A fines de junio, cinco empleados de la redacción del Capital Gazette de Maryand fueron asesinados. Se trató del 154° tiroteo masivo de 2018 solo en los Estados Unidos. Desde entonces, el número ha aumentado a 212, según el Gun Violence Archive. La organización contó ocho incidentes solo en los primeros cinco días de agosto.
Los tiroteos masivos representan una pequeña fracción de las muertes relacionadas con armas en ese país, pero son eventos terroríficos cuya magnitud atrae una intensa cobertura mediática. Un estudio de 2017 reveló que los periodistas estadounidenses piensan que informar sobre estos incidentes ya se ha convertido en rutina.
Hay varios recursos disponibles para cualquier periodista encargado de informar al público sobre un tiroteo masivo, aunque, según el estudio mencionado, muchos todavía recurren a prácticas dañinas.
En este contexto, la incorporación de mejores prácticas a la hora de informar ayuda a evitar imitaciones y minimiza las especulaciones inexactas. El periodismo responsable evita el sensacionalismo, respeta a las víctimas y sus familias y no usa imágenes o información que glorifiquen la violencia.
El año pasado, la UNESCO publicó un manual para combatir la "retórica explosiva, la cobertura exagerada y la estigmatización de los grupos minoritarios" en el contexto de acciones terroristas. El proyecto News University, de Poynter, también ofrece un seminario web gratuito sobre cómo informar sobre tiroteos masivos.
IJNet pidió a dos expertos del seminario, Daniel Reidenberg y Russell Palarea, recomendaciones útiles para periodistas. Sus consejos se resumen a continuación.
Evita nombrar al presunto tirador/agresor
"Cuanto menos se describa y se nombre al atacante, menos chances hay de que aparezca un imitador que quiera superarlo", dice Reidenberg, director ejecutivo de Suicide Awareness Voices of Education. "Más bien cubre a las víctimas y a los héroes que ayudan a los demás".
Para reducir el riesgo de propagar el efecto de contagio, los periodistas deben describir el comportamiento del tirador como ilegal y dañino, presentando los hechos de una manera que no romantice su historia ni sus acciones.
Evita especulaciones sobre enfermedades mentales
La mayoría de las personas que viven con una enfermedad mental no son violentas, de modo que ten cuidado para no confundir o perjudicar. "No sospeches de forma automática o, peor aún, concluyas directamente que el tirador está mentalmente enfermo", advierte Reidenberg. "Al hacerlo, se reduce la probabilidad de que las personas que viven con una enfermedad mental busquen tratamiento".
Si se confirma que el atacante recibió un diagnóstico psiquiátrico formal y vas a incluir esa información, no simplifiques excesivamente la situación ni insinúes que la enfermedad mental fue la causa de sus conductas agresivas. Si es posible, agrega un teléfono o contacto donde los interesados puedan pedir ayuda.
No des notoriedad a los perpetradores
El FBI estudió 160 incidentes con tiradores activos entre 2000 y 2013, y concluyó que muchos de estos agresores se han inspirado en incidentes anteriores y buscan la misma notoriedad.
"Las coberturas sensacionalistas que muestran al sujeto posando con armas o con una expresión amenazante pueden alimentar las motivaciones de otro sujeto para cometer un ataque", explica el Dr. Russell Palarea, psicólogo experto en la evaluación de amenazas. "En algunos casos, lo que los perpetradores buscan son justamente esas coberturas sensacionalistas”.
Y una vez que las consiguen, pueden alentarse nuevos ataques. "Enfócate menos en el recuento de cuerpos y los ataques récord, y más en las historias de los que perdieron la vida, y los factores de riesgo identificables para ayudar a prevenir el próximo ataque", sugiere el médico.
Educa sobre las señales de advertencia
Los tiroteos masivos –y otros ataques públicos violentos– no ocurren de la nada, como explica Palarea: "A menudo comienzan con la percepción de un agravio, a veces empiezan con el deseo de buscar notoriedad, o en ocasiones se inician con ambas causantes". Suele haber una acumulación de factores, durante la cual el sujeto se prepara y decide cometer el ataque.
Los periodistas tienen el poder de crear conciencia sobre las señales de advertencia, que incluyen la elección de objetivos, las amenazas explícitas, el enaltecimiento de otros atacantes, la conducta violenta y la compra de armas. Informar al público acerca de comportamientos que podrían conducir a la violencia masiva podría contribuir a evitar incidentes posteriores.
Esto no significa que los medios de comunicación deberían especular sobre los motivos, pero les da la oportunidad de educar al público sobre la complejidad de la violencia y alentar a más personas a buscar ayuda para sí mismas o para otros.
Los tiroteos son eventos traumáticos que no deben simplificarse ni sensacionalizarse. Los periodistas pueden minimizar su información sobre los perpetradores y centrarse en las víctimas y sus historias, a la vez que evitan el estigma y el daño adicional. Deben ser cuidadosos y reflexivos en las entrevistas con los sobrevivientes y los miembros de la comunidad afectada; como sugieren IJNet y el Dart Center for Journalism and Trauma: deben mostrar respeto, compasión y transparencia.
Imagen con licencia Creative Commons en Unsplash, vía rob walsh.