El conflicto armado en las regiones anglófonas de Camerún ha desatado disturbios y graves violaciones de los derechos humanos en los últimos 10 años. Más de 6.000 civiles han perdido la vida y más de 600.000 han sido desplazados internamente, de acuerdo con un informe de Human Rights Watch.
El conflicto también ha generado un entorno hostil para los periodistas, dificultándoles el libre ejercicio de su profesión. Las amenazas, secuestros y torturas han empujado al exilio a 45 trabajadores de los medios de las regiones noroeste y suroeste, y al menos 97 han sido desplazados, recoge un informe de ADISI-Camerún. Algunos medios de comunicación, además, se han visto obligados a cerrar.
En 2024, cinco periodistas fueron encarcelados en Camerún, lo que sitúa al país en el cuarto lugar del continente africano con más periodistas tras las rejas, según denuncia el Comité para la Protección de los Periodistas. Otros han muerto o han sido torturados.
- Samuel Wazizi fue detenido en agosto de 2019 en la región suroccidental del país tras criticar la gestión del gobierno del conflicto en curso. El gobierno confirmó más tarde que Wazizi había muerto poco después de su arresto, y que la causa de su muerte fue una septicemia grave. Reporteros sin Fronteras denunció que no se le practicó una autopsia, y su cuerpo no fue devuelto a su familia.
- También en 2019 fue detenido Wawa Jackson, periodista que ha colaborado con la radio Abakwa FM de Bamenda. Su delito, explica Jackson, fue informar sobre la incautación por parte del gobierno de antenas parabólicas que emitían un canal pro-separatista. Contó que lo torturaron y lo mantuvieron incomunicado sin comida durante tres días antes de arrestarlo por tiempo indeterminado. Quedó en libertad en febrero de 2021. "Fui detenido por paramilitares que me llevaron [...] el administrador del gobierno me hizo entender que iba a darme una lección por informar sobre el tema", dijo Jackson. "Más tarde me presentaron ante el tribunal y los cargos que se me imputaban eran haber publicado información secesionista y haber amenazado de muerte a un político". Desde su liberación, Jackson trabaja menos por miedo, y no puede moverse libremente por el país, especialmente en las zonas remotas donde en el pasado realizaba la mayor parte de sus coberturas.
- En mayo de 2023, separatistas armados mataron a tiros a Anye Nde Nsoh, de 26 años, periodista de The Advocate Cameroon, en el noroeste del país. Casi dos años después no se ha detenido a nadie en relación con el asesinato.
- Njodzeka Danhatu, periodista de la ciudad suroccidental de Buea, ha recibido advertencias y amenazas para que no informe sobre ciertos temas. "Ahora elijo el tipo de temas sobre los que quiero trabajar. Hay zonas a las que solía ir, pero ahora es difícil acceder a ellas sin la seguridad adecuada", dice. "El conflicto ha afectado al ejercicio del periodismo porque hay mucha autocensura. Muchos tienen miedo de que los maten, los tomen como objetivo o los etiqueten como enemigos".
- En marzo de 2024, Ignatius Nji, presidente del capítulo noroeste del Sindicato de Periodistas de Camerún, se encontraba investigando las obras de construcción realizadas en el tramo de carretera que va de Kumbo a Misaje, en la división de Bui. A pesar de presentarse como periodista, los soldados obligaron a Nji a ayudar a despejar las barricadas montadas por los separatistas. Cuando se resistió a la orden, los soldados lo golpearon. Más tarde, junto con otras personas que recorrían la misma ruta, Nji se vio atrapado en medio de un tiroteo: "Todos los viajeros nos pusimos boca abajo y empujamos los troncos de los árboles hasta el borde de la carretera, y los militares, entre disparos, insistieron en que siguiéramos empujando", cuenta. "Protesté porque no podían exponernos a las balas mientras ellos se refugiaban detrás de los árboles. Me ordenaron que me acercara, lo que hice, y un joven soldado me dio tres contundentes bofetadas".
Como resultado del conflicto y de las continuas amenazas, los periodistas cameruneses no solo han adaptado su estilo informativo. Algunos han optado por informar de forma anónima y otros han abandonado por completo la profesión.
"Desde que salí de la cárcel, no ha sido fácil reintegrarme", dice Wawa Jackson. "He tenido que usar un seudónimo para evitar que me identifiquen. Pero así parece que no estoy haciendo ningún trabajo". Y añade un problema extra: hoy en día muchas comunidades son inaccesibles para los periodistas, por lo que recabar información se ha vuelto más difícil.
Danhatu, como otros de sus colegas, ha decidido evitar informar sobre ciertos temas, y la mayoría de sus coberturas ponen el foco en el aspecto humanitario del conflicto. Además ya no puede ir al terreno: "Intento hacer llamadas telefónicas, pero eso no me da la información exacta de lo que ocurre como si yo mismo estuviera allí".
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