En alianza con nuestra organización matriz, el Centro Internacional de Periodistas (ICFJ), IJNet conecta a periodistas con expertos en salud y redacciones internacionales a través de una serie de seminarios web sobre COVID-19 como parte del Foro de Cobertura de la Crisis Mundial de Salud.
El presente artículo corresponde a nuestra serie sobre el coronavirus. Entra aquí para leer más.
En Italia, el COVID-19 ha infectado a más de 333.940 personas y se ha cobrado la vida de 36.061. En marzo pasado, el país fue el epicentro de la pandemia.
El gobierno implementó un estricto bloqueo restringiendo el movimiento de sus ciudadanos. Y, a medida que la segunda ola de la pandemia golpea al país, está considerando extender el estado de emergencia hasta enero de 2021.
Dos periodistas del programa de investigación más importante de Italia, Report (RAI), recibieron un permiso para viajar por el país e informar sobre el costo del COVID-19. En un seminario web de ICFJ/IJNet, Cataldo Ciccolella y Lucina Paternesi compartieron sus aprendizajes y experiencias.
Sobre las medidas de seguridad
Ciccolella dijo que él y su equipo solo se encontraban en persona usando equipo de protección completo, al que higienizaban, junto con micrófonos, cámaras y discos duros, al regresar de las coberturas.
Sin transporte público, Paternesi pasó muchos días conduciendo por todo el país en su vehículo personal. El equipo también se aseguró de que cada uno tuviera una habitación privada en la que pudieran ponerse en cuarentena inmediatamente si alguien estaba infectado.
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Sobre cubrir aspectos difíciles
Los periodistas notaron muchos errores respecto de lo que se decía acerca de los pacientes. Encontraron, por ejemplo, que en un hospital local mintieron diciendo que sus pacientes enfermos no estaban infectados con el virus.
Ciccolella y su equipo hablaron con virólogos para no cometer errores en sus artículos. "Los medios tienen muchos enemigos y no podemos permitirnos el lujo de equivocarnos", dijo.
Paternesi buscó historias en el norte y centro de Italia, las regiones más pobladas del país. Realizó una investigación sobre el rastreo de contactos y se comunicó con colegas de toda Europa para saber qué estaban haciendo los gobiernos para proteger la privacidad de los ciudadanos una vez que un usuario había descargado Immuni en su teléfono, una aplicación que se utiliza en todo el continente para rastrear infecciones.
“¿Es bueno para nuestros gobiernos dar tanto poder a las grandes empresas tecnológicas como Google? ¿Están monopolizando nuestros datos? ¿Qué tipo de datos están recopilando?", se preguntó. "Por empezar, para que la aplicación funcione, debemos activar nuestra ubicación".
Las investigaciones de Ciccolella tomaron un camino diferente, descubriendo importantes deficiencias por parte de las principales agencias de salud responsables de proteger a los ciudadanos, como la OMS y el Ministerio de Salud italiano. Por un lado, muchos países no habían actualizado su plan de prevención de pandemias, lo que se esperaba que hicieran cada tres años. Tal negligencia significó que las señales de advertencia de una pandemia global fuesen ignoradas.
Los funcionarios italianos mintieron al Centro Europeo para el Control de Enfermedades y dijeron que habían actualizado el plan en 2016. Ciccolella descubrió lo contrario. Mediante Wayback, un sitio que archiva páginas de Internet, Ciccolella descubrió que no se había actualizado una sola oración del documento desde 2006.
Si se hubiera actualizado el plan de prevención de la pandemia, Ciccolella dijo que se podrían haber salvado al menos 10.000 vidas. El plan debería haber brindado información sobre el número de camas o médicos de cuidados intensivos, y un plan para su clasificación. Pero faltaba toda esa información.
“Nadie se aseguraba de que estuviera actualizado”, dijo Ciccolella. “Ni la OMS ni otras autoridades internacionales".
Furiosos por el hallazgo, los funcionarios italianos amenazaron al equipo de la RAI con una demanda.
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Sobre la colaboración
Para Ciccolella y su equipo, la colaboración no fue un problema. Estaban acostumbrados a mantenerse en contacto y dividir su atención entre varias historias a la vez.
Sobre el planeamiento editorial
Como saben muchos periodistas de investigación, las historias tardan meses en desarrollarse y el contenido se planifica con anticipación. Sin embargo, en marzo, la atención de la audiencia se había centrado en un solo tema: el COVID-19.
Ciccolella y su equipo hicieron lo mismo. Mantuvieron un registro de los principales actores como la Organización Mundial de la Salud, el Ministerio de Salud italiano y los hospitales locales.
Sobre las historias no contadas
A veces, las fuentes acuden a los periodistas y no al revés. Este fue el caso. Paramédicos y médicos se conectaron con los equipos de la RAI para contarles lo que estaban viendo en los hospitales y qué protocolo se les dijo que siguieran. Muchos no tenían equipo de protección personal (EPP), mientras que a otros se les dijo al principio de la pandemia que no los usaran para no asustar a los pacientes.
El equipo de Ciccolella hizo uso de registros públicos para rastrear los envíos de EPP provenientes de China. Descubrieron que los contratos de adquisición mostraban enormes márgenes de beneficio.
Sin embargo, no todo el mundo vive en un país con acceso a información pública. Paternesi recomendó rastrear información a nivel regional o local si no está disponible a nivel nacional.
“Busca las contradicciones de la narrativa gubernamental”, recomendó Cicolella. También sugirió usar las redes sociales para encontrar historias interesantes.
Tedi Doychinova es oficial de programas del Centro Internacional para Periodistas.
Imagen con licencia Creative Commons en Unsplash, vía Julia Solonina.