En las colinas que rodean la ciudad de Río de Janeiro hay favelas: populosos barrios de clase trabajadora, cada uno con su propia identidad, cultura y demografía. Estas comunidades son también en gran parte desfavorecidas: falta de agua potable y otros servicios, conectividad irregular, delincuencia organizada y violencia policial son algunos problemas cotidianos de los residentes, que rara vez aparecen principales medios de comunicación brasileños.
En respuesta, una nueva generación de periodistas brasileños de las favelas, quilombos y otras comunidades periféricas del país han lanzado plataformas para contar las experiencias y perspectivas de sus residentes y abogar por la justicia para sus comunidades. "El objetivo es mostrar el interior en lugar del exterior", dijo Raimundo José, periodista de TV Quilombo, durante una mesa redonda celebrada en mayo en el Festival 3i de Río de Janeiro. "Creemos firmemente que no hay nadie mejor para contar nuestras historias que nosotros mismos".
Es lo que en Brasil se llama "periodismo periférico", explicó Daiene Mendes, cofundadora de Favela em Pauta: "La idea es proponer una alternativa a la información de arriba abajo, impulsada por élites, que contribuye a alimentar prejuicios y estereotipos de la audiencia. En su lugar, el objetivo es informar 'desde la gente, para la gente'".
En el Festival 3i, tres periodistas periféricos hablaron sobre su trabajo dentro de las comunidades. También conversé con Mendes sobre la importancia de las voces de las comunidades periféricas y de cómo este enfoque puede servir de modelo para el periodismo comunitario en otros lugares.
Historia
Las comunidades periféricas de Brasil han sido moldeadas por la singular historia del país. Los éxodos rurales del campo a las grandes ciudades en los años setenta y ochenta dieron lugar a las favelas actuales, mientras que los quilombos se formaron a lo largo de los siglos por esclavos evadidos y sus descendientes. En la actualidad, Brasil cuenta con más de 11.000 favelas y 6.000 quilombos. Estas comunidades también están creciendo: hoy son el hogar de aproximadamente 16 millones de personas, frente a los 11 millones de 2010.
En 2002, las relaciones entre la gran prensa brasileña y las comunidades periféricas se derrumbaron tras el trágico asesinato del periodista Tim Lopes en la favela de Vila Cruzeiro de Río. La policía restringió severamente el acceso a la favela tras el incidente. "La relación entre la cobertura de la prensa y la favela cambió", afirmó Mendes. "Ahora, para que los periodistas puedan entrar en una favela, hay que atravesar el muro policial. Eso cambia fundamentalmente la forma de ver la favela".
Tras el asesinato de Lopes, las coberturas sobre las favelas comenzaron a hacerse desde el punto de vista casi exclusivo de la seguridad, poniendo el foco en el crimen organizado, asesinatos y acciones policiales en detrimento de la información sobre otros asuntos cotidianos, como el acceso al agua corriente, explicó Mendes. Con las restricciones para acceder al espacio, las voces al interior de esas comunidades quedaron silenciadas. "La versión oficial de lo que ocurría en la favela se convirtió en la versión policial", afirmó Mendes.
Esto fue especialmente cierto durante las redadas de 2010, que buscaban "pacificar" el crimen organizado en el período previo a la Copa del Mundo de Brasil 2014. Las redadas se saldaron con violencia generalizada, incluida brutalidad policial. Y sirvieron como llamada de atención para los jóvenes periodistas y comunicadores de las favelas. "El trato que recibimos es tan brutal y violento que es necesario grabar para contar con pruebas", afirma Mendes.
El periodismo periférico surgió como respuesta, informando desde las propias comunidades y poniendo de relieve injusticias que rara vez cubren los medios de comunicación tradicionales.
"Los medios tradicionales miran a la favela desde fuera, pero ahora la cobertura llega desde dentro", dijo Mendes.
Panelistas en el Festival 3i Festival de Rio de Janeiro
Responder a una necesidad
Al informar sobre el racismo, las violaciones de derechos y la brutalidad policial, los periodistas periféricos son algo más que simples periodistas. Son defensores de sus comunidades.
"No hay distancia entre el lugar y yo: yo soy ese espacio, formo parte de él", afirma la comunicadora comunitaria y periodista Gizele Martins, de la favela de Maré, en Río. "Los que están lejos no entienden quiénes somos y qué hacemos".
La conexión con el espacio da a los periodistas periféricos una perspectiva de la que suelen carecer los profesionales de otros medios. "Si entrevisto a alguien, lo veo como yo mismo; esto aleja su identidad de los estereotipos", dijo Martins.
La importancia de los comunicadores en las comunidades periféricas se hizo aún más evidente durante el punto álgido de la pandemia de COVID-19. Incluso cuando el entonces presidente Jair Bolsonaro restaba importancia a la crisis, los periodistas de la periferia comunicaban la gravedad de la situación y la necesidad de vacunas. "La comunicación es un producto en la industria de los medios, pero necesaria en la periferia", explicó Mendes. "Esa es la diferencia. Los que utilizan la comunicación necesitan la comunicación".
Empoderar a estas comunidades forma parte de un objetivo más amplio: luchar por su supervivencia y su dignidad. "TV Quilombo muestra una voz que siempre ha estado ahí, que ya existía, pero que ha sido silenciada", dijo José sobre las comunidades quilombolas de Brasil a las que sirve su medio. "Incrementa su idea de identidad, su sentimiento de pertenencia".
Para los periodistas periféricos, este tipo de trabajo no solo es importante, sino existencial. "Estamos rescatando nuestra historia, nuestra identidad. Cuando rescatamos esto nos estamos defendiendo a nosotros mismos y a nuestras comunidades", afirma Martins. "Es nuestra vida lo que estamos defendiendo a través de este periodismo".
Hacia un futuro impulsado por la comunidad
El periodismo periférico sienta las bases de un futuro más comunitario, receptivo y responsable para el periodismo brasileño en general. La capacidad de innovar con un presupuesto reducido, por ejemplo, es un aspecto que otros medios comunitarios pueden emular.
"No nos ponemos en el contexto de ser más pequeños. Somos mucho mejores, nos reinventamos a partir de nuestras propias dificultades", afirma Martins.
José recordó cómo TV Quilombo empezó con una sola cámara fabricada con cartón y, cuando necesitó imágenes aéreas, utilizó un palo alto de bambú para simular un dron. "Para cada problema creábamos una nueva solución".
Para Mendes, el periodismo periférico es un componente de un nuevo tipo de "periodismos" plurales, junto con el periodismo comunitario e indígena.
"Toda mi vida he visto desinformación sobre mi cultura y mi pueblo", dijo. "Comunidad, periferia, local: son todas categorías para intentar pensar en un nuevo sistema de comunicación capaz de compartir la memoria de ser pueblo, de ser humano".
O, como dijo el periodista de la periferia de São Paulo Tony Marlon en respuesta a los comentarios de que ya nadie lee el periódico: "Ese 'nadie' es mi madre. Son nuestros padres, nuestras madres, nuestros tíos y tías".
“Nada de nós, sem nós,” dijo. “Nada de nosotros sin nosotros.”
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