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El periodismo independiente nunca ha sido más importante que en estos tiempos de pandemia. El acceso a información confiable y precisa es hoy, literalmente, una cuestión de vida o muerte.
Una nueva investigación publicada por UNESCO y el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ) identifica al periodismo de calidad como una fuerza fundamental para exponer a la desinformación. Y sostiene que la carga viral de la desinformación no hará más que crecer si el periodismo continúa sufriendo golpes de muerte durante la pandemia.
En los dos informes que componen el estudio, argumentamos que garantizar que el periodismo sobreviva a la pandemia de COVID-19 es una misión crucial para el sistema de las Naciones Unidas, gobiernos y otros organismos y entidades que intentan combatir lo que llamamos "desinfodemia". En el primer informe identificamos los tópicos favoritos de la actual desinfodemia y cuatro formatos típicos de difusión. En el segundo informe analizamos 10 respuestas a la crisis que se está desplegando contra la desinformación de COVID-19 en todo el mundo.
Muchos de los pasos legales y políticos que se implementan están diseñados para defender la salud pública. Pero si bien se presentan como soluciones, algunos de ellos pasos podrían obstaculizar el trabajo de los periodistas.
[Lee más: Los temas y formatos que se eligen para desinformar sobre el COVID-19]
Recomendaciones
En reconocimiento de los riesgos asociados en la lucha contra la desinformación identificados por nuestra investigación, elaboramos una lista de 40 recomendaciones para la acción dirigidas a la ONU, gobiernos, empresas tecnológicas, medios de comunicación, organizaciones de la sociedad civil, agencias de aplicación de la ley y otros. Aquí hay una lista de 21 con un enfoque periodístico*.
A los gobiernos:
- Reconocer a los periodistas como trabajadores clave y ofrecerles la asistencia y protección correspondientes en condiciones de emergencia nacional*.
- Revisar y adaptar sus respuestas al problema de la desinformación sin afectar la libertad de expresión, el acceso a la información y los derechos a la privacidad reconocidos internacionalmente.
- Aumentar la transparencia y la divulgación proactiva de información y datos oficiales, especialmente en temas relacionados con el COVID-19.
- Invertir en el fortalecimiento del periodismo independiente, ya que los impactos económicos de la crisis del COVID-19 amenazan la sostenibilidad del periodismo en todo el mundo
- Asignar fondos y apoyo para la alfabetización mediática e informativa centrada en combatir la desinfodemia, especialmente a través de intervenciones educativas.
- Trabajar con las empresas de Internet para establecer intercambios de datos seguros preservando la privacidad, y facilitar el acceso a datos de las redes sociales para periodistas, medios e investigadores, a fin de permitir investigaciones exhaustivas, total transparencia y preservación segura de información importante publicada en redes sociales*.
[Lee más: Contra los mitos y las conspiraciones alrededor del COVID-19]
A los medios
- Redoblar los esfuerzos en tanto primera línea de combate contra la desinformación a través de una mayor inversión en el fact-checking, en la desacreditación, en investigaciones en torno a la desinformación y en una atención continua a las respuestas que se está dando a la desinformación desde otras instancias.
- Informar acerca de las implicaciones para los derechos humanos que pueden tener las respuestas a la pandemia, incluidas aquellas que afecten la libertad de expresión, el acceso a la información y los derechos de privacidad.
- Considerar la posibilidad de colaborar con otros medios y con las audiencias en investigaciones relacionadas con la desinfodemia de COVID-19. Asociarse con audiencias formadas por miembros también puede ser una buena idea.
- Un contexto de cierres de medios y achicamiento del staff demanda una mayor innovación, como producir información de salud pública en formatos más accesibles e interesantes: infografías, podcasts y foros en línea moderados por expertos. También puede incrementarse el contenido generado por el usuario (UGC) tras ser sometido a un riguroso fact-checking.
- Asegurar que la experiencia de los países en desarrollo no sea omitida en la cobertura de la desinfodemia.
- Garantizar que el staff esté preparado para los riesgos de seguridad asociados a la cobertura de la desinformación (aumento de las amenazas de seguridad, abuso online, ataques físicos y ataques de género).
A las empresas de Internet
- Intensificar la transparencia de su lucha contra la desinformación (por ejemplo, eliminando contenido), y brindar más apoyo financiero a las redes de fact-checking y al periodismo independiente (especialmente a aquellos que se ocupan de investigar campañas y redes de desinformación, y a medios locales de noticias, que son particularmente vulnerables en la crisis).
- Realizar el tipo de inversiones descriptas anteriormente sin condiciones y con transparencia, para evitar la aparición de intervenciones que solo sirven como ejercicios de relaciones públicas.
- Ocuparse de hacer una curaduría que garantice que los usuarios puedan acceder fácilmente a las verificaciones compartidas en interés público, especialmente durante la pandemia, pero también después.
- Trabajar para aumentar la visibilidad del contenido de las noticias confiables y compensar financieramente a los productores de noticias cuyo contenido beneficia a sus negocios, especialmente porque numerosos medios han eliminado los muros de pago y otras barreras para que las audiencias puedan acceder a sus contenidos durante la pandemia.
- Evitar la excesiva dependencia en la automatización, especialmente en la moderación de contenidos, donde existe la necesidad de contar con un ojo humano, y monitorear de manera transparente el impacto de las reducciones de staff a causa de la pandemia.
- Aplicar las lecciones aprendidas durante la respuesta a la desinformación de la pandemia a la desinformación política que amenaza a la democracia en todo el mundo.
A los organismos encargados de hacer cumplir la ley y al poder judicial:
- Asegurarse de que los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley conozcan las protecciones a la privacidad y la libertad de expresión de la que gozan los periodistas y otros que publican información verificable en favor del interés público, a fin de evitar arrestos y detenciones arbitrarias durante la pandemia.
- A funcionarios judiciales y jueces: prestar especial atención al revisar casos relacionados con la lucha contra la desinformación, para garantizar que se respeten plenamente las normas internacionales respecto de la libertad de expresión y la privacidad.
A los investigadores:
- Colaborar con periodistas, medios y organizaciones de la sociedad civil en proyectos que ayuden a desenmascarar y combatir la desinformación, junto con prácticas de monitoreo y evaluación centradas en dar respuestas a la desinformación.
- Desarrollar nuevas herramientas para ayudar a periodistas, medios y otros profesionales a detectar y analizar desinformación de manera eficiente, así como a elaborar y promover las desacreditaciones y la información verificada*.
Los siguientes colaboradores contribuyeron al desarrollo de esta investigación: Denis Teyssou (AFP), Clara Hanot (Laboratorio de Información de la UE), Trisha Meyer (Vrije Universiteit Brussel), Sam Gregory (Witness) y Diana Maynard (Universidad de Sheffield). El conjunto de datos en el que se basa la investigación consta de una muestra de más de 200 artículos, comunicados de políticas e informes de investigación. Buscamos sistemáticamente en bases de datos públicas seleccionadas por la International Fact Checking Network (IFCN) de Poynter, Index on Censorship, International Press Institute (IPI) y First Draft News, junto con sitios web de medios de comunicación, gobiernos nacionales, organizaciones intergubernamentales, de atención médica y profesionales, ONG, think tanks y publicaciones académicas.
Sobre las autoras
Julie Posetti es Directora de Investigación Global de ICFJ. También es investigadora principal afiliada al Centro para la Libertad de los Medios de Comunicación de la Universidad de Sheffield (CFOM) y la Universidad de Oxford.
Kalina Bontcheva es profesora de Ciencias de la computación en la Universidad de Sheffield y miembro de CFOM.
* Las autoras hacen estas recomendaciones en función de su investigación, pero no aparecen en los informes publicados por la UNESCO.
Imagen con licencia Creative Commons en Unsplash, vía Amador Loureiro.