La violencia en Haití se ha intensificado en los últimos años. El número de secuestros, homicidios, robos a mano armada y actos de violencia de género ha aumentado, de acuerdo con informes de Human Rights Watch, la Red Nacional para la Defensa de los Derechos Humanos y la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití. Desde 2020, un promedio de cuatro a cinco personas son secuestradas a diario. La mañana del 7 de julio de 2021 fue el ejemplo de violencia más reciente: el asesinato del presidente Jovenel Moïse.
El caos se incrementó aún más en agosto tras un terremoto de 7,2 grados de magnitud. Según datos de la Dirección de Protección Civil de Haití, el sismo provocó más de 2.000 muertos, 332 desaparecidos y unos 12.268 heridos.
En medio de la inseguridad, los periodistas siguen adelante. Y no son las únicas crisis que han tenido que atravesar.
La violencia contra los profesionales de los medios en el país caribeño es constante, así como la impunidad que la acompaña. Fue el caso del periodista Diego Charles, asesinado a fines de junio en un tiroteo en Puerto Príncipe, la capital del país. Antoinette Duclaire, periodista de LaRepiblik y activista política, también fue asesinada ese día.
La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) condenó el asesinato de Charles, que trabajaba en Radio Vision 2000 y en el periódico digital Gazette Haïti: "Venimos siguiendo con mucha preocupación el clima de hostilidad y violencia en general en Haití y la exposición y el nivel de riesgo que tienen los periodistas durante sus coberturas cotidianas".
En 2019, el informe de la SIP sobre libertad de prensa en el país evaluó que el ejercicio del periodismo también se ve afectado por la pobreza, la falta de infraestructura, la falta de servicios esenciales y la inseguridad.
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La situación se ha deteriorado en las últimas semanas debido al magnicidio y a la agitación política que siguió. El 23 de julio, día del funeral de Moïse, los periodistas se vieron atrapados en el fuego cruzado entre partidarios y detractores del presidente asesinado.
En un comunicado, Amnistía Internacional explicó que los periodistas y los defensores de los derechos humanos sufren cada vez más ataques en medio del caos que rodea al asesinato de Moïse, la delincuencia violenta y la crisis de derechos humanos que afecta al país.
El asesinato de Diego Charles es el último de una larga lista de muertes de periodistas que no se han resuelto.
En marzo de 2018, el fotoperiodista Vladjimir Legagneur salió de su casa para hacer un reportaje en el barrio de Grand-Ravine, en Croix des Bouquets. Nunca regresó a su casa.
En junio de 2019, Pétion Rospide, presentador de Radio sans fin, fue asesinado en Puerto Príncipe cuando volvía del trabajo. En octubre de 2019, el periodista Néhémie Joseph fue hallado en el maletero de su vehículo, asesinado a tiros. Sus colegas confirmaron que Joseph, que cubría la crisis política y económica de Haití, había recibido amenazas contra su vida. Se desconoce quién cometió el crimen.
En febrero de 2019, el periodista Robenson Sanon, corresponsal de Reuters, recibió un disparo en el brazo mientras cubría enfrentamientos entre manifestantes y la policía. Ese no fue el único episodio violento que atravesó. "No puedo sacar mi cámara en público sin atraer amenazas. La noche del 13 de febrero de 2020, unos individuos no identificados irrumpieron en mi casa. Se llevaron una computadora portátil y equipos electrónicos. Presenté una denuncia formal en la Policía Judicial Central, que lamentablemente fue desestimada", dijo Sanon a IJNet.
Este verano, hombres armados atacaron al periodista Fritz Pinvin cerca del barrio en el que vive y le dispararon varias veces. Alvales Destiné y Jeanril Méus, dos periodistas-blogueros, resultaron heridos de bala en febrero de este año. En diciembre de 2020, unos bandidos armados atacaron a Vario Sérant.
Mientras tanto, tras resultar herido durante una manifestación el 10 de febrero de 2021, el fotógrafo Dieu-Nalio Chéry tuvo que abandonar Haití con su familia tras las amenazas de grupos armados. Chéry fue finalista del Premio Pulitzer 2020 por sus imágenes del país, "que transmiten los horrores de los linchamientos, los asesinatos y las violaciones de los derechos humanos mientras el país se debate entre continuos disturbios".
De acuerdo con Sanon, funcionarios del gobierno solían colaborar con bandas armadas para intimidar a periodistas, organizaciones de la sociedad civil y otros opositores que se atrevían a criticar al poder. "Activistas de derechos humanos son amenazados por bandas armadas a plena luz del día en la capital, periodistas asesinados y heridos. Escenas de saqueos en pleno día, sin que las fuerzas de seguridad actúen", dijo.
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Naciones Unidas condenó los ataques contra los periodistas, al igual que la Asociación de Periodistas de Haití. A pesar de los pronunciamientos, la situación no ha mejorado.
Para Cyrus Sibert, periodista de Reseau Citadelle, suele haber un aspecto político vinculado a un dirigente influyente o a un sector con capacidad para tomar represalias contra jueces y funcionarios judiciales. En consecuencia, los procedimientos judiciales avanzan lentamente. "También existe un sistema de manipulación de pruebas. Con el tiempo, las pruebas desaparecen, los testigos se desmotivan y los denunciantes se desaniman".
El periodista Robenson Geffard, del periódico Le Nouvelliste, concuerda: "Por cada asesinato de un trabajador de prensa, las autoridades condenan y la justicia calla".
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