Todos los fines de semana, un equipo de docentes y traductores se desplaza en un autobús lleno de computadoras portátiles, equipos fotográficos y cámaras de video a las remotas regiones de Samtskhe Javakheti y Kvemo Kartli, en el sur de Georgia.
Visitan lugares en los que la población es principalmente de etnia azerbaiyana y armenia —y la mayoría no habla georgiano— para formar a jóvenes en los fundamentos del periodismo multimedia.
Dirigido por el Instituto Georgiano de Asuntos Públicos (GIPA) desde 2017, este "estudio sobre ruedas", llamado GIPA Media Lab, fue creado de Nino Ivanishvili, decana de la Escuela de Periodismo y Gestión de Medios del Cáucaso.
Cómo funciona el programa
El GIPA Media Lab es un programa de un año dividido en cinco módulos: narración multimedia, narración fotográfica, narración en video, alfabetización mediática y redes sociales.
El Lab cuenta con 30 participantes de cada una de las dos regiones que visita, incluidos los de pueblos en los que las oportunidades educativas son especialmente escasas. "En las zonas remotas hay problemas de transporte. Lo que hacemos es traer a los participantes en autobús y luego llevarlos de vuelta", explica Nino Makhviladze, profesora del GIPA y directora del Lab.
Durante cada módulo, los jóvenes participantes desarrollan ideas que trabajan con los docentes, y que suelen enfocarse en temas sociales que se viven en sus lugares de origen. Finalmente presentan sus historias en un festival en Tiflis al que asisten familiares, amigos, medios de comunicación y representantes del gobierno local.
"Todos se enteran así de lo que quieren hablar nuestros jóvenes", explica Makhviladze. "Sus historias suelen retratar problemas de la región u otros temas acuciantes. En ese sentido, concientizan al público".
El GIPA invita a conocidos documentalistas y periodistas de Armenia, Azerbaiyán y Georgia a asistir a los festivales y a ser parte del jurado para evaluar los proyectos más sólidos. Los ganadores reciben equipos fotográficos y cámaras, micrófonos y computadoras portátiles, además de certificados.
Los premios, dice Makhviladze, animan a los chicos a continuar su trabajo después de graduarse del programa:
Aquí tienes una versión en castellano neutro: "Les decimos: 'OK, les enseñamos a producir y a contar historias en diferentes formatos digitales. Cuando nos vayamos, tendrán en sus manos su propio equipo de producción para que puedan seguir contando lo que quieran contar'".
El GIPA colabora con centros educativos juveniles para utilizar sus instalaciones durante las sesiones de formación. También se deja un equipo in situ para que los estudiantes puedan acceder a él durante la semana mientras preparan sus historias.
Tras el festival, el máximo ganador también recibe una matrícula para asistir a GIPA, que es una institución privada. En total, el programa cuenta hoy con ocho graduados.
Obstáculos
Para Makhviladze, dirigir el Media Lab ha sido todo un desafío, a pesar de sus años de trabajo en la gestión de proyectos periodísticos regionales.
Por empezar, fue difícil encontrar jóvenes que participaran en el programa. "Había que entender el contexto de las regiones. No fue fácil reclutar a los jóvenes ni dar con la mejor manera de ofrecer nuestro programa".
El GIPA colaboró con el Ministerio de Educación y sus representantes locales para coordinar las visitas de Makhviladze a las escuelas y presentar el proyecto a los estudiantes y sus padres.
Las barreras lingüísticas también fueron un obstáculo. Los estudiantes del GIPA ayudan a los docentes, interpretando al azerbaiyano o al armenio.
"Es una situación en la que todos salen ganando, porque no hay barreras lingüísticas y los participantes reciben toda la formación en su lengua materna. Esto también generó más confianza, porque los jóvenes vieron a georgianos, armenios y azerbaiyanos trabajando juntos y desarrollando relaciones positivas".
Resultados palpables
Sevak Gabriyelyan, un joven de 23 años de Samtskhe-Javakheti, es ahora uno de los graduados del Media Lab del GIPA y ganador del gran premio del programa en 2019. Estudiante de tercer curso en GIPA actualmente, Gabriyelyan solo tenía 18 años cuando entró en el Media Lab y aprendió a grabar videos, hacer fotos y editar.
"Este programa te ayuda a ser la mejor versión de ti mismo", dice.
El documental por el que ganó el gran premio del Media Lab cubrió los problemas de agua potable en su pueblo. Tras su publicación, el gobierno local abordó el tema. "El ayuntamiento asignó el dinero para arreglar el problema. Y la película ayudó con eso", señala Gabriyelyan.
Algunos graduados han abierto pequeños estudios de fotografía o video, y otros han empezado ellos mismos a formar a otros jóvenes de las regiones.
Gulchin Ismayilova, de Kvemo Kartli, pudo encontrar trabajo tras participar en el programa en 2021. Recuerda que en su pueblo no estaban acostumbrados a ver a chicas manejando cámaras. "Fue un proceso muy extraño para los locales. Pero poco a poco se acostumbraron y dejamos de tener problemas", explica. "Después de eso, empezamos a pensar en cuestiones sociales y a informar sobre ellas produciendo historias en video y en fotos. Ha sido muy importante para mí".
Los conocimientos adquiridos la ayudaron a conseguir unas prácticas en la primera radio comunitaria de su región, que más tarde la llevaron a un trabajo a tiempo completo.
Foto de Ivars Utināns en Unsplash.