Cuando el COVID-19 comenzó a extenderse por Estados Unidos, los periodistas locales se colocaron a la vanguardia de la cobertura. Desde Santa Fe, Nuevo México hasta Columbus, Georgia, las redacciones locales han funcionado como la primera fuente de información para muchas comunidades que intentan navegar por la vida en medio de una pandemia.
En tiempos en que los medios locales luchan por mantenerse a flote, intentando adaptarse a los cambios continuos de la industria, entrevistamos a periodistas de todo el país para saber cómo han trabajado sobre el COVID-19 en sus localidades y de qué manera el virus está cambiando el periodismo local más allá de la pandemia.
Si bien los primeros casos de COVID-19 llegaron a Estados Unidos en enero de 2020, no fue hasta marzo que el virus comenzó a extenderse por todo el país. Para muchos periodistas locales, el coronavirus se convirtió en la historia dominante en sus salas de redacción a medida que aparecían los primeros casos en sus respectivos estados.
“Empezamos en marzo. Nos preguntábamos cómo íbamos a hacer para encarar nuestras coberturas regulares, y de pronto me di cuenta de que el COVID-19 iba a ocuparlo todo; que no habría otra historia por el momento", dice Sara Solovitch, directora ejecutiva de Searchlight New Mexico en Santa Fe. Solovitch y su equipo dedicaron todos sus recursos a cubrir el virus en su estado, incluso si eso significaba cerrar la puerta a otras investigaciones.
[Lee más: El COVID-19 agravó la crisis de los medios. Aquí hay seis posibles soluciones]
“Teníamos historias listas para publicar que, cuando la pandemia explotó, de pronto parecían irrelevantes”, cuenta Ed Williams, redactor de la publicación. Por ejemplo, un artículo sobre un distrito escolar escrito antes de que las escuelas cerraran.
Romy Ellenbogen, periodista especializada en salud del Tampa Bay Times, sintió la misma prisa por cubrir el virus en los primeros meses, luego de los dos primeros casos en el área de Tampa Bay a principios de marzo. “Tuvimos gente trabajando hasta altas horas de la noche durante las primeras dos semanas porque el estado emitía sus primeros números a las 11 o 12 de la noche”, cuenta Ellenbogen.
Tanto en Tampa como en Santa Fe, la prisa inicial por cubrir lo que originalmente parecía ser una historia que duraría dos o tres meses se transformó en una cobertura mucho más sostenida a medida que el virus se prolongaba durante el verano. También fue un período en el que los periodistas se vieron obligados a adaptarse a métodos y técnicas de información a distancia, ya que muchas oficinas cerraron para permitir el distanciamiento social.
Para el staff del Columbus Ledger-Enquirer en Columbus, Georgia, el cambio a la cobertura remota se produjo inmediatamente después de que ocurrieran los primeros casos en marzo. Y muchos tuvieron que trabajar cubriendo el COVID-19 desde distintas especialidades periodísticas. Para el periodista Nick Wooten, por ejemplo, la transición de un reportero de cultura a un reportero de salud implicó aprender cómo comunicarse con expertos en salud y enfermedades de forma remota, a menudo a través de Twitter.
[Lee más: Nueve consejos para hacer entrevistas remotas]
"Puedes conseguir los datos, pero la parte más difícil es el análisis", observa Wooten. "Esa ha sido la clave: las personas que tienen conocimientos y están dispuestas a compartirlo con nosotros han sido fácilmente accesibles durante esta pandemia".
Informar de manera remota ha tenido un efecto en la salud mental de los periodistas. “Al principio, pensamos que esto se extendería durante tal vez un mes y luego la vida seguiría adelante”, dice Lauren Gorla, editora senior del Columbus Ledger-Enquirer. Después de darse cuenta de que duraría mucho más, la soledad que implica informar sobre el virus desde el hogar se convirtió en una fuente importante de dificultades.
"Somos una sala de redacción amigable, y perder eso y continuar aislados siete meses después ha sido muy difícil para nosotros", dice.
En Tampa, Ellenbogen atravesó desafíos similares. "El aislamiento puede provocar agotamiento", explica. "No tenemos las herramientas que teníamos en la redacción".
En Nuevo México, Solovitch y Williams descubrieron que informar sobre la pandemia a menudo requería viajar personalmente a los puntos calientes del virus. “En estos casos, el periodista es igualmente vulnerable”, dice Solovitch. “Y tiene miedo de traer de regreso la enfermedad, esa cosa invisible a su hogar y su familia, y si tienen hijos y un cónyuge, es muy difícil pedirle a tus periodista y fotógrafos que salgan y hagan su trabajo".
Para Solovitch, sopesar los posibles peligros de informar significó varias veces decidir no poner en riesgo la salud de su staff Sin embargo, algunas historias requerían presencia física.
“A veces tienes que contar la parte humana de la historia, y no puedes hacer eso sin estar allí. Así que hay momentos en que tienes que ir; no hay alternativa", dice Williams.
Sea lidiando con la carga mental del aislamiento, los riesgos detrás de hacer coberturas en persona o la política que rodea a las medidas contra el virus, como las mascarillas y los encierros, los periodistas locales también han visto que su trabajo tiene un impacto real.
En Georgia, Wooten ha descubierto un nuevo aprecio de parte de la comunidad, que estaba ausente antes de la pandemia. “Durante los últimos meses, he recibido una cantidad asombrosa de correos electrónicos de personas que agradecen el trabajo que hacemos", cuenta. “La gente que nos reconoce y nos apoya y envía correos como ese ha sido realmente importante. De alguna manera restauró mi fe en la profesión".
“Le da impulso a algo en lo que he creído durante años", dice a su vez Ellenbogen. "Que las noticias locales necesitan apoyo y financiación. Necesitas saber lo que está sucediendo en tu comunidad; nos impacta más el área inmediata que nos rodea.
En momentos en que los periodistas se preparan para cubrir la siguiente etapa del virus y temas como las consecuencias económicas o los impactos a largo plazo en la educación de los niños, también han descubierto que tener periodistas locales sobre el terreno que conozcan un área íntimamente no solo es importante, sino necesario para las historias que cubren.
“Cuando tienes un periodista que es del lugar, tiene las riendas para escribir sobre el tema de una manera precisa que creo que fascina en todo el mundo”, opina Solovitch. "Ya no es solo información para los lugareños".
Por ejemplo, una historia del Searchlight New Mexico sobre la inseguridad alimentaria de los ancianos navajos circuló en todo el mundo, y no habría sido posible sin un reportero navajo que hiciera el informe en su propia comunidad. "Realmente no se puede reemplazar a alguien que tiene las relaciones y la comprensión de todas las dinámicas dentro de una comunidad determinada, y eso es aún más importante en este momento", dice Williams.
Los periodistas creen que el virus ha demostrado cuán importante es la información local para sus comunidades, pero enfatizan que la nueva confianza en la información local sigue siendo frágil.
“A medida que salgamos de esto, será más importante que nunca mantener esa confianza, y después de que termine la crisis de salud pública, tratar de demostrarle a la gente que todavía tenemos valor, incluso cuando el mundo no parece estar derrumbándose a nuestro alrededor", concluye Gorla.
Imagen con licencia Creative commons en Unsplash, vía Bank Phrom.