Esta investigación fue coescrita entre Julie Posetti, Nermine Aboulez, Kalina Bontcheva, Jackie Harrison y Silvio Waisbord.
Un número alarmantemente alto de mujeres periodistas son ahora blanco de ataques online asociados con campañas de desinformación digital orquestadas. El impacto de estos ataques incluye la autocensura, la elección de alejarse de la visibilidad, un mayor riesgo de lesiones físicas y un costo grave para la salud mental. ¿Los principales perpetradores? Trolls anónimos y actores políticos.
Estos hallazgos se encuentran entre los primeros publicados en una encuesta realizada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ) sobre la violencia en línea contra mujeres periodistas. Pintan un retrato global de la naturaleza profundamente arraigada del abuso de género, el acoso y los ataques sexualizados contra mujeres periodistas, junto con los obstáculos para encontrar soluciones efectivas.
La encuesta es la más completa y geográficamente diversa realizada hasta el momento sobre el tema de la violencia en línea. Se ofreció en cinco idiomas y recibió respuestas de 714 mujeres periodistas en 113 países. Es parte de un estudio más amplio encargado por la UNESCO para examinar la violencia en línea en 15 países, con énfasis en las experiencias interseccionales y el Sur Global.
Las mujeres periodistas encuestadas dijeron que habían sido sometidas a una amplia variedad de formas de violencia online, incluidas amenazas de agresión sexual y violencia física, lenguaje abusivo, mensajes privados de acoso, amenazas de dañar su reputación profesional o personal, ataques de seguridad digital, tergiversación a través de imágenes manipuladas y amenazas económicas.
Estos métodos de ataque son cada vez más sofisticados y evolucionan con la tecnología. También están cada vez más asociados con ataques orquestados alimentados por tácticas de desinformación diseñadas para silenciar a las periodistas. Esto apunta a la necesidad de que las respuestas a la violencia en línea crezcan al mismo ritmo en términos de sofisticación tecnológica y coordinación colaborativa.
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Estos son los 12 hallazgos principales del informe que fue publicado por la UNESCO en conmemoración del Día Internacional de los Derechos Humanos:
(1) Casi tres de cada cuatro mujeres encuestadas (73%) dijeron que habían experimentado violencia online.
Los ataques online hacia mujeres periodistas han sido un problema durante muchos años. Ahora, estos parecen estar aumentando en forma drástica e incontrolable en todo el mundo, como ilustraron nuestras encuestadas.
(2) Amenazas de violencia física (25%) y sexual (18%) afectaron a las mujeres periodistas encuestadas.
Pero estas amenazas no solo están dirigidas a dichas mujeres sino que se extienden. El 13% de las encuestadas dijo que había recibido amenazas de violencia contra sus allegados.
(3) Una de cada cinco mujeres encuestadas (20%) dijo que había sido atacada o abusada fuera del entorno de internet en incidentes originados online
Este dato es particularmente preocupante dada la correlación emergente entre los ataques online y el asesinato impune de periodistas. En hallazgos relacionados, el 13% dijo que aumentó su seguridad física en respuesta a la violencia en línea, y el 4% dijo que había faltado al trabajo debido a la preocupación de que los ataques salieran de la esfera online. Esto pone en evidencia tanto su sensación de vulnerabilidad como su conciencia de las posibles consecuencias de los ataques digitales.
(4) Los impactos en la salud mental de la violencia online fueron la consecuencia identificada con mayor frecuencia (26%). El 12% de las encuestadas dijo que había buscado ayuda médica o psicológica debido a los efectos de la violencia en línea, y el 11% dijo que se había ausentado al trabajo como resultado.
La violencia online contra mujeres periodistas genera un daño psicológico significativo, especialmente cuando es abundante y sostenida. Pero nuestra encuesta también demostró que los empleadores de los medios de comunicación deben hacer mucho más para apoyar la salud mental y el bienestar de sus periodistas. Solo el 11% de nuestras encuestadas dijo que su empleador les brindaba acceso a un servicio de terapia si eran atacadas.
(5) Casi la mitad (48%) de las mujeres informaron haber sido acosadas por medio de mensajes privados no deseados.
Esto demuestra que gran parte de la violencia en línea dirigida hacia mujeres periodistas ocurre en las sombras de internet, lejos de la vista del público, por lo que abordar el problema puede ser aún más difícil.
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(6) El tema que se identificó con mayor frecuencia en asociación con el aumento de los ataques fue el género (47%), seguido de la política y las elecciones (44%), y los derechos humanos y la política social (31%).
Estos datos subrayan el rol de la misoginia en la violencia online contra mujeres periodistas. También destaca el papel de los ataques políticos a la prensa, relacionados con la política populista en particular, que exacerban las amenazas a la seguridad del periodismo.
(7) El 41% de las mujeres encuestadas dijo que había sido blanco de ataques online que parecían estar vinculados a campañas de desinformación orquestadas.
Las mujeres periodistas se encuentran cada vez más en la mira de las campañas de desinformación digital que aprovechan la misoginia y otras formas de discurso de odio para desprestigiar el periodismo crítico.
(8) Los actores políticos fueron la segunda fuente más frecuentemente señalada (37%) de ataques y abusos después de “atacantes anónimos o desconocidos” (57%).
