La libertad de prensa retrocede en Nigeria y aumentan los ataques contra la prensa. En vísperas de las elecciones generales de 2023, quienes cubren temas políticos se enfrentan a amenazas de las autoridades y a detenciones arbitrarias, entre otras inquietantes tendencias.
Adesola Ikulajolu, periodista y fact-checker nigeriano, nunca olvida el día en que fue acosado por el Departamento de Seguridad del Estado (DSS) en Osun, al suroeste de Nigeria. Mientras informaba sobre las elecciones a gobernador para el Centro de Innovación y Desarrollo del Periodismo (CJID), un agente lo increpó por hacer fotos de los votantes en el colegio electoral.
"Me quitaron el teléfono y borraron algunas de las fotos que había tomado. Estaban dispuestos a meterme en su furgoneta si no cooperaba con ellos. Al final me devolvieron el teléfono y me dijeron que abandonara las instalaciones inmediatamente", cuenta Ikulajolu.
El encuentro lo llenó de miedo: "He leído historias y he visto cómo el DSS trata a la gente. Si me hubieran detenido, no sé qué habría pasado. El miedo estaba ahí, pero no dejé de trabajar; seguí observando e informando".
Casos como el de Ikulajolu no son raros. En los últimos años ha aumentado considerablemente el número de agentes de seguridad que agreden, detienen y persiguen a periodistas y medios de comunicación. Si bien estas agresiones no son un fenómeno nuevo, a los periodistas les preocupan cada vez más.
Un informe de 2019 publicado por la Coalición para la Protección de los Denunciantes y la Libertad de Prensa, mostró que se registraron 352 casos de acoso contra periodistas entre 1985 y 2019. El año pasado, el Centro Internacional de Prensa (CIP) documentó al menos 40 incidentes contra la libertad de prensa y 49 contra periodistas. Reporteros sin Fronteras situó a Nigeria en el puesto 120 de los 180 países estudiados. De acuerdo con el informe, "Nigeria es ahora uno de los países más peligrosos y difíciles de África Occidental para los periodistas, que a menudo son espiados, atacados, detenidos arbitrariamente o incluso asesinados".
Amenazas recientes
En julio, Omoniyi Feranmi, periodista deportivo del diario Premium Times, fue detenido en el estado de Ekiti, al suroeste de Nigeria, mientras informaba sobre las últimas elecciones a gobernador en la región. Feranmi acababa de filmar una pelea entre votantes y la envió a su redacción. Cuando se iba, los agentes lo detuvieron y acusaron de haber iniciado él mismo los enfrentamientos. "Dijeron que yo era el que estaba causando problemas en ese colegio electoral. Uno me golpeó y amenazó con separarme de mi familia. Fue un infierno", dice.
En agosto de 2020, Sikiru Obarayese, periodista del Daily Post, fue detenido por la policía cuando cubría las restricciones del COVID-19 en el suroeste del país. Su delito, según los agentes, fue tomar fotografías de ellos golpeando a quienes violaban las normas de la mascarilla obligatoria.
En octubre de 2021, Obarayese volvió a ser acosado por la Brigada Especial Antirrobo de Nigeria mientras informaba sobre protestas contra la violencia policial en Osun. Uno de los agentes le negó acceso a su teléfono y a otras pertenencias. Al cabo de una hora, se le acusó de "alteración del orden público por grabar al policía de la división". El caso se retiró posteriormente y quedó en libertad.
"Que me atacaran dos veces me afectó mucho", cuenta. "Y me da miedo ser atacado de nuevo. Cuando tengo que trabajar me lo pienso dos veces".
Aunque Obarayese y Feranmi salieron ilesos de sus encuentros con la policía, los datos del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) muestran que al menos 12 periodistas nigerianos han sido asesinados entre 1992 y 2021.
Garantizar la seguridad
La violencia ha estado presente en casi todas las elecciones generales celebradas desde el retorno al régimen civil en 1999. A medida que se acercan los comicios de 2023, los periodistas abogan por una mayor protección. "Los reporteros suelen ser los primeros atacados porque se les considera los ojos del pueblo. La seguridad debe ser la consigna de cualquier periodista que cubra las elecciones", dice Kareem Azeez, observador electoral del CJID.
"Los agentes de seguridad deben entender que el periodismo no es un delito y que los periodistas están cumpliendo con sus obligaciones", dice Ikulajolu. Obarayese quiere que la Policía conozca los derechos que la ley nigeriana da a los trabajadores de los medios para informar sobre las elecciones sin temor sin sufrir acoso ni intimidación.
Además de involucrar a las autoridades, Lekan Otufodunrin, director ejecutivo del Media Career Development Network, señala que los periodistas individuales deben estar alerta a situaciones de inseguridad mientras informan sobre el terreno. "Cuando se ataca a los periodistas, se confisca la cobertura de esa zona, y eso es lo doloroso para Nigeria. A los periodistas no se los respeta y muchos policías ni siquiera saben lo que dice la ley", explica Otufodunrin.
"La protección de la prensa debe tomarse en serio, y debe empezar por el individuo. Los periodistas deben hacer evaluaciones de seguridad para no exponerse a peligros innecesarios", dice, especialmente los que cubren zonas inestables durante las elecciones y no pueden confiar en el Estado para su protección.
El informe de la CIP para 2020, Estado de los ataques a periodistas en Nigeria, se hace eco de esta necesidad y recomienda "el diseño de un manual de seguridad con consejos actualizados para identificar y denunciar amenazas, que se ponga a disposición de los periodistas y otros profesionales de los medios de comunicación".
"Los medios tienen que plantearse muchas preguntas sobre por qué estos ataques se producen en una democracia", dijo Lanre Arogundade, director ejecutivo del IPC, al Instituto Reuters. "Es un hecho que la libertad de prensa no está debidamente garantizada en este país".
Foto de Nnaemeka Ugochukwu en Unsplash.