Myanmar se enfrenta al mayor levantamiento de su historia. Desde el golpe militar del 1 de febrero pasado, han muerto unos 850 civiles y han sido detenidos más de 5.000, entre ellos 87 periodistas.
Protección personal y de las fuentes
"Dependo de ONGs y de contactos locales para conseguir fuentes, pero al menos informo libremente", dice un periodista birmano en el exilio. Después de cubrir el país durante 12 años, este empleado de una agencia de noticias tuvo que irse por el peligro que corría: "Ya no me sentía seguro en Myanmar, primero como ciudadano y segundo como periodista. Ya no hay estado de derecho en el país. Mucha gente sabe que trabajo para la prensa, y podría haber sido denunciado en cualquier momento". El reportero no quiso dar su nombre ni su ubicación actual, que no comparte con nadie, ni siquiera con sus fuentes: "Para mis entrevistas, pagué una opción en Skype, que localiza mi número de teléfono en Estados Unidos".
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Cubrir Myanmar implica tanto protegerse a uno mismo como proteger a las fuentes, porque cualquiera que hable con un periodista allí corre peligro. Aunque conseguir un primer contacto puede parecer difícil y entrevistar a alguien la mayoría de las veces requiere una presentación por parte de un tercero, Aye Min Thant, un periodista birmano-estadounidense, insiste: "La gente realmente quiere hablar, siempre que lo pueda hacer de forma segura. Yo les ofrezco una manera directa de contactarse conmigo a través de una aplicación encriptada".
A causa del brote de COVID-19, los periodistas ya se habían acostumbrado a informar a distancia, pero desde el golpe de Estado, todos sus reportajes se hacen por Internet.
Al igual que China, Myanmar tiene una intranet: la Junta controla activamente la web; redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram están prohibidas desde el golpe de Estado, con apagones regulares. Si bien está prohibido, el uso de redes privadas virtuales (VPNs) está relativamente extendido y plataformas como Twitter siguen siendo muy utilizadas para hablar de política, a menudo bajo el hashtag #WhatshappeninginMyanmar.
Sin embargo, los periodistas informan de que, aunque los implicados en el movimiento antigolpista utilizan activamente las redes y la aplicación encriptada Signal, sigue siendo difícil llegar a algunas personas clave, especialmente en zonas rurales. "A veces se tarda varios días gestionar una entrevista, sobre todo porque cambian de ubicación, de número de teléfono... esto retrasa mucho la publicación de los artículos", explica Emily Fishbein, una periodista estadounidense.
"La mayoría de mis artículos fueron hechos a partir de fuentes anónimas", dice Aye Min Thant. Los periodistas tienen que tener tacto para ganarse la confianza de sus entrevistadores y tomar precauciones para proteger a sus fuentes. Me presento de forma clara y lo más transparente posible desde el primer contacto", agrega Fishbein. "Dejo que los entrevistados vuelvan a leer sus citas y no insisto cuando no quieren hablar con la prensa".
VPN, UGC, Nube
Fuera del terreno, toca hacer todo lo posible para reunir información. El periodista birmano exiliado Maung Moe (seudónimo) cuenta que utiliza principalmente contenidos generados por los usuarios (UGC), es decir, fotos y videos publicados en redes sociales.
"He adoptado un modelo de trabajo de colaboración", dice Emily. Maung Moe también refiere al trabajo en equipo con contactos locales: "Todos mis amigos en Birmania tienen dos o a veces incluso tres teléfonos móviles. Uno tiene una VPN con aplicaciones que están prohibidas y las usa en casa, mientras que otros pueden usarse para salir. Por lo tanto, no las detectan en caso de controles. Además, me envían todos los archivos en una nube, y pueden borrarlos rápidamente en caso de que los militares organicen una redada en su casa".
"Al principio pensé que ya había muchos periodistas cubriendo los acontecimientos", dice Pei-hua Yu, periodista taiwanés especializado en el sudeste asiático. "Pero tras recibir un mensaje de una activista pidiéndome que la pusiera en contacto con periodistas, me di cuenta de que había una serie de historias sobre el terreno que no estaban siendo escuchadas por la prensa internacional".
El joven reportero, que entonces empezó a escribir sobre Birmania, insiste en la necesidad de "humanizar" la crisis. "En la primera semana se publicaron numerosos artículos que analizaban las causas del golpe, pero no había muchas historias humanas, así que quise informar sobre cómo los acontecimientos estaban afectando la vida de la gente.
La prensa nunca ha sido libre en Myanmar, y la cobertura de la crisis depende de la valiente colaboración de los periodistas de dentro y fuera del país: "Sigan cubriendo Myanmar", concluye Maung Moe, "incluso desde la distancia, estaremos encantados de ayudarte".
Alice Hérait es una periodista francesa afincada en Taiwán. Su trabajo ha sido publicado en Le Monde diplomatique, Mediapart y Asialyst.
Foto de Justin Min en Unplash.