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Reducción de salarios, despidos masivos, renuncias, suspensión de ediciones impresas o programas de radio y televisión, reflejan el panorama de los medios en los últimos años en Bolivia. Entre el desafío de la reinversión para adaptarse a la dinámica digital, los conflcitos político- sociales de 2019 y la pandemia del COVID-19, hacer periodismo en el país sudamericano sigue siendo cuestión de pasión, pero más que nunca de sobrevivencia.
De acuerdo a un relevamiento de datos de trabajadores de la prensa, al menos unos 300 periodistas de las salas de redacción habrían sido desvinculados en los últimos meses. La palabra crisis, más asentada que nunca, obliga a cambiar y a aprender en el camino.
Ya acostumbrado a la nueva normalidad y desde un set digital instalado en su propia casa en 2019, el reconocido periodista boliviano Tuffí Aré cuenta que ha logrado romper los esquemas tradicionales en los que se desempeñó casi toda su carrera para adaptarse a la comunicación multimedia respaldado por su nombre como sello de credibilidad.
“La gente asume un contrato social o vínculo de confianza con el periodista y lo sigue adonde vaya porque le cree, pero eso se rompe cuando se decepciona a la audiencia o se comenten errores”, dice Aré que ahora dirige Asuntos Centrales, un emprendimiento digital con presencia en todas las plataformas.
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En un ambiente preelectoral intenso y en medio de la pandemia, Aré ha dado, a través de sus redes sociales, varias primicias que luego fueron seguidas por medios de comunicación tradicionales. “Cuando los periodistas nos desvinculamos de un medio y tenemos intacto ese vínculo de confianza, arrastramos todo: seguidores y fidelidad de fuentes”, dice.
Evidencia de esta nueva dinámica son varios periodistas locales que al quedar al margen de medios tradicionales comienzan a manejar su propia imagen desde las redes sociales, con diseños propios para dar las “breaking news”, incluso con la seguridad de generar un propio hashtag con su nombre.
“Tal vez muchos puedan pensar que es una cuestión de ego, pero yo sí creo que mi nombre es mi marca porque es mi credibilidad y me ha costado mucho trabajo conseguir lo que tengo y ser quien soy ahora”, dice Prsicilla Quiroga, una periodista con 20 años de trayectoria en televisión que fue una de las pioneras en incursionar con contactos en vivo a través de sus redes sociales y conectarlas con un medio de comunicación masivo.
“Al principio todo era súper artesanal, a veces yo misma editaba el material desde mi celular y gestionaba todo desde ahí, hace ya varios años, antes de que se ponga de moda el streaming. Ahora es más fácil, pero también significa inversión”, asegura.
Consolidar una marca personal es muy difícil según Quiroga, porque “aunque la competitivad ya se da entre hombres y mujeres, a las mujeres siempre nos ponen más obstáculos”.
Con las facilidades de la tecnología y los costos cada vez más accesibles, instalar un sistema de streaming básico para producir programas ya no es tan difícil. En el caso de Aré, unos 3.000 dólares fueron suficientes, pero la aspiración es mayor considerando el crecimiento que tuvo en los últimos meses. Para Quiroga la inversión económica fue mayor porque optó por un sistema más profesional para garantizar mayor calidad.
¿Qué busca la audiencia?
Esta consolidación en el mundo digital implica sacrificios, un trabajo de 24 horas los siete días a la semana porque las audiencias tienen un consumo más personalizado de los contenidos y demandan mayor interacción.
Recientemente se lanzó el emprendimiento Bolivia 365, una plataforma de streaming pensada en el consumo desde el móvil con contenido en vivo pero también programas almacenados para darle comodidad a la audiencia en su consumo. Esta propuesta, liderada por el periodista e historiador Robert Brockmann, tiene la característica de que reúne a los nombres más representativos y de mayor alcance del periodismo boliviano para que sean la imagen y sello de las noticias, debates y análisis.
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Brockmann está convencido de que la gente busca desesperadamente información veraz y por eso decidieron apostar por profesionales de reconocida trayectoria en medios y con gran alcance en redes sociales para llevar adelante este proyecto. “Necesitamos periodistas que saben lo que dicen y lo que hacen, que tienen credibilidad y nombre y a los que la gente les cree”, asegura.
Construir la marca personal
En un momento en el que incluso los medios tradicionales tienen dificultades para hacer frente a la desinformación, la independencia por la que están apostando los periodistas respaldados por su nombre, trayectoria y presencia en redes sociales les abre oportunidades, antes no consideradas.
El experto en personal branding José Tórrez asegura que los periodistas deben definir el tipo de marca que quieren construir, desde el tono de sus mensajes y el estilo de comunicación con el que se dirigen a la audiencia, pero también cuidar las opiniones que emitan porque pueden ser juzgados por la coherencia o no de sus discursos.
“Tener presencia online en el caso de los periodistas es casi una obligación ahora, pero con un desafío mayor que es cuidar su credibilidad como el recurso más valioso para mantener la fidelidad de sus seguidores”, dice Tórrez.
Fotos cortesía de los periodistas Tuffí Are y Priscilla Quiroga.