El papel de los actores políticos como fuente primaria y autores principales de la violencia online contra mujeres periodistas es una tendencia alarmante confirmada por esta encuesta. Mientras tanto, la proliferación de cuentas “troll” anónimas y seudónimas complica el proceso tanto de investigar a los perpetradores como de hacerlos responsables. La falta de transparencia y la capacidad de respuesta limitada de las plataformas, especialmente aquellas donde los ataques son prolíficos, agrava este problema.
(9) Facebook fue calificada como la menos segura de las cinco principales plataformas o aplicaciones utilizadas por los participantes, con casi el doble de encuestadas que la calificaron como "muy insegura" en comparación con Twitter. También atrajo tasas desproporcionadamente más altas de informes de incidentes entre las encuestadas (39% en comparación con el 26% de Twitter).
Teniendo en cuenta el rol de Facebook y Twitter como los principales vectores de ataques en línea contra mujeres periodistas, los niveles de reportes a las empresas de redes sociales demostrados por las encuestadas parecen relativamente bajos. Esto probablemente refleja tanto un sentido de inutilidad asociado con frecuencia con estos reportes, como una reticencia general entre las mujeres encuestadas a plantear estos problemas con el afuera. Además, el hallazgo subraya la urgente necesidad de que las principales empresas de Internet cumplan con su deber de cuidado y aborden de manera más eficaz la violencia en línea contra las periodistas.
(10) Solo el 25% de las encuestadas informó a sus empleadores sobre incidentes de violencia online. Las principales respuestas que dijeron que recibieron fueron: ninguna respuesta (10%) y consejos como "ser menos sensible" o "endurecerse" (9%). El 2% dijo que se les preguntó qué hicieron para provocar el ataque.
Las encuestadas demostraron la existencia de un doble impedimento para la acción efectiva para enfrentar la violencia en línea experimentada en el curso de sus empleos: bajos niveles de acceso a los sistemas y mecanismos de apoyo, y a la vez bajos niveles de conciencia sobre la existencia de medidas, políticas y pautas para abordar el problema.
(11) Las mujeres periodistas encuestadas indicaron con mayor frecuencia (30%) que responden a la violencia en línea que experimentan autocensurándose en las redes sociales. El 20% describió cómo se retiraron de toda interacción en línea y el 18% evitó específicamente la participación del público.
Tales actos, que podrían considerarse medidas defensivas empleadas por las mujeres para preservar su seguridad, demuestran la efectividad de las tácticas de ataque en línea: están diseñadas para desprestigiar el periodismo crítico, silenciar a las mujeres y amordazar la verdad.
(12) La violencia online tiene un impacto significativo en el empleo y la productividad de las mujeres encuestadas. En particular, el 11% informó haber faltado al trabajo, el 38% se retiró de la visibilidad (por ejemplo, pidiendo que las sacaran del aire o refugiándose detrás de seudónimos), el 4% renunció a sus trabajos y el 2% incluso abandonó el periodismo por completo.
Si bien algunas de estas cifras pueden parecer pequeñas, este es un indicador significativo del poder destructivo del problema. Estos datos también demuestran las implicaciones negativas de la violencia en línea para la diversidad de género en (y a través de) los medios de comunicación.
En definitiva, los primeros resultados de esta encuesta muestran que la violencia en línea contra las mujeres periodistas es un fenómeno mundial que exige una acción urgente. Para que se mantenga la libertad de expresión, para que florezca la diversidad en el periodismo y para que el acceso a la información sea igualitario, las mujeres periodistas deben ser vistas y escuchadas.
El clima de impunidad que rodea a los ataques online plantea preguntas que exigen respuestas. La impunidad envalentona a los perpetradores, desmoraliza a la víctima, erosiona los cimientos del periodismo, exacerba los riesgos para la seguridad del periodismo y socava la democracia. Basándose en estos hallazgos inquietantes, en el informe se presentan nueve recomendaciones de acción dirigidas a los gobiernos, las plataformas de redes sociales y los empleadores de la industria de los medios.
Si has encontrado este contenido angustiante o difícil de discutir, no estás sola. Hay recursos disponibles para ayudarte. Empieza explorando los recursos del Centro Dart de Periodismo y Trauma, y busca apoyo psicológico si es necesario.
Autores del estudio: la Dra. Julie Posetti es la directora global de investigación del Centro Internacional para Periodistas (ICFJ). Es una periodista galardonada, académicamente afiliada al Centro para la Libertad de los Medios de Comunicación (CFOM) de la Universidad de Sheffield y al Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo (RISJ) de la Universidad de Oxford. Nermine Aboulez es investigadora asociada de ICFJ y candidata a doctorado en la Universidad de Oregón. Kalina Bontcheva es profesora de informática en la Universidad de Sheffield y miembro del CFOM. Jackie Harrison es profesora de comunicación pública, integra la cátedra UNESCO sobre libertad de medios, seguridad del periodismo e impunidad y es presidenta del CFOM en la Universidad de Sheffield. Silvio Waisbord es director y profesor de la Escuela de Medios y Asuntos Públicos de la Universidad George Washington.
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