Las mujeres representamos casi la mitad de la población mundial. Sin embargo, cuando vemos cómo están conformadas las redacciones y quiénes firman los artículos, pareciera que la cifra fuera errónea.
El periodismo ético está arraigado en la consideración, se construye a partir de la honestidad y se desarrolla con un trabajo transparente. Y no vamos a tener un periodismo verdaderamente ético hasta que el género esté en la agenda de las redacciones de manera justa y sensible, y se refleje en las personas que contratamos y promovemos, o en el trabajo que producimos.
El género no es solo un asunto de mujeres. Todos nos beneficiamos cuando rechazamos estereotipos, clichés y prejuicios dañinos.
En mi nuevo rol en la Red de Periodismo Ético espero poder ayudar a socios de todo el mundo a integrar consideraciones éticas de género tanto en el trabajo periodístico como en la redacción, y reconocer el rol que puede desempeñar en la configuración positiva del discurso público.
En 2015, el Global Media Monitoring Project advirtió que "el progreso hacia la igualdad de mujeres y hombres en los medios informativos prácticamente se ha detenido". En los 114 países analizados en su último estudio, las mujeres representaban el 24% de las personas escuchadas, leídas o publicadas en periódicos, televisión y radio. La cifra no varió con respecto a 2010. La situación apenas mejora en los medios digitales, ya que las mujeres representan allí el 26% de las personas mencionadas en noticias de Internet y tweets noticiosos.
El número de mujeres periodistas firmando su trabajo fue menor a dos de cada cinco: la misma cifra que en 2005.
Será interesante ver si las cifras de 2020 difieren. El movimiento #MeToo ha creado conciencia acerca de la necesidad de una mayor sensibilidad de género en todos los ámbitos, pero no creo que el cambio que esperamos se haya producido aún.
La International Women’s Media Foundation cuenta con una serie de proyectos pioneros para apoyar a mujeres periodistas. También han surgido algunos programas con un enfoque de género específico, como The 51 Percent de France 24.
Outside Source, de la BBC, garantiza que al menos el 50% de sus expertos sean mujeres. En Polonia, Newsmavens reúne noticias de toda Europa y las reformula desde la perspectiva de mujeres periodistas.
A pesar de todo esto, en los medios se siguen utilizando estereotipos obsoletos que suelen centrarse en la apariencia de las mujeres en lugar de sus capacidades y logros.
En agosto de 2015, The Associated Press publicó un tweet sobre un juicio a periodistas de Al Jazeera en Egipto, que decía: "Amal Clooney, esposa del actor, representa al periodista de Al-Jazeera acusado de vínculos con extremistas". El tweet se eliminó más tarde, pero no antes de que hubiera sugerido que una de los abogadas de derechos humanos más exitosas del mundo solo era de interés periodístico debido a su marido.
También es común encontrarse con lenguaje degradante con connotaciones de género, como "histérica", "peleadora", "mandona", "quejosa". Y para las mujeres de color o aquellas que pertenecen a otras comunidades marginadas, la cosa suele ser peor. El lenguaje estereotipado también apunta contra los hombres y puede ser igual de perjudicial a la hora de reforzar clichés, especialmente en el caso de los hombres de color.
Este lenguaje, el etiquetado y el uso de tropos y estereotipos resultan en un periodismo perezoso y puede tener un efecto significativo en la percepción pública y en los individuos involucrados. Este es particularmente el caso en la cobertura de la violencia de género.
Como sobreviviente de una agresión sexual, he trabajado para ayudar a los periodistas a comprender el daño que causan al perpetuar estereotipos, al no ofrecer contexto y al usar lenguaje e imágenes inapropiados.
Muy seguidamente, los medios de comunicación utilizan un discurso en el que pareciera que el abuso sexual es culpa de la persona afectada. Las sobrevivientes son abordadas, identificadas, retratadas y entrevistadas sin tener en cuenta el patrón, el contexto o el alcance de la violencia sexual. Con demasiada frecuencia, el lenguaje utilizado retrata al autor como un monstruo y no como un ser humano que eligió cometer un delito, y describe el abuso con eufemismos que se aplican al sexo consensual y no a un acto que es en realidad un abuso de poder. Suele cuestionarse por qué las mujeres abusadas permanecen en silencio durante años, deshumanizándolas y desconfiando de ellas cuando finalmente han reunido el valor para compartir su historia.
Es sumamente importante que, como periodistas, sepamos informar éticamente sobre un tema tan relevante y sensible como la violencia de género. No podemos ignorar los sesgos inconscientes y conscientes de una industria periodística que es sistémicamente masculina, blanca y privilegiada.
En mi cargo anterior en el International News Safety Institute solía escuchar a los hombres hablar sobre los riesgos adicionales que enfrentan las mujeres en entornos hostiles, en lugar de aportar perspectivas adicionales y soluciones.
He sabido de mujeres a las que no les permitieron cubrir casos de acoso porque habían sido lo suficientemente valientes como para contar sus propias experiencias al respecto, pero sus editores, sin mala intención, pensaron que no serían capaces de cubrir ese tipo de historias.
Las mujeres se enfrentan a una mayor probabilidad de abuso que los hombres. Pero esto no quiere decir que no deban reportear al respecto. Sin mujeres, nos faltan las voces que representan a la mitad de la población mundial.
Una de las grandes amenazas actuales que enfrentan las periodistas es el acoso online. Es mucho más probable que las ataquen a ellas por esa vía que a sus colegas masculinos. Conozco a muchas mujeres que hoy se autocensuran, y a otras que están considerando abandonar el periodismo.
Hasta que las mujeres sean valoradas de la misma manera que los hombres, no podrá haber igualdad, ya sea en las redacciones o en las palabras e imágenes que usamos para reflejar a las comunidades para las que trabajamos. Y hasta que ese sea el caso, realmente creo que no podemos llamarnos éticos, sin importar nuestro género.
Este artículo fue publicado originalmente en la Red de Periodismo Ético, como parte de su publicación anual "Saving the news: Ethics and the fight for the future of journalism", y es reproducido en IJNet con permiso. Lee más sobre la publicación en IJNet.
Hannah Storm se convirtió en la nueva directora y CEO de la Red de Periodismo Ético en abril de 2019. Storm se unió al International News Safety Institute (INSI) en 2010 y se desempeñó como su directora a partir de 2012. Antes de unirse a INSI, trabajó más de década como periodista en la BBC, The Times, Reuters, ITN y Oxfam, entre otros medios.
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