Cuando el COVID-19 apareció en Singapur a principios de 2020, el país cerró. Y los trabajadores migrantes, que representan más del 20% de la población y generalmente viven en dormitorios, quedaron aislados en sus pequeños espacios con acceso limitado a recursos y un temor constante a contraer el virus.
Activistas han calificado a la crisis sanitaria como la mayor crisis humanitaria de Singapur, y varios periodistas se pusieron en marcha para arrojar luz sobre las horribles condiciones en las que se encontraban estos trabajadores.
Las reporteras Toh Ee Ming y Kelly Ng estuvieron entre quienes decidieron cubrir el tema.
“Queríamos hacer un aporte y agregar algo a la historia pero había una sobresaturación de información. Lo que no había en ese momento era mucha información sobre el aspecto de la salud mental”, cuenta Ee Ming. "Quisimos mostrar de qué manera los trabajadores migrantes estaban lidiando con la crisis, incluidas algunas formas más alegres de hacerlo, aparte de las condiciones sombrías".
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Su trabajo sobre los migrantes de los dormitorios durante la pandemia se publicó en Southeast Asia Globe en octubre pasado. Se enfoca específicamente en el costo psicológico del aislamiento y fue seleccionado como una de las principales historias compartidas en octubre en el Foro de Cobertura de la Crisis Mundial de Salud, un proyecto co-creado por IJNet y nuestra organización matriz, el Centro Internacional para Periodistas.
"Esta historia fue, ante todo, una historia humana que aborda un problema muy real que la pandemia no hizo más que agravar. La variedad de ángulos que cubrieron los periodistas, incluidas las voces de los propios migrantes, además de las impresionantes fotografías, la convirtieron en una historia extensa y cautivadora", señala la directora de Participación Comunitaria de ICFJ, Stella Roque.
Ambas periodistas han cubierto a migrantes en el pasado, lo que les permitió echar mano de contactos ya establecidos para acercarse a los trabajadores de los dormitorios, cuyo acceso puede ser difícil. También utilizaron las redes sociales para conectarse con la comunidad de trabajadores migrantes que, como otras, ha recurrido a la tecnología para mantenerse comunicada.
“Debido a las medidas de confinamiento en Singapur, solo podíamos comunicarnos con ellos a través de mensajes de texto o llamadas, lo que en parte es un poco lamentable”, explica Ng. "Realmente desearías poder encontrarte cara a cara".
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Quienes viven dentro de los dormitorios dijeron sentirse como si estuvieran en una prisión debido a las malas condiciones de vida, la mala calidad de la comida y el aislamiento. Contar el estrés mental creado por esas circunstancias, junto con la ansiedad por contraer el virus, fue una prioridad para Ng y Ee Ming.
"La pandemia ha sido un evento muy angustiante para muchos de nosotros, y creo que más para estos trabajadores migrantes de bajos salarios, porque no es un secreto que sus condiciones de vida no son las mejores", dice Ng. "Fueron uno de los primeros grupos en ser confinado y por períodos de tiempo más largos, bajo condiciones mucho más restrictivas que el resto de nosotros".
Esta historia ayudó a las periodistas a arrojar luz sobre la difícil situación de los migrantes, al tiempo que demostró la resiliencia y el compromiso de los trabajadores entre sí, que a menudo se puede perder de vista en discursos victimizadores.
Por ejemplo, Islam Rockybul, trabajador migrante y coordinador de seguridad que fue entrevistado para la historia, realiza videollamadas con más de 100 trabajadores que supervisa y sus familias para mantenerse en contacto. Él y su esposa en Bangladesh también hacen videollamadas para hacer yoga juntos.
Zakir Hossain Khokan, otro trabajador migrante entrevistado, fue diagnosticado con el virus en abril. Sin embargo, eso no le impidió coordinar donaciones de productos de higiene y material de lectura desde su cama de hospital. Ee Ming lo entrevistó a través de mensajes de voz, pero dijo que era difícil enviar una sola pregunta y respuesta por vez.
Tras la publicación, un amigo médico alentó a Ng y Ee Ming a reunir una lista de recursos para trabajadores migrantes, ya que la información de las organizaciones no gubernamentales puede ser escasa. El resultado se llama Queridos hermanos migrantes y está disponible para que los trabajadores lo descarguen mediante un código QR.
A pesar de que las condiciones en las que han vivido estos trabajadores durante la pandemia se hizo conocida en Singapur, algunos creen que se hará poco para mejorar la vida de las comunidades de migrantes en los dormitorios superpoblados.
“Muchos dijeron que sentían que el ciclo de las noticias había avanzado”, cuenta Ee Ming. "Se sienten un poco desilusionados porque las condiciones parecen haber vuelto a la normalidad, y todavía están hacinados en dormitorios ocupados por entre ocho y 20 hombres, o en la parte trasera de los camiones".
"Un trabajador dijo que cree que no aprendimos nada del COVID-19", agregó. "Eso me impactó mucho".
Imágenes cortesía de Toh Ee Ming y Kelly Ng.
Chanté Russell se acaba de graduar de la Universidad de Howard y es pasante de programas en el Centro Internacional para Periodistas.