándo una crisis golpeará".
Imagen con licencia Creative Commons en Unsplash, vía MChe Lee.