Taiwán, una joven democracia que se desarrolla bajo la amenaza de su poderoso vecino, ocupa el puesto 38 en la clasificación de la libertad de prensa de Reporteros sin Fronteras. Es también una de las democracias con menor nivel de confianza en los medios de comunicación. El entorno informativo de Taiwán refleja su universo político: cuestiona los vínculos con China y está dividido respecto de la concepción del país, lo que ha resultado en una sociedad extremadamente polarizada. Pero algunos, sobre todo los más jóvenes, se desvían de la regla.
Este artículo de la periodista Alice Hérait es el segundo de una serie que explora el tema: "Taiwán: ¿un entorno mediático verdaderamente libre?". Lee el primero aquí.
Las elecciones municipales y regionales de noviembre de 2022 tienen a los políticos taiwaneses en vilo. Las narrativas que compiten entre los medios de comunicación "verdes", afiliados a la actual administración presidencial, y los medios "azules", asociados a la oposición, utilizan la desinformación y la polarización para crear un entorno mediático en el que todo se ve través de una lente pro o antigubernamental.
Hace poco, Lin Chih-Chien, candidato del Partido Democrático Progresista (DPP) a la alcaldía de Taoyuan, una de las ciudades más importantes de la isla, fue acusado por el opositor Partido Kuomintang (KMT) de plagiar su tesis de maestría de 2007.
"Toda una parte fue tomada de una revista", asegura el canal pro-KMT TVBS, uno de los más vistos de la isla. Por su parte, el popular canal pro-DPP Formosa TV criticó al KMT en su titular: "El KMT confunde a Lin Chih-Chien con Li Meizhen", en referencia a un concejal del KMT también acusado de plagiar su tesis.
Es difícil llegar al fondo de la historia cuando los medios de comunicación implicados publican información que favorece sus filiaciones políticas, mientras omiten detalles inconvenientes. En esta particular serie de giros, que ocupa la cobertura de los medios taiwaneses desde principios de julio, los medios "azules" favorables a la oposición hacen hincapié en las incoherencias y las palabras exasperadas del político Lin Chih-Chien, mientras que los medios "verdes" favorables al gobierno insisten en la naturaleza dramática de las acusaciones del KMT.I
Una baja confianza en los medios
Descrita a menudo como una de las sociedades más libres de Asia, Taiwán es también una democracia en la que la confianza en los medios de comunicación es de las más bajas. "Cuando los taiwaneses ven estos canales, ven a personas que defienden a uno u otro bando. No creen que se trate de información fiable", dijo Will Yang, de la organización taiwanesa sin ánimo de lucro The Reporter, dos meses antes del escándalo de Lin Chih-Chien.
El fenómeno va más allá de la televisión. Aparte del Apple Daily de Hong Kong, cerrado hace poco en China y cuya versión taiwanesa está en proceso de compra, todas las revistas del país defienden los intereses de uno de los dos bandos políticos, especialmente cuando se trata de política interna. "En Taiwán, la libertad de expresión es bastante buena, pero cuando se mira más de cerca, hay manipulación, publicidad y el aspecto comercial es enorme", explicó Yang. "El problema es que los medios de comunicación son propiedad de empresarios".
En esta isla de 24 millones de habitantes se suele decir que, si no tienes éxito, te conviertes en periodista. Se trata de una expresión que muestra los sentimientos de los taiwaneses hacia su entorno informativo. Dirigidos principalmente por grandes empresas, los medios de la isla se inclinan hacia el sensacionalismo y el afán de lucro, lo que limita su capacidad para ofrecer información imparcial y generar un debate público fructífero.
"En la superficie, el entorno de los medios de comunicación es muy libre, ningún tipo de historia está prohibida", dice Chen*, una veterana periodista de revistas. "Pero en realidad, es difícil ganar dinero con las contribuciones individuales. Hay mucha información libre y mucha competencia. Los medios dependen en gran medida de los patrocinadores, los inversores privados o el apoyo del gobierno local o nacional".
En Taiwán se fomenta poco la cobertura informativa imparcial, explica: "Se ha vuelto muy común que el gobierno recompense, mediante apoyo financiero, a los medios que les dan una cobertura favorable".
De acuerdo con Chen, como la mayoría de los taiwaneses consumen noticias a través de las redes sociales, el gobierno también utiliza algoritmos para destacar sus propios contenidos. "Lo vemos donde trabajo: cuando publicamos un artículo que promueve una política gubernamental, tiene más visibilidad sin que nosotros hagamos nada. Pensamos que es el gobierno el que paga por promover ese contenido. Del mismo modo, los contenidos que critican al gobierno no tienen tanta visibilidad".
"A veces siento que la única opinión válida es la que dice 'Taiwán es un país independiente y el Partido Democrático Progresista (DPP) es genial'", se lamenta Chen.
El DPP, al que está afiliada la presidenta electa en 2016, Tsai Ing-wen, fue perseguido en su día bajo la ley marcial, cuando el KMT gobernaba como partido único. Ahora en el poder, el DPP goza de gran popularidad, especialmente entre los taiwaneses más jóvenes. El país, además, es popular en el extranjero, en gran parte gracias a su actitud desafiante hacia Pekín, que busca la reunificación de la isla con el continente, incluso con amenazas de fuerza militar.
Desinformación
La información falsa procedente de China es un problema. También se ha convertido en un tópico recurrente del gobierno taiwanés, que se toma la libertad de calificar como "fake news" ciertas informaciones que no lo merecen. "La desinformación procedente de China existe, pero creo que la verdadera crisis viene de dentro", dice Chen.
"Cuando el gobierno está en posición de declarar que algo es una 'noticia falsa', abre la puerta a los abusos", dijo Steven Butler, coordinador para Asia del Comité para la Protección de los Periodistas, a la revista Foreign Policy en 2020.
"Al llamar la atención sobre la desinformación china, el gobierno crea presión. Cualquier crítica a ellos tiene que ver con desinformación o amenazas externas", señala Chen, quien lamenta la desaparición gradual de artículos sobre China en su revista. "La gente ya no quiere leer sobre China y, a la larga, no creo que eso sea saludable. Tenemos derecho a que no nos guste China, pero tenemos que entenderla".
A medida que la sociedad se va polarizando, es cada vez más difícil para los periodistas ofrecer información sólida e imparcial y mantener al mismo tiempo ingresos estables. "En esta era digital, la represión ya no necesita adoptar la forma de balas o palos", concluye Chen.
*El nombre fue cambiado a petición de la periodista, quien no quiso revelar su identidad por temor a que sus críticas afecten su carrera.
Imagen de Rovin Ferrer en Unsplash.