La pandemia de COVID-19 empujó al mundo a un ciclo acelerado e interminable de emergencia tras emergencia. Tanto el público como los periodistas vivieron inmersos en noticias de última hora, lo cual fue quizás inevitable. Pero esto tuvo un coste: los árboles taparon el bosque y sesgaron la visión global de lo que estaba ocurriendo.
Esta situación fue especialmente sensible para los periodistas de datos, quienes informaban constantemente de las últimas cifras en torno a la pandemia. Rara vez podían dar un paso atrás y pensar en la crisis de una manera más sistemática. Por eso lanzamos The Great Wave.
The Great Wave es un proyecto de periodismo de datos que fundé durante una beca de un año en la Escuela Internacional de Estudios Avanzados (SISSA) de Trieste, Italia: un centro de investigación centrado en la física, la neurociencia, las matemáticas y la comunicación científica.
Como líder del proyecto y periodista visual, pensé que era la oportunidad perfecta para hacer un descanso de la cobertura de emergencia sobre la pandemia a la que todos nos dedicamos durante casi dos años. Mi equipo y yo quisimos ampliar la mirada sobre lo ocurrido en 2020, centrándonos en las mejores evidencias disponibles.
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Exploramos cientos de estudios científicos para dar con los que mejor muestran lo que hemos aprendido hasta ahora. También hablamos con docenas de expertos que nos guiaron en la incertidumbre de las muchas cosas que aún no comprendemos del todo, desde el COVID largo hasta los efectos del virus en la salud mental.
Al trabajar con el departamento de data science de SISSA, nos encontramos, en algunos casos, con grandes volúmenes de datos. Mostrar las cifras de forma sencilla era muy importante para nosotros; nuestro proceso de trabajo era riguroso, pero también queríamos que los datos fuesen accesibles para los no expertos. Por eso, la visualización era un elemento clave.
Nos asociamos con la diseñadora de información Federica Fragapane con el fin de humanizar la información. Desde el principio, decidimos que nuestras visualizaciones mostrarían que estábamos hablando de personas reales y de sus historias; no solo de cifras abstractas. Dedicamos mucho tiempo a averiguar qué diseños servirían mejor a este propósito, y nos decidimos por los siguientes:
Nuestra esperanza era que los números no taparan a las personas detrás de ellos.
El proyecto explora el inicio de la pandemia en Italia, desde los primeros casos documentados hasta el gran brote de Bérgamo, en la región de Lombardía, mostrando los efectos en la salud física y mental, la economía y la sociedad en general.
También permite a los lectores ver todas las diversas respuestas a la pandemia con un solo vistazo: ¿Qué pensábamos sobre el virus? ¿Era correcto? En muchos de los grandes países occidentales, las políticas se centraron en la contención y los cierres y confinamientos, mientras que los funcionarios basaron sus medidas de salud pública en la suposición de que el SARS-CoV-2 se comportaba como los virus de la gripe. Sin embargo, cuando quedó claro que el virus era en realidad muy diferente, las políticas tardaron en cambiar y, en muchos casos, nunca lo hicieron. La visualización de datos también nos ayudó a comprender eso.
Otros países —muchos de ellos en Asia— entendieron mejor cómo se comportó el SARS-CoV-2 desde el principio, y actuaron en consecuencia. A mediados de enero de 2020, se aconsejó a los residentes de Hong Kong que evitaran los lugares concurridos con poca ventilación, por ejemplo. Mientras tanto, otros países de Occidente tardaron meses en aceptar que el virus podía transmitirse por el aire.
También en enero de ese año, las fábricas de Japón comenzaron a producir mascarillas quirúrgicas las 24 horas del día. Al otro lado del mundo, en cambio, se aconsejó a la gente que no las usara y, en algunos casos, incluso se convirtió en una batalla política. El rastreo avanzado de contactos y el uso de aplicaciones de rastreo no se impusieron fácilmente en Occidente, mientras que en países como Corea del Sur y Taiwán, entre otros, su uso ayudó a identificar y aislar las cadenas de transmisión.
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El resultado final del enfoque seguido por muchas naciones europeas y por Estados Unidos condujo a algunos de los peores resultados posibles: un elevado número de muertes, economías paralizadas y, a menudo, la necesidad de limitar estrictamente las libertades individuales para evitar el colapso de los sistemas sanitarios. Los países que pudieron seguir mejor la investigación científica y adaptar sus respuestas a ella sufrieron menos muertes y enfermedades graves, y no se vieron obligados a cerrar sus economías ni a restringir las libertades individuales con tanta frecuencia.
Los resultados de nuestro proyecto aparecieron en medios de comunicación nacionales y locales de Italia, suscitando debates sobre el timing y la eficacia de la respuesta del país a la pandemia. Algunas autoridades de salud pública denegaron nuestras solicitudes de acceso a la información, y la falta de transparencia en torno a datos epidemiológicos críticos fue también uno de los temas más controvertidos.
Este proceso nos enseñó que muchas de las realidades de la pandemia solo podían verse si se daban unos pasos atrás. Un proyecto de un año de duración es raro, pero era necesario para que pudiéramos entender mejor una crisis de esta magnitud. Prestar demasiada atención a las noticias que se publican a diario hacía más difícil centrarse en el panorama general. El periodismo visual nos ayudó a captarlo.
Foto de Jakayla Toney en Unsplash.