La guerra civil siria se ha cobrado la vida de más de 500.000 personas desde que las protestas contra el gobierno durante la Primavera Árabe desencadenaron el conflicto en 2011. Casi 7 millones de sirios se han ido del país en un éxodo masivo, y la misma cifra cuenta para los desplazados internos: en total, más de la mitad de la población siria de antes de la guerra.
El conflicto ha desaparecido de la atención mundial, pero los periodistas sirios siguen informando sobre él, al tiempo que dan testimonio de los crímenes cometidos en la que ha sido una de las guerras más mortíferas en lo que va del siglo XXI.
Mais Katt, periodista siria afincada en los Países Bajos, ha cubierto la guerra durante más de 10 años y escribió sobre las vidas de tres periodistas sirias que también informaron sobre el conflicto gracias a la beca Jim Hoge.
La pieza que publicó la inspiró para fundar un nuevo medio de comunicación, Women Who Won the War (Mujeres que ganaron la guerra), dedicado a crear un espacio para que las mujeres cuenten sus historias fuera de las lentes tradicionales de esposas, madres y víctimas. También ofrece apoyo, formación y orientación a las periodistas que trabajan en zonas de conflicto, con especial atención a Medio Oriente y el Norte de África.
Hablé con Katt sobre Women Who Won the War, el futuro que ve para el periodismo en la región y mucho más.
Háblanos de tu medio. ¿De dónde surgió la idea de este proyecto?
La idea comenzó con la beca que me concedió Jim Hoge, un periodista estadounidense que siempre intentaba abrir puertas a sus colegas más jóvenes. Postulé con el proyecto "Tres mujeres que ganaron la guerra". Quise contar historias personales para narrar la revolución y la guerra desde la perspectiva de mujeres que son fuente de inspiración, agentes de cambio, que pueden hacer del mundo un lugar mejor, y no solo de la forma en que habitualmente se cubre Medio Oriente, con mujeres como víctimas o supervivientes, o como esposas o viudas de los héroes.
¿Quiénes son las mujeres que retrataste?
La primera es Lubna Kanawati, feminista siria y superviviente de un ataque químico. Salió de Damasco hacia la zona controlada por la oposición, luego huyó al norte de Siria y después a Turquía, y de Turquía a Francia.
En Francia cofundó una organización llamada Women Now for Development. Ella es una hermosa combinación de suavidad, feminidad y fortaleza.
Otra es Haneen al-Sayyed, una periodista joven que vive en el norte de Siria, en una zona controlada por extremistas. Fue desplazada muchas veces y acabó en Afrin, donde tuvieron que huir todos los kurdos. Tuvo que interrumpir sus estudios universitarios a causa de la guerra, pero ha seguido informando.
La tercera es Razan Zaitouneh, una abogada que también creció en Damasco. De hecho, estudié con ella. Fue secuestrada por el grupo rebelde islamista sirio Ejército del Islam en 2013 y nunca regresó. No sabemos si está viva o no. Pero ganó su propia guerra. También fue testigo de los ataques químicos y los documentó ante Naciones Unidas.
¿Qué entiendes por "ganar la propia guerra"?
Si empiezas una guerra, la ganas conquistando territorio o poder político.
Pero si no elegiste la guerra, también puedes ganarla a tu manera: mejorando la vida de la gente en esos tiempos violentos; ayudando, apoyando e inspirando, y también cambiando el camino de otras personas.
¿Cómo surgió "Mujeres que ganaron la guerra" de esta historia?
Mientras estaba escribiendo sobre Kanawati, al-Sayyed y Zaitouneh, Jim Hoge falleció. Eso me hizo pensar que quería que fuera un proyecto continuo; había mucho que contar, muchas historias increíbles.
La idea de un proyecto continuo coincidía con la visión del propio Jim Hoge. Encontré una conexión entre esta idea y lo que realmente quiero hacer y el propósito de esa beca. Considero este medio como una plataforma para contar historias más profundas y largas, y poner el foco en las mujeres en zonas de conflicto, no solo la guerra en el sentido literal de la palabra, sino también la guerra social, los retos a los que cualquier mujer puede enfrentarse en la sociedad.
Por otro lado, me he dado cuenta de que en mi región las mujeres hacen coberturas cortas, se centran más en lo social, pero no en el periodismo de largo aliento o el periodismo de investigación. Esta es la otra misión de la plataforma: ofrecer formación, capacitación y oportunidades a las jóvenes periodistas para que produzcan trabajos de gran repercusión. Significa mucho para mí formar parte del cambio de perspectivas y discursos sobre las mujeres de Medio Oriente.
¿Cómo ves el futuro del periodismo en la región?
Es muy difícil ser optimista. El periodismo forma parte de la democracia, así que las trabas no son solo los conflictos regionales, sino también de las dictaduras. Y también está el tema de la masculinidad en esta sociedad.
No es nada fácil, el camino está lleno de grandes piedras y rocas, pero también quiero transmitir a la gente que no se rinda. Y por eso es muy importante seguir haciendo el trabajo que hacen organizaciones como el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ), ofreciendo modelos de periodismo, desarrollando capacidades y apoyando a individuos y a pequeños medios independientes para que construyan sus propios caminos teniendo en cuenta los principios en los que creen. Eso es lo que me hace ser más optimista.
Fuiste finalista del Premio Europeo de Periodismo 2024. ¿Qué significó para ti?
Como inmigrante que vive en Europa, esta nominación significó mucho para mí. Fue por un reportaje sobre la discriminación de género dentro del sistema europeo de migración. Ser nominada me impulsó a comprometerme más con el proyecto Women Who Won the War, y a estar más decidida que nunca a seguir adelante con él.
Foto cortesía de Mais Katt.