Somos todos verificadores de datos hoy en día.
Durante años, la prensa política estadounidense se ha estancado en un modelo de neutralidad desprovisto de datos, a menudo cubriendo incluso las mentiras más evidentes como "una parte" de una controversia. Desde ataques políticos injustos al calentamiento global, pasando por las armas de destrucción masiva (ADM) inexistentes en Irak, esta cobertura envuelve incluso a las nociones empíricas más rudimentarias en una niebla de subjetividad. Pero eso podría estar cambiando.
Mientras la campaña presidencial estadounidense de este año está entrando en su tramo final, un nuevo modelo agresivo de verificación de datos parece estar echando raíces. El modelo es rápido, tenaz y, a veces, incluso se muestra indignado por las falsedades dichas durante la campaña electoral.
Tomemos por ejemplo el discurso de Paul Ryan durante la convención republicana. Ryan ofreció varias declaraciones engañosas y algunas mentiras obvias -falsedades que tenía que saber que eran falsas- aunque que los políticos mientan no es nada nuevo. Sólo tienes que observar a los compañeros de campaña de Ryan: Sarah Palin mintió sobre el "Puente hacia la nada" en su discurso de la convención, por ejemplo, mientras que Dick Cheney falsamente dijo durante un debate televisado a nivel nacional que nunca había conocido a John Edwards, y Edwards falsamente acusó a la administración Bush de haber presionado para rebajar el sueldo de las fuerzas armadas. Por esas declaraciones de alto perfil sólo enfrentaron correcciones moderadas y muy pocos daños colaterales.
Esta vez, sin embargo, los periodistas no ayudaron a Ryan con críticas sin compromisos ("sus adversarios no estaban de acuerdo con sus afirmaciones"), o con reducir sus correcciones a una de esas barras laterales independientes que evalúan las distorsiones de las declaraciones de los políticos ("tres puntos 'Pinocho' para la historia de la comisión de déficit"). En cambio, varios reportajes sobre el discurso de Ryan decidieron que sus mentiras eran una parte clave de la noticia, como lo demuestran estos titulares:
-El discurso engañoso del Sr. Ryan (Mr. Ryan's Misleading Speech), Washington Post.
-Promesa sobre déficit carece de detalles específicos (Deficit Vow Lacks Specifics), AP.
Obstinados comentadores fueron aún más duros, centrándose más en el uso de mentiras y hechos falsos que en sus diferencias ideológicas. En conjunto, el veredicto aplastante sobre el discurso de Ryan fue que él no es creíble. (Según una medición online, el día después del discurso los artículos de la convención más citados fueron los que empezaban poniendo de manifiesto las falsedades).
Los anuncios engañosos de la campaña de Romney-Ryan sobre la asistencia social han recibido la misma condena mediática. Lo mismo ha ocurrido con las afirmaciones falsas de que Obama elevó los impuestos para los estadounidenses de clase media y, aun más, con la falsa y recurrente sugerencia de que haya nacido en el extranjero.
Este vigor renovado por reportar sobre hechos verdaderos en vez de centrarse en una falsa equivalencia - el verdadero "vigilantismo por la verdad" que el editor público del New York Times presentó como un desafío opcional para la prensa de hoy - parece haberse convertido en uno de los pilares de la cobertura de la campaña electoral.
Este artículo fue publicado inicialmente en PBS MediaShift's Idea Lab y fue traducido y publicado en IJNet con la autorización de dicho blog. El PBS MediaShift IdeaLab es un blog conformado por innovadores de los medios que tienen como objetivo reinventar las noticias comunitarias en la era digital. Cada bloguero obtuvo una beca del Knight News Challenge para ayudar a financiar una idea o escribir sobre un tema relacionado con la reformulación de las noticias comunitarias.
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