A principios de marzo de 2023 estallaron protestas en Georgia contra la aprobación de la nueva Ley de Transparencia de la Influencia Extranjera, que tanto la sociedad civil local como organizaciones internacionales consideraron análoga a la ley rusa sobre agentes extranjeros. Las autoridades, que parecían inquebrantables en su intención de aprobar la legislación, la retiraron tras varias jornadas de protesta.
La Ley de Transparencia de la Influencia Extranjera habría obligado a los medios de comunicación y a las ONG cuya financiación procediera en más de un 20% de donantes extranjeros a registrarse como agentes extranjeros. De acuerdo con las previsiones de varios expertos y políticos, la ley iba a permitir controlar y limitar las actividades de los disidentes, y obstaculizaría la sociedad civil, la democracia y las perspectivas euroatlánticas de Georgia.
Las protestas contra la legislación, en las que participaron miles de manifestantes, se celebraron frente al edificio del Parlamento en Tiflis a principios de marzo. Fueron espontáneas y no tuvieron organizadores directos, pero se cree que los medios de comunicación desempeñaron un papel clave para que se desencadenaran.
Unidad y agitación
Los medios independientes fueron los primeros en luchar contra el proyecto de ley. Más de 60 publicaciones firmaron una declaración conjunta en la que señalaban que no trabajarían "bajo una etiqueta" y se negaban a ser registrados como "agentes de influencia extranjera". Si se aprobaba la legislación, significaba que tendrían que cerrar o tomar la decisión de trasladarse y registrarse en otro país. Iba a ser el caso de OC Media, que cubre el Cáucaso Sur. Su directora, Mariam Nikuradze, contó que, si la medida avanza, tendrían que a estudiar la posibilidad de registrarse en la vecina Armenia para eludirla.
En el contexto de las tensas relaciones entre Armenia y Azerbaiyán, Georgia se ha mantenido neutral. Por ello, medios y organizaciones internacionales que trabajan en el Cáucaso Sur han decidido ubicar allí sus sedes.
"La unanimidad entre medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil que se niegan a registrarse como agentes es la única alternativa correcta", declaró la representante de la Carta de Ética Periodística de Georgia, Mariam Gogosashvili, quien también recordó la cantidad de publicaciones independientes que cerraron en Rusia tras la aprobación de su ley sobre agentes extranjeros.
Los periodistas georgianos participaron en las protestas mientras las cubrían, señaló Nino Kakhishvili, editora de Netgazeti. La última vez que esto sucedió fue en 2017, cuando el periodista disidente azerbaiyano Afgan Mukhtarli fue secuestrado en Tbilisi.
Netgazeti ha recibido financiamiento de entidades extranjeras durante más de 10 años. "Estas subvenciones nos permiten crear un producto periodístico de alta calidad y, al mismo tiempo, mantenernos independientes. La ley sobre agentes extranjeros nos afectaría tanto a nosotros como a otros medios similares que son críticos con las autoridades", dijo Kakhishvili.
Durante las protestas, los medios también difundieron las consecuencias que la aprobación de la medida tendría para los residentes comunes del país.
"Necesitábamos transmitir la totalidad del problema a nuestros lectores, tocando sus aspectos más diversos y no evidentes", explica Kakhishvili. "Por ejemplo, hablamos de organizaciones que reciben financiación extranjera y utilizan ese dinero para ayudar a las poblaciones más vulnerables, como personas con síndrome de Down. Reunimos entrevistas y comentarios de personalidades famosas y autoridades en diversos campos, incluyendo científicos, deportistas y artistas. Algunos se enteraron del proyecto de ley solo después de que nos pusiéramos en contacto para pedirles un comentario".
Contó que los periodistas "literalmente inundaron" sitios web y redes sociales con el tema, haciendo hincapié en cómo la ley rema en contra del acercamiento de Georgia hacia Europa.
"Poco a poco, cada vez más ciudadanos empezaron a entender lo que estaba pasando. Universidades, clubes deportivos y otras organizaciones se volcaron a hacer declaraciones de protesta, una tras otra. Así, los días 7 y 8 de marzo, miles de personas de todas las edades acudieron al Parlamento, algo que nuestras autoridades obviamente no esperaban", explicó Kakhishvili.
Se ganó la batalla, pero no la guerra
Los medios georgianos se las ingeniaron para participar en las protestas de principios de marzo y, al mismo tiempo, informar sobre ellas. El equipo de Netgazeti se bifurcó: algunos periodistas participaron directamente en las manifestaciones, mientras que otros las cubrieron. El equipo de JAMnews combinó sus papeles, tanto protestando como informando.
"Estuvimos todo el tiempo en la plaza, frente al Parlamento, sin ir a la redacción. Filmábamos y entrevistábamos y luego, sentados en las escaleras o en la acera con las computadoras en el regazo, escribíamos y editábamos las imágenes", cuenta Margarita Akhvlediani, redactora jefe de JAMnews.
Después de que las fuerzas de seguridad utilizaran cañones de agua y gases lacrimógenos contra los manifestantes el 7 de marzo, algunos medios publicaron instrucciones para resguardarse: qué ropa llevar, cómo protegerse de los gases lacrimógenos, y más.
Parecía que el enfrentamiento iba a durar todavía un tiempo más. Sin embargo, el 9 de marzo, por sorpresa, las autoridades retiraron el proyecto de ley.
Los manifestantes pueden haber ganado la batalla, pero no la guerra, considera Akhvlediani: aunque el proyecto fue retirado, el gobierno no ha abandonado completamente su objetivo. "Ahora hay una verdadera guerra de información. El gobierno, los medios y blogueros progubernamentales están haciendo todo lo posible para ganarse a la sociedad; para convencerla de que la ley sobre agentes extranjeros beneficiará a Georgia", explica. "Los medios independientes tienen ahora una responsabilidad más grande que antes: resistir a la propaganda estatal y no dejar que engañen a la gente. Nuestra tarea es explicar el contexto con el mayor detalle posible. Al final, es la sociedad la que decidirá lo que ocurrirá en el país. Y depende en gran medida de los medios independientes que la sociedad tome la decisión correcta".
A los colegas de otros países que puedan encontrarse en una situación similar, Akhvlediani les aconseja, en primer lugar, superar el sentimiento de impotencia ante la maquinaria propagandística.
"Los medios independientes nunca disponen de los recursos que tienen las autoridades. Pero esto no significa que seamos impotentes", dice. "El conocido dicho 'haz lo que puedas y que pase lo que tenga que pasar' es muy útil en este caso. Podemos informar al público e intentar convencer al mayor número posible de personas, incluidos también otros periodistas".
Este artículo fue publicado originalmente en IJNet en ruso.
Imagen: manifestantes en Tiflis, cortesía de JAMnews.