Los cambios en la industria de los medios obligan a profesionalizar el periodismo freelance

Nov 9, 2020 en Cobertura del coronavirus
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Nada será como antes. Por más que insistamos en negarlo, el negocio de los medios cambió. Y no por culpa de la pandemia. El coronavirus sólo aceleró lo que estaba por venir: caída de la publicidad, ajustes de presupuestos, cancelación de viajes, recortes de personal y suspensión de colaboraciones. El problema es que muchos periodistas ­–en especial los freelancers– no estaban preparados para resistir esta sacudida.

La crisis sanitaria que produjo el COVID-19 dejó en evidencia que esta especie del ecosistema periodístico puede ser tan libre como vulnerable. La pandemia sirvió, entre otras cosas, para revelar la precariedad de sus condiciones de trabajo. Exacerbó su fragilidad y alborotó la inestabilidad de un oficio que no cuenta con ingresos fijos, seguro médico ni planes de pensiones.

“Ahora más que nunca, el oficio del freelancer se tiene que profesionalizar”, afirma la periodista mexicana Alejandra Sánchez Inzunza, quien trabaja por su cuenta desde hace 10 años. “Ser freelance es frágil y esta coyuntura lo que hizo fue agudizar los problemas que ya teníamos. Necesitamos aprender a vivir bien de contar historias y a dejar de sobrevivir”.

Sánchez Inzunza, quien además es directora de Dromómanos, asegura que no existe una fórmula mágica para ser freelance y no morir en el intento.  No obstante, comenta que hay muchos que lo han logrado y es momento de aprender de sus experiencias. Por eso, se animó a lanzar –junto al periodista José Luis Pardo– un programa llamado “La Exclusiva”, que busca preparar a los profesionales independientes a contar mejor sus historias, a venderlas y a transformar su carrera.

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“Ser freelance implica tener un orden personal dentro del caos de los medios”, cuenta Sánchez Inzunza. “Debemos comenzar por diseñar un plan estratégico, aprender a hacer mejores pitchs, a construir nuestra marca personal y a manejar temas financieros para vivir con ingresos variables. Toca, además, saber de emprendimiento y de engagement si realmente queremos mantener nuestra libertad como freelancers”.

Precariedad laboral

La realidad que viven muchos periodistas independientes en Latinoamérica, sin embargo, dista mucho de esa visión estratégica. La mayoría de los profesionales trabaja sobre la marcha. Pocos se basan en un proyecto a futuro. La norma es aceptar cualquier asignación, por miedo a quedarse sin nada. A veces, sin siquiera saber cuánto cobrar.

Esta situación se torna crítica en el caso de quienes viven en regiones, donde las opciones de trabajo suelen ser reducidas y las limitaciones abundan. Incluso en las zonas urbanas, sigue reinando la radio, la prensa y la televisión por la brecha tecnológica que ha restringido el surgimiento de los medios digitales. Pocos se atreven a emprender y la vía más rápida para recibir ingresos extras es hacer prensa institucional.

Paul Pilco lleva 15 años cubriendo las noticias de Apurimac (Perú) y puede dar fe de ello. El diario judicial donde colaboraba suspendió operaciones por cuatro meses ante la falta de publicidad y por la paralización de los tribunales. Él sobrevivió haciendo reportes para TVPerú, pero reconoce que si contara con mejores equipos podría haber ampliado sus posibilidades.

“Todo gira en torno a los medios digitales. Pero por la brecha tecnológica, la gente en las regiones no está familiarizada con ellos. A mí me gustaría potenciar mis imágenes para ofrecer un contenido de más calidad. El asunto es que ello requiere tecnología y de mayor velocidad de navegación para lograrlo”.

El bendito plan B

Pese a las dificultades que supone trabajar por su cuenta, Paul asegura que no cambiaría su independencia por nada. Ahí el peligro de ser freelance: una vez adentro, nadie quiere salir. Constanza Bruno lo confirmó durante la pandemia. Esta periodista colombiana, quien cubre el conflicto armado para varios medios nacionales desde hace seis años, se quedó sin ingresos. Lloró mucho. Se deprimió. Estaba negada a postularse a un cargo fijo. Ante la desesperación, cedió.

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“La respuesta de que no había sido aceptada me la dieron cuando pude volver a los territorios y romper la maldición del COVID. Sentí que reviví, pero ahora reconozco que debo tener un plan B y un presupuesto para afrontar estas situaciones. Aparte, no puedo seguir desprotegida, salir a reportear sin equipo de seguridad. Imagínate, yo ni siquiera sé nadar y suelo andar en lancha. Esta crisis me llevó a pensar que debemos valorar más nuestro trabajo y organizarnos como colectivo”, afirma Bruno.

Naira Hofmeister, periodista brasileña con más de 15 años como independiente, coincide en la necesidad de hacer equipo con otros freelancers para dejar a un lado ese síndrome del ermitaño y estar más fortalecidos para otras coyunturas. “Al fin y al cabo, los freelancers estamos solos. Por eso, es importante que podamos crear una red para compartir trabajos, publicaciones, costos e, incluso, saber cómo defendernos en caso de una demanda. No podemos seguir siendo la parte más frágil de la industria”, comentó.

Es cierto que nadie nos preparó para afrontar una situación tan extraordinaria. No existe una manual para salir airoso de una pandemia. Sin embargo, Sánchez Inzunza sugiere que, al menos, sirve hacer un análisis de los medios que siguen aceptando colaboraciones, adaptarnos a las nuevas fuentes que demandan contenido y apostar a otras áreas como el fact-cheking. “Si algo tenemos los periodistas, es que podemos ser camaleónicos. Este el momento de adaptarnos, si queremos seguir trabajando en lo que nos gusta”.


Imagen con licencia Creative Commons en Unsplash, vía Andrew Neel