Cuando a principios de febrero el periodista Philip Mayifilua* habló en la radio acerca de los problemas de la libertad de prensa en la República Democrática del Congo (RDC), nunca pensó que podría terminar detenido.
Poco después del programa —en el que Mayifilua condenó el habitual acoso a los periodistas en el país— un amigo le notificó que el Consejo Superior de Medios Audiovisuales y Comunicación (CSAC) lo había acusado de trabajar en favor de los intereses del Movimiento 23 de Marzo, dirigