Una Rusia democrática parece cada vez más lejana mientras Vladimir Putin sigue consolidando su régimen autoritario.
Con la guerra en Ucrania sin fin a la vista, el gobierno de Putin continúa reprimiendo a la oposición política y a la sociedad civil, persiguiendo a los medios independientes e impregnando a la ciudadanía con propaganda nacionalista y militarista.
Los periodistas se enfrentan a la constante amenaza de ser encarcelados e incluso perder la vida por su trabajo, un temor que, según afirman, ha aumentado desde la muerte del activista Aleksei Navalny a principios de año y la victoria de Putin en las elecciones presidenciales de 2024, a las que no se permitió presentarse a ningún candidato de la oposición.
"Lo que pasa en momentos así [como la muerte de Navalny] es que te das cuenta de lo pequeño que eres frente al sistema", dice Ekaterina Martynova, editora del medio ruso en el exilio DOXA. "Si fueron capaces de matarlo a él, ¿qué podría pasar con otros?".
A medida que Rusia se hunde más en el autoritarismo, la pregunta es qué rol, si alguno, puede desempeñar la prensa independiente para promover un futuro democrático en el país.
Para averiguarlo, hablé con periodistas rusos en el exilio quienes, a pesar de las adversidades, trabajan para sentar las bases de un porvenir democrático en Rusia. Al involucrar a los jóvenes y formar una nueva generación de periodistas, además de volver a dar protagonismo a las minorías nativas y étnicas en las discusiones sobre el futuro del país y "preservar la historia" para las generaciones venideras, están demostrando que el periodismo puede tener un papel, incluso en las sociedades más autoritarias.
Llegar a los más jóvenes
Frente a la enorme cantidad de propaganda estatal dirigida a los jóvenes rusos, los medios independientes que pueden atraerlos con información confiable tienen un valor incalculable.
DOXA, un medio en el exilio que nació como una publicación dirigida por estudiantes que cubría temas universitarios en la Escuela Superior de Economía de Moscú, está en una posición única para desempeñar este papel. Sus coberturas informan a los jóvenes del país sobre las formas que adopta la propaganda —desde los "cómics Z" a favor de la guerra hasta su inclusión en los exámenes estandarizados— en un ecosistema informativo cada vez más nacionalista.
"Si cubrimos propaganda y mostramos lo que está pasando y hacia dónde nos dirigimos, la gente tendrá una mejor comprensión y una imagen más clara de qué hacer con esa información, cómo actuarán ellos mismos y cómo responderá su comunidad", explica Martynova.
DOXA no es ajena a la persecución del Kremlin, que ha tenido al medio en el punto de mira desde que informó sobre las manifestaciones masivas contra la descalificación de candidatos independientes durante las elecciones a la Duma Estatal de Moscú de 2019. En 2022, cuatro de sus editores fundadores fueron condenados a trabajos correccionales por publicar un video sobre el encarcelamiento de Navalny. Ese mismo año, DOXA fue prohibido en Rusia y su equipo obligado a exiliarse.
A pesar de los intentos de censura, el número de lectores del medio se disparó al inicio de la invasión de Ucrania. "Crecimos entre cinco y seis veces durante ese periodo. Nuestro Instagram se convirtió en un punto clave para la información y cobertura de la invasión", cuenta Martynova. "Dejamos de ser solo estudiantes y nos posicionamos como un medio de comunicación para los jóvenes".
Mientras DOXA continúa desafiando la burbuja propagandística, también está formando a la nueva generación de periodistas prodemocráticos. El medio asesora a jóvenes, los ayuda a publicar sus trabajos y les ofrece apoyo para encontrar becas y visados humanitarios que les permitan viajar a Europa.
"Si no hubiera un lugar donde estos jóvenes periodistas pudieran trabajar, terminarían yendo a trabajar para la propaganda estatal o abandonarían el periodismo por completo", añade Martynova.
Dado el deterioro de las libertades en Rusia, la formación de estos periodistas es a largo plazo. "Cuando se trata del futuro de la Rusia democrática, no se puede enseñar a la nueva generación de periodistas en uno o dos meses", explica Martynova. "Es necesario que este trabajo se haga de forma constante a lo largo de los años".
El rol de los pueblos originarios
En enero de 2024 estallaron protestas masivas en la República de Bashkortostán, de mayoría turca, ubicada al norte de Kazajistán, entre el río Volga y los montes Urales. Se produjeron tras la detención del líder de un movimiento ecologista y activista por los derechos de los indígenas. Las manifestaciones fueron de las más multitudinarias contra el Kremlin durante su guerra contra Ucrania.
"Los movimientos revolucionarios no violentos de mayor éxito en el vecindario de Rusia se han basado en la automovilización de las bases", escribió la periodista tártara y nativa de Bashkortostán Leyla Latypova. "Al menos uno de esos movimientos existe hoy en Rusia. No en Moscú, sino en el Bashkortostán de mayoría turca".
Latypova, excorresponsal especial del Moscow Times, se especializa en la cobertura de los rusos indígenas y no étnicos: tártaros, bashkires, siberianos indígenas y otros, poblaciones que suelen quedar fuera de las conversaciones sobre el futuro de Rusia.
La periodista ha escrito sobre los intentos de impulsar la democracia regional, el activismo de los pueblos originarios bajo la represión del Kremlin y cómo los actores internacionales pueden apoyar los derechos de estas comunidades y la democracia local en el futuro.
El objetivo, dice Latypova, es "llenar el vacío de información" sobre las Repúblicas y los pueblos originarios de Rusia, especialmente para los periodistas, políticos y activistas internacionales. Al dar a conocer lo que ocurre en las Repúblicas a un público no ruso, Latypova busca impulsar a los actores internacionales a considerar una Rusia más inclusiva en caso de una transición democrática.
"Entre los políticos occidentales hay interés por entender qué pasa en las Repúblicas", dice, señalando el activismo de los rusos no étnicos fuera de las grandes ciudades como Moscú y San Petersburgo. "La gente de Bashkortostán ha logrado algo que muchos esperaban de los moscovitas. Y no ha ocurrido en el vacío. Es parte de un proceso muy largo de desarrollo de la sociedad civil que simplemente se ha ignorado y del que tampoco se ha informado".
Es una conversación que debe tener lugar en este momento, observa Latypova, mientras activistas y periodistas imaginan cómo podría ser un futuro post-Putin. "Cuando hablamos de la Rusia democrática, tenemos que considerar un tipo de Rusia posible. Tenemos que hablar de los derechos de los pueblos originarios. Es incómodo, pero hay que hablar del tema", afirma.
“Preservar la historia”
El medio de investigación ruso iStories trata de "preservar la historia".
Fundado por Roman Anin, ganador del Premio Knight del ICFJ en 2020, el medio ha informa sobre la forma en que Rusia utiliza su agencia de censura, Roskomnadzor, para atacar a quienes critican a Putin, y cómo familias rusas, incluidos políticos, adoptan a niños ucranianos secuestrados.
"Nuestros periodistas investigan las atrocidades del ejército ruso en Ucrania, o los crímenes del régimen de Putin contra su propio pueblo y contra los rusos", dice Anin. "Es lo que yo llamo 'preservar la historia'".
Mientras el Kremlin honra a criminales de guerra de Bucha, difunde desinformación sobre atentados que han matado a niños en Ucrania e incluso reescribe la historia de los crímenes de la era soviética, crear un registro de lo que realmente está pasando en Rusia y sus territorios ocupados en Ucrania es fundamental para contrarrestar las narrativas del Kremlin. "Se trata de demostrar los hechos y hacer justicia a las víctimas", dice Anin. "Este es el mayor impacto en el que se puede pensar".
Anin cree que el trabajo de iStories puede ayudar a sentar las bases de futuros esfuerzos para que los criminales rindan cuentas. El gobierno del Reino Unido ya ha utilizado las investigaciones del medio en apoyo de las sanciones impuestas a Rusia.
También puede informar a las generaciones futuras del alcance de los crímenes cometidos en Ucrania y los territorios ocupados, afirmó Anin. "Es responsabilidad de los periodistas ver esta historia para que las generaciones futuras sepan lo que ocurría realmente en Rusia", dice Anin.
Frente al autoritarismo, estos periodistas mantienen la esperanza en una futura Rusia democrática, y esperan que los cimientos que están ayudando a sentar preparen a la próxima generación de activistas, políticos prodemocráticos y periodistas.
"Creo que existe ese futuro es posible porque sé que hay decenas de millones de rusos que condenan la guerra", dice Anin. "Nuestras fuerzas son limitadas pero, haciendo lo que hacemos, aumentamos la probabilidad de que una Rusia democrática sea mayor que cero".
Foto de Klaus Wright en Unsplash.