Un año después, el Premio Nobel de la Paz 2021 es más relevante que nunca

Oct 7, 2022 en Libertad de prensa
Medalla del Premio Nobel

Este viernes, a las 11:00 horas en punto, en Oslo, la presidenta del Comité Nobel abrió las puertas del Instituto Nobel noruego para anunciar el ganador del Premio Nobel de la Paz de 2022.

El año pasado, Berit Reiss-Andersen anunció el reconocimiento para los periodistas Maria Ressa, de Filipinas, y Dmitry Muratov, de Rusia, por sus "por su esfuerzo por salvaguardar la libertad de expresión, que es una condición previa para democracia y paz duradera". La decisión fue recibida como una victoria para la libertad de prensa en todo el mundo. El premio llegó en un momento en que los periodistas viven crecientes amenazas, incluso en países normalmente considerados democráticos y pacíficos. En un momento de la historia en el que las mentiras y la desinformación contaminan nuestras esferas públicas, en que los Estados actúan extraterritorialmente para silenciar a la prensa en actos de escalofriante brutalidad, y en el que las mujeres periodistas, en particular, están expuestas al odio y la violencia en línea, este premio fue tan simbólicamente importante como profético.

La creciente relevancia del premio 2021

Un año después, la relevancia del Premio Nobel de la Paz 2021 ha cobrado más fuerza. En el contexto de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, que comenzó el 24 de febrero de 2022, es sorprendente cómo el discurso del Comité del Nobel podría considerarse un presagio de lo que iba a ocurrir: "Un periodismo independiente y basado en hechos protege contra el abuso de poder, la mentira y la propaganda de guerra".

Cuando Dimitry Muratov, director del periódico independiente ruso Novaya Gazeta, fue nombrado co-ganador del Premio Nobel de la Paz, lo aceptó en nombre de sus seis colegas asesinados desde la creación del periódico en 1993. Anna Politkovskaya fue sin duda la más famosa. La periodista de investigación cubrió la guerra de Chechenia, la corrupción de ese país y el sufrimiento de la población local. Politkovskaya fue asesinada a tiros cuando volvía a casa de su trabajo el 7 de octubre de 2006. En entrevistas, Muratov ha contado que el escritorio de Politkovskaya sigue estando en una esquina de la sala de redacción de Novaya Gazeta, exactamente como lo dejó hace 16 años.

En los primeros días tras la invasión rusa de Ucrania, la voz de Muratov sobresalía en un contexto cada vez más opresivo. En Rusia se introdujo una nueva ley de medios de comunicación que amenazó con encarcelar a los periodistas hasta 15 años por difundir "noticias falsas" sobre el ejército ruso. En una medida que repugna a la verdad, se prohibieron palabras como "invasión" y "guerra" y se exigió a la prensa describir el conflicto en Ucrania como una "operación militar especial". Una semana después de la invasión, Novaya Gazeta publicó, tanto en ucraniano como en ruso, el mensaje: "Nunca reconoceremos a Ucrania como un enemigo, ni al ucraniano como la lengua del enemigo".

Poco después, el periódico se vio obligado a eliminar de su sitio web todo el material sobre la guerra.

Muratov decidió subastar su medalla del Premio Nobel de la Paz y destinó los beneficios a los refugiados ucranianos. Tres décadas antes, el Premio Nobel de la Paz de 1990, Michael Gorbachov, último presidente de la Unión Soviética, había utilizado parte del dinero de su premio para apoyar la creación de Novaya Gazeta. Gorbachov murió a finales de agosto de 2022. La misma semana en que fue enterrado, un tribunal de Moscú revocó la licencia del periódico para publicar en Rusia, y puso fin a cualquier posibilidad de que se publicara periodismo independiente en el país.

La responsabilidad de las empresas tecnológicas

La desinformación viral es también un arma de la guerra moderna y contra ella lucha a diario Maria Ressa. Como cofundadora y directora general de Rappler, que está a la vanguardia de la lucha por la libertad de prensa en Filipinas, la periodista es una incansable defensora de los hechos, la verdad y la libertad de expresión. Ha revelado casos de manipulación de redes sociales por parte del Estado y ha supervisado investigaciones sobre ejecuciones extrajudiciales relacionadas con la llamada "guerra contra las drogas" del ex presidente Rodrigo Duterte. Al mismo tiempo, se ha enfrentado a una implacable persecución judicial, que ha dado lugar a múltiples detenciones, a una condena por un cargo falso de difamación cibernética y a otros seis casos en curso que, en teoría, podrían llevarla a la cárcel durante 100 años. Entretanto, Rappler podría ser cerrado por orden judicial.

Maria Ressa es una de las únicas 18 mujeres que han recibido el Premio Nobel desde su creación hace 120 años, de las que solo seis fueron reconocidas individualmente. La periodista sufre torrentes de violencia de género online, y considera que las empresas de redes sociales son cómplices de la crisis global de desinformación que socava la democracia y alimenta los ataques a la prensa. También sostiene que Facebook es en parte responsable de su propia situación. En su discurso de aceptación del Nobel, el 10 de diciembre del año pasado, afirmó que las grandes empresas tecnológicas practican el "capitalismo de la vigilancia". Las empresas que controlan nuestra información distorsionan los hechos y están diseñadas para dividirnos y radicalizarnos, dijo.

Hace unas semanas, la directora general de Rappler estuvo de nuevo en Oslo para hablar en el Centro Nobel de la Paz. Allí advirtió que el mundo tiene hasta 2024 para revertir la erosión de la democracia antes de alcanzar un punto de inflexión geopolítico. Expresó su gran preocupación por los resultados de las elecciones en Italia (en las que ya ganó una candidata de extrema derecha), Brasil (donde el resultado pende de un hilo), Turquía, Indonesia e India, así como por las elecciones presidenciales en Estados Unidos en 2024. En cada uno de estos casos, el desafío existencial que supone la desinformación viral, las redes conspirativas y la explotación geopolítica de las plataformas sociales amenazan con sumir al mundo en "el revés", una distopía antidemocrática que recuerda al terrorífico universo paralelo de Stranger Things.  

Encontrar soluciones

Pero Ressa cree que podemos cambiar el futuro si conseguimos reparar nuestro ecosistema de información, que se alimenta de la división y crea sociedades polarizadas, enojadas y temerosas, receptivas a líderes antiliberales. Debemos presionar para que las grandes empresas tecnológicas para las que las emociones como el miedo y la ira son las que más "tráfico" generan y, por tanto, las que más dinero cosechan asuman sus responsabilidades. Debemos buscar el conocimiento real y hablar claro, para que no sean solo las opiniones extremas y las que más vociferan las que definan la agenda. Ressa subraya la necesidad de volver a las noticias basadas en hechos y mediadas por la edición en estos tiempos peligrosos.

Es fundamental encontrar soluciones a los desafíos que plantean las deficiencias del sistema de información. Ese es el camino que definirá las oportunidades que tendremos para la paz. Un año después de la decisión del Comité del Nobel de premiar a Ressa y Muratov, ambos siguen brillando con luz propia.


Este artículo fue publicado originalmente por la organización matriz de IJNet, el Centro Internacional para Periodistas.

Imagen de Florian Pircher en Pixabay.