La crisis climática es global, pero pocos periodistas turcos informan sobre ella. Y cuando lo hacen, no suelen lograr comunicar la urgencia del problema.
"En Turquía hay una notable ausencia de expertos en cambio climático y política climática entre corresponsales y periodistas. En concreto, faltan periodistas dedicados al clima", afirma Özlem Katısöz, coordinador de políticas para Turquía de la Red de Acción Climática.
Aun así, algunos periodistas turcos se dedican al tema e informan sobre la deforestación debida a la minería de carbón, los incendios forestales provocados por el cambio climático y los efectos de los mercados de combustibles fósiles en las instituciones públicas.
Junto con el trabajo producido por el sector cultural de Turquía, estos periodistas se esfuerzan por cubrir la crisis y sus múltiples consecuencias frente a múltiples desafíos.
Desafíos de la cobertura climática
El calentamiento de los mares turcos debido al cambio climático es un ejemplo de un tema que ha recibido poca cobertura en los medios de Turquía. Los científicos marinos afirman que sus efectos, como la introducción de peces globo y peces león invasores, son una gran amenaza para el ecosistema marino.
"Las comunidades no están bien educadas. No es fácil convencerlas de que la aplicación de la ley es fundamental", afirma Zafer Kizilkaya, director fundador de la Sociedad para la Conservación del Mediterráneo y primer ciudadano turco galardonado con el Premio Goldman de Medio Ambiente, también conocido como el Nobel Verde.
En un panorama dominado por medios progubernamentales, no son pocos los periodistas que se muestran reacios a producir trabajos críticos con las políticas medioambientales del gobierno. La contribución relativamente pequeña del país a las emisiones de carbono en comparación con los principales emisores del mundo, como Estados Unidos y China, también disminuye la seriedad con la que el gobierno y la industria responden a la cobertura de las cuestiones climáticas.
La independencia energética de Turquía también se suele reducir a una cuestión de seguridad nacional. La dependencia del carbón del país para alimentar su red eléctrica es una cuestión que se debate en los medios nacionales como un asunto de política local, a pesar de las protestas contra la deforestación a gran escala en la región egea de Akbelen, entre otras catástrofes medioambientales.
En 2021, el gobierno turco añadió "Cambio Climático" al título de su Ministerio de Medio Ambiente y Urbanismo, pero esto ha hecho poco avanzar realmente en la concreción de objetivos medioambientales.
Cobertura en Turquía hoy
Como resultado de estos desafíos, la información sobre las consecuencias a largo plazo de las emisiones climáticas es prácticamente inexistente.
"Por desgracia, la falta de conocimientos sobre clima entre los representantes de los medios de comunicación supone un problema a la hora de cubrir las noticias desde una perspectiva climática en Turquía", dice Katısöz. "Sin embargo, hemos conseguido salvar esta brecha colaborando con colegas expertos y utilizando diversos canales de comunicación, tanto tradicionales como las redes sociales".
Por ejemplo, un grupo de reflexión sobre el clima, Ember, goza de la rara posición de ser respetado tanto por actores de la industria como por ecologistas debido a sus informes que se basan en datos cuantitativos recopilados y analizados por equipos de investigadores reputados. "Nuestro enfoque consistió en encontrar un equilibrio entre pesimismo y optimismo en nuestros mensajes", afirma Ufuk Alparslan, responsable regional de Ember en Turquía.
En un estudio reciente, Ember elogió el porcentaje de electricidad eólica de Turquía en comparación con otros países, y criticó el hecho de que la energía solar se quedara atrás. "Este tipo de mensajes y encuadres funcionan bien en Turquía: independencia energética, ahorro de importaciones, hacer que Turquía sea más independiente de otros países", continúa Alparsian. "Pero si nos centramos solo en los aspectos medioambientales, como el objetivo de 1,5 grados centígrados o la reducción de emisiones, la gente no está realmente interesada".
Algunos medios alternativos que cubren clima y medio ambiente también han conseguido cierto éxito. Entre ellos están Yeşil Gazete, un sitio web ecologista, y Kaldıraç, una revista mensual que ha cubierto las protestas contra la minería del carbón y la destrucción de espacios verdes por los megaproyectos de Erdogan. Otros medios más convencionales, como la serie "Verde" de la emisora de radio Açık Radyo, y publicaciones de izquierda como el diario BirGün, han informado sobre la central nuclear de propiedad rusa en Turquía y el calentamiento global, entre otros temas.
Los periodistas locales suelen tener problemas para captar audiencias globales debido a que la financiación extranjera se centra en la información en turco. Esto deja menos opciones de financiación para boletines independientes en inglés como Turkey recap o ANKA Review.
Algunos periodistas turcos, como Selin Ugurtas, han recurrido a Substack en busca de sostenibilidad. Su proyecto "Tres siglos a fuego lento" también ha recibido financiación de la plataforma alemana Friedrich-Ebert-Stiftung.
Otras publicaciones dan prioridad a temas medioambientales que atraviesan otros problemas urgentes, como los derechos de los trabajadores. Direnisteyiz, una plataforma que cubre temas socioeconómicos, publica diariamente sobre proyectos industriales y deforestación y a menudo es bloqueada por el gobierno. "En Turquía falta una visión general", dice Tuğgen Gümüşay, periodista de Kaldıraç Magazine. "En cuanto a las cuestiones medioambientales, los socialistas de Turquía no saben lo que tienen que hacer. El medio ambiente es un problema básico, pero falta saber qué vamos a hacer al respecto y cómo".
Arte y cobertura ambiental
Uno de los pocos campos que quedan para el periodismo independiente es el de la publicación en el entorno del arte local. En revistas digitales, las voces de la sociedad civil liberal sobreviven frente al revisionismo cultural autoritario promovido por el régimen turco del AKP.
"Las personas interesadas en cuestiones ambientales iniciaron una resistencia contra el gobierno durante las protestas de Gezi en 2013. Tenemos una buena historia de resistencia", observa el académico e historiador del arte Fırat Arapoğlu. "Por eso tenemos que plantear estos temas, especialmente en el caso de las empresas que apoyan exposiciones artísticas al tiempo que dañan la naturaleza". Las protestas del Parque Gezi de 2013 comenzaron como una iniciativa para proteger los parques del centro de la ciudad, señaló.
Sin embargo, las artes mantienen una relación compleja con el cambio climático. De acuerdo con Arapoğlu, "Koç, Sabancı y Limak son solo algunos ejemplos de empresas turcas que respaldan el arte, pero al mismo tiempo participan en proyectos perjudiciales para el medio ambiente". En un artículo para la revista turca ArtDog, Arapoğlu cuestionó el mecenazgo artístico de la presidenta de Limak Holding, Ebru Özdemir, resaltando que esta empresa, junto con otras, respaldan el arte ecologista mientras están implicadas en actividades como la extracción de carbón y la deforestación. En otro escrito, Arapoğlu desacreditó las exhibiciones relacionadas con el medio ambiente de Şekerbank, mientras respaldaba industrias que tienen impactos negativos en el entorno.
Arapoğlu declaró: "El público y los amantes del arte deben conocer las intenciones de las empresas que, aunque patrocinan proyectos artísticos y culturales, también están involucradas en actividades perjudiciales para el medio ambiente, así como los problemas potenciales que generan".
Después de todo, añadió Gümüşay: "El mundo no va a ser habitable. Eso lo decimos todos".