En julio de 2022, BBC Africa Eye emitió un documental sobre la actividad de las bandas en el noroeste de Nigeria. El programa, The Bandit Warlords of Zamfara, explora las incursiones en aldeas, secuestros y asesinatos que han asolado zonas del país. En particular, incluía entrevistas con los perpetradores, quienes describen sus acciones violentas y cuentan sus descontentos.
El gobierno nigeriano respondió con furia a la emisión del documental. El ministro de Información, Lai Mohamed, lo calificó de "glorificación desnuda del terrorismo y el bandidaje". La Comisión Nacional de Radiodifusión, que regula la emisión, declaró que socavaba la seguridad nacional de Nigeria.
La Comisión impuso multas de ₦5 millones (unos US$11.922) a MultiChoice Nigeria Limited, NTA-Startimes Limited y TelCom Satellite Limited Trust Television Network por emitir el programa.
El documental y la respuesta del gobierno nigeriano suscitaron un encendido debate sobre los límites de la libertad de prensa. Algunos justificaron las multas diciendo que el reportaje de la BBC se estaba "convirtiendo en una herramienta para los terroristas". Otros las condenaron por "blanquear" la realidad para favorecer al gobierno y por menoscabar el derecho del público a informarse.
El debate llega al meollo de un problema al que se enfrentan todas las democracias: ¿cuándo, si es que alguna vez, debe el gobierno imponer límites a los medios de comunicación?
En 2021, me uní a un equipo de investigadores del Afrobarómetro, una organización de investigación independiente y panafricana dedicada al estudio de la opinión pública, en un proyecto para conocer la opinión de los ciudadanos acerca de la libertad de los medios. Durante más de un año, estudiamos cuatro países: Costa de Marfil, Kenia, Nigeria y Uganda.
Concluimos que los ciudadanos estudiados no pueden ser calificados simplemente de "favorables" o "contrarios" a la libertad de los medios de comunicación. Los partidarios de la democracia eran más proclives a proteger a los medios de las injerencias gubernamentales. Pero este grupo se inclinaba por la necesidad de censura cuando se trataba de discursos de odio e información falsa.
Preguntas espinosas
En otros países africanos también se plantean preguntas difíciles sobre las libertades de los medios. Por un lado, dar poder a los gobiernos para limitar a los medios podría socavar las frágiles democracias al permitirles sofocar la investigación periodística y las voces de la oposición.
Por otro lado, los medios de comunicación libres traen consigo problemas potenciales, que incluyen la difusión de desinformación, de discursos de odio e incluso llamados a la violencia.
Nuestro proyecto exploró de qué manera las personas de diferentes países africanos evalúan estas posibles razones a favor y en contra de limitar la libertad de los medios. ¿Los ciudadanos son más partidarios de limitar ciertos tipos de contenido que otros? Y ¿cómo influyen las características individuales de las personas, como su apoyo a la democracia, en sus actitudes hacia la prensa?
Estas cuestiones son importantes a la luz de la reciente caída del apoyo a la libertad de los medios de comunicación en toda África, incluso cuando aumentan los ataques a esas libertades por parte de los gobiernos. Por ejemplo, en 2022 se detuvo a decenas de periodistas en Etiopía, y en la República Democrática del Congo se documentaron más de 120 ataques contra empresas y profesionales de los medios. Y nuevas leyes en países como Tanzania tienen en la mira a publicaciones extranjeras e independientes, muchas veces en nombre de la lucha contra la desinformación y los mensajes divisivos.
¿Limitar libertades para proteger a la democracia?
Para responder a nuestras preguntas, llevamos adelante entrevistas con expertos en medios de comunicación, a través de encuestas telefónicas representativas a nivel nacional y grupos de discusión. También analizamos datos de encuestas representativas a nivel nacional que Afrobarómetro realizó en 2019 y 2020.
Las actitudes sobre la democracia influían en función de cómo se sentían los ciudadanos con respecto a los medios. Los que pensaban positivamente sobre la democracia y rechazaban las alternativas no democráticas tenían más probabilidades de estar de acuerdo con la afirmación:
Los medios de comunicación deben tener derecho a publicar cualquier opinión e idea sin control gubernamental.
En cambio, los escépticos de la democracia estaban más de acuerdo con la afirmación alternativa:
El gobierno debe tener derecho a impedir que los medios de comunicación publiquen cosas que desaprueba.
Fuimos más a fondo mostrando a los entrevistados distintos tipos de contenidos mediáticos potencialmente problemáticos y midiendo el apoyo a la censura gubernamental de cada uno de ellos.
Los partidarios de la democracia eran más propensos a oponerse a la censura de los mensajes que un gobierno desaprobaba. En otras palabras, apoyar la democracia significaba, de nuevo, apoyar el derecho de los medios a compartir contenidos que pudieran molestar a los gobernantes.
Sin embargo, encontramos resultados muy diferentes cuando se trataba de otros dos tipos de contenidos: la incitación al odio y la información falsa.
En estos casos, las personas más comprometidas con la democracia eran las más proclives a apoyar la censura. Es decir, apoyar la democracia significaba, en este contexto, apoyar las restricciones sobre lo que podían decir los medios de comunicación.
Justificar la censura con fines democráticos
Normalmente asociamos la censura con el autoritarismo. ¿Cómo explicar entonces que las personas más partidarias de la democracia lo fueran también de determinados tipos de censura?
Los africanos de los países estudiados consideran que limitar ciertos contenidos es necesario para defender la democracia. El 60% de los encuestados por teléfono nos dijeron que los medios de comunicación difunden demasiados discursos de odio. Ese discurso puede perjudicar al bien público al generar violencia y desorden. Pero también puede conducir a la discriminación y a otras violaciones de los derechos individuales fundamentales para la democracia.
Como nos dijo un participante de un grupo de discusión en Lagos:
La pluma se creó para escribir. Pero también puedo usarse para apuñalar a alguien. Si se utiliza mal, se convierte en algo malo.
Los participantes de nuestro estudio tenían preocupaciones similares sobre la información falsa. Algo más del 60% la calificó de problema. Como nos dijo un ugandés del distrito de Rwampara, hoy en día los medios de comunicación...
... solo les interesa el negocio, hasta el punto de que se sabe que informan sobre hechos no investigados y, en otros casos, mienten más de la cuenta.
La democracia requiere una ciudadanía informada, que los contenidos falsos socavan. No es difícil comprender que muchos demócratas comprometidos vean la censura como una medida necesaria.
Caminos complicados
Muchos de los participantes de nuestra investigación eran conscientes de los peligros de facultar a los gobiernos para censurar a los medios de comunicación. La mayoría de los partidarios de la democracia se inclinaron por apoyar el derecho de los medios a producir contenidos sin grandes límites. En palabras de un participante keniano:
Si no tenemos cuidado, la erosión constante de las libertades de los medios continuará y esto acabará mal.
La mayoría tiene claro que la democracia no puede sobrevivir sin unos medios de comunicación libres. El reto es que, a ojos de muchos ciudadanos, la democracia tampoco puede sobrevivir con ellos. Encontrar el equilibrio adecuado entre libertad y límites sigue siendo uno de los mayores retos a los que se enfrentan las democracias modernas.
Este artículo fue republicado de The Conversation bajo una licencia Creative Commons.
Jeffrey Conroy-Krutz, es Profesor Asociado de Ciencias Políticas, Universidad Estatal de Michigan.
Foto de Ewien van Bergeijk - Kwant en Unsplash.