Más de 18 meses después de que Rusia lanzara su invasión contra Ucrania, los medios independientes rusos prácticamente han desaparecido.
Son muchos los periodistas que se han ido del país y que hoy informan desde Alemania, Georgia, Lituania y Kirguistán, entre otros. Adaptándose a su nuevo entorno, estos reporteros y redacciones navegan por un futuro incierto para los medios en lengua rusa.
La semana pasada, el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ) recibió a tres periodistas rusos para hablar sobre su trabajo y los problemas de seguridad y censura a los que siguen enfrentándose hoy en día. Sara Fischer, periodista de Axios, moderó el panel.
"Los medios rusos ya debían lidiar con la opresión antes de que empezara la guerra. Ya la experimentábamos en nuestra vida cotidiana, y ahora los líderes [mundiales] pueden verlo", dijo L*, quien actualmente vive en Alemania. "Todos nos enfrentamos a castigos penales en nuestro país".
Huir al extranjero
Inmediatamente después de que Rusia lanzara su invasión en febrero de 2022, los periodistas independientes se apresuraron a huir del país. Los que se quedaron fueron detenidos o sus redacciones cerradas por no seguir la línea del Kremlin al informar sobre la guerra.
"Cuando empezó la invasión, nadie sabía qué normas seguir. Nuestro equipo no sabía si estaba a salvo", dijo Z, quien dirige un canal anónimo de Telegram que ofrece noticias a la audiencia rusa desde el extranjero.
G., quien ahora vive en Lituania, explicó que el exilio de su medio se produjo en tres oleadas. Los directivos de la redacción se marcharon primero. "En ese momento, nuestro sitio digital era nuestro principal canal para conectar con la audiencia y fue bloqueado por los servicios de censura rusos. Parte de nuestro equipo, conmigo incluido, decidió trasladarse a Estambul, y luego yo me fui a Lituania, porque habíamos establecido previamente un órgano legal allí", explicó.
La segunda oleada se produjo en mayo de 2022, en respuesta a los rumores de que Putin anunciaría en breve una movilización para reclutar a más hombres en el ejército. Esto obligó a la publicación de G a trasladar a la mayoría de su personal masculino al extranjero.
La tercera oleada se produjo entre octubre a diciembre de 2022. La publicación dio a todos los miembros del staff que quedaban en el país la opción de trasladarse a Montenegro, miembro de la OTAN que no tiene frontera con Rusia. Los que decidieron permanecer en el país se convirtieron en autónomos anónimos —y ya no en empleados— para garantizar su seguridad.
Aunque los periodistas dicen sentirse más seguros en el extranjero que si se hubieran quedado en Rusia, las amenazas persisten. "Me siento seguro, porque no firmo lo que escribo", dijo L, y señaló: "sabemos que hubo tres envenenamientos de periodistas rusos en Alemania".
La importancia del anonimato
Rusia puso en la mira a los medios independientes mediante una legislación represiva sobre "agentes extranjeros" y "organizaciones indeseables". Los periodistas que escriben para una organización considerada "indeseable" pueden verse en la cárcel por su trabajo, mientras que los medios y los periodistas clasificados como "agentes extranjeros" son sometidos a onerosos requisitos de auditoría que agotan sus recursos.
Los periodistas en el exilio han mantenido en el anonimato los nombres de sus colegas que siguen en Rusia para protegerlos. "Queremos seguir publicando a los que siguen en Rusia y no queremos que los encarcelen", dijo L. "Anonimizarlos es molesto, es muy triste. No nos enorgullece, pero es la forma de seguir trabajando".
La necesidad de anonimato, explicó Z, ha llevado a muchos periodistas a escribir para su canal de Telegram: "Tenemos la oportunidad de trabajar, de conseguir dinero, de escribir sin censura, pero siendo anónimos. Es bueno para ellos, no corren el riesgo de ser etiquetados como agentes extranjeros".
Sin embargo, esta decisión tiene sus inconvenientes. "Los periodistas son gente ambiciosa, y a veces se sienten frustrados cuando sacan su material con 100.000 visitas, y nadie sabe quién es el autor", dijo Z.
Los medios de comunicación en el exilio también anonimizan a sus fuentes para que puedan hablar libremente. Por ejemplo, varios oligarcas están en desacuerdo en privado con la guerra, dijo G, pero no lo dicen públicamente. "La élite rusa está dividida, pero en realidad no quiere mostrar que lo está", explicó. "Tenemos fuentes que acceden a hablar si las mantenemos en el anonimato. Cómo verificar es nuestro problema".
Informar a las audiencias
Para los pocos medios que quedan en Rusia, incluso discutir el curso de la guerra puede invitar a la censura. "No se puede decir nada que discrepe de lo que ha dicho el Ministro de Defensa. Por ejemplo, si dices algo sobre Bucha, te criminalizan, te castigan con seis años de cárcel", explicó G. "Se anuncia como 'fake news', y puedes enfrentar un proceso penal".
Algunas publicaciones dentro del país evitan por completo cubrir la guerra. Los medios exiliados, en cambio, no se ven obligados a autocensurarse, explicó G: "Demostramos que se puede cubrir la noticia más importante de la última década [...] pero hay que salir de Rusia".
Los periodistas que escriben desde el exilio luchan contra la propaganda y la censura del Kremlin. "Ya hemos llegado a todo el público que podemos, y no encontramos nuevos lectores", afirmó L. "Toda la gente que se opone a la guerra nos lee, y los que no, los que apoyan a Putin, no tienen la oportunidad de leer nuestros posts".
Los periodistas rusos no pueden hacer cambiar de opinión a todo el mundo sobre la moralidad de la invasión, pero eso no significa que su trabajo no tenga impacto, añadió L.
"No es misión del periodismo hacer que la gente considere la guerra una amenaza si piensa que la invasión es buena. Nuestro trabajo es informar sobre lo que está pasando", dijo L. "Trabajamos para el futuro del periodismo social: no solo de la guerra, sino de sus problemas sociales y su impacto social en Rusia".
La relativa libertad con la que pueden operar los periodistas en el exilio ha sido la mayor ventaja de trasladarse al extranjero.
"Antes de la guerra, incluso los periodistas independientes conocían las reglas del juego. Muchos intentaban seguir esas reglas, pero después de la guerra ya nadie las sigue. Se hizo imposible seguir las reglas", dijo Z.
"Ya no hay líneas rojas para los periodistas independientes", concluyó.
*Por su seguridad, las identidades de los periodistas se han mantenido en el anonimato en este artículo.