Tras emigrar a Estados Unidos en 2006 con un visado de cónyuge, la periodista mexicana radicada en Arizona Maritza L. Félix trabajó durante más de una década para demostrar que su profesión le hacía merecedora de una residencia permanente en el país.
"Venir a Estados Unidos legalmente es muy difícil, pero como periodista lo único que tengo es mi firma y necesitaba protegerla", dijo Félix. "Me aseguré de hacer las cosas bien, pero es un proceso muy largo, doloroso y caro. Me llevó más de una década demostrar que merecía estar aquí".
A pesar de los retos que tuvo que afrontar en el camino, la dedicación de Félix a cambiar la forma en que se cubre la inmigración le valió varios premios, incluidos cinco Emmys a la mejor periodista de investigación y productora. "Cuando intentaba conseguir mi tarjeta de residencia, me convertí en una contadora de premios porque necesitaba tener varios premios para demostrar que era digna de estar aquí. Hoy ya no persigo premios. Si alguno llega, está bien", dice.
Tras conseguir su permiso de trabajo, Félix se incorporó a La Prensa Hispana como jefa de información. También ha producido contenidos para Telemundo Arizona, The Hechinger Report, The Nation, Yes Magazine y Slate. Actualmente es becaria de impacto comunitario John S. Knight en Stanford, una oportunidad que encontró a través de IJNet.
El año pasado puso en marcha Conecta Arizona, una iniciativa transfronteriza en español para combatir la desinformación a través de aplicaciones de mensajería y ofrecer información fiable sobre la pandemia y las vacunas.
A continuación, Félix nos habla de su trabajo en la frontera y de sus logros profesionales. También ofrece consejos para los periodistas mexicanos que estén interesados en informar en Estados Unidos.
¿Qué te inspiró a crear Conecta Arizona?
Un día estaba googleando, intentando encontrar más investigaciones en español sobre la pandemia y no pude encontrar nada. Así que empecé traducir contenidos en mis redes sociales y obtuve una gran respuesta de personas que preguntaban sobre la pandemia, el coronavirus, las vacunas y las restricciones fronterizas.
Entonces me di cuenta de toda la desinformación que se estaba difundiendo a través de las aplicaciones de mensajería. La necesidad de contar con información verificada sobre la pandemia en español en Arizona y Sonora inspiró a Conecta Arizona.
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¿Qué diferencias importantes has notado entre el periodismo en Estados Unidos y en México?
En Estados Unidos me siento más segura, eso es lo más importante. Informar en México es como hacerlo en una zona de guerra, es realmente peligroso. Admiro a mis colegas de allí porque todos los días se juegan la vida para hacer su trabajo.
Aunque intento conseguir más oportunidades en español en Estados Unidos, creo que tenemos más privilegios a este lado de la frontera que en México. Allí hay mucho talento, pero faltan oportunidades y recursos para los periodistas.
¿Cuál es la historia más gratificante que has cubierto?
Llevo siguiendo familias desde 2014. Soy una de esas periodistas que encuentra una historia y la sigue para siempre. Creo que la inmigración no consiste solo en informar sobre el día en que llegaron a Estados Unidos o sobre el país al que van, sino en hablar del día siguiente, de los seis meses siguientes y del año posterior.
En marzo, publiqué un artículo en The Nation sobre una familia que fue separada en la frontera en 2018. Volé a Tennessee para conocerlos, y he hecho un seguimiento desde entonces. Hace poco tuvieron un bebé.
Creo que las historias de quienes vienen a buscar una vida mejor son las que más me gusta contar. Aunque he tenido la oportunidad de cubrir a Trump, a Obama y la presidencia de México, creo que las historias de las personas, de interés humano, son las que me alegran el corazón.
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¿En qué se diferencia trabajar en la frontera de hacerlo en otras partes de Estados Unidos?
La frontera es una entidad propia. Es completamente diferente del resto de Estados Unidos. Hay que conocer la frontera y salir de ella para poder informar sobre ella. La inmigración ha sido mi tema durante más de 10 años, y creo que tenemos que empezar a cambiar los discursos. Siempre hablamos de los inmigrantes como los pobres que vienen a Estados Unidos en busca del sueño americano, pero la inmigración tiene muchas caras.
Tenemos que dejar de hablar de la frontera solo en términos del muro y la violencia y hablar más acerca de los puentes que tendemos entre las comunidades y de cómo, independientemente de las restricciones fronterizas, la violencia y la política, seguimos conectados y seguimos floreciendo.
¿Qué consejo darías a los periodistas mexicanos que desean informar en Estados Unidos?
Tienen que tener en cuenta que va a ser un proceso largo, doloroso y muy caro, pero se puede hacer y yo soy una prueba de ello. A pesar de todo lo que sufrí por vivir con un visado de trabajo, pude autopatrocinar mi tarjeta verde y eso me cambió la vida.
Lo otro es valorar tu trabajo. A veces tenemos ese síndrome del impostor que nos dice que no somos los suficientemente buenos y que otros podrían hacer un mejor trabajo. Pero no es el caso. Somos únicos y tenemos nuestras propias experiencias. Conocemos nuestras comunidades, y hemos trabajado para estar donde estamos ahora.
Fotos cortesía de Maritza L. Félix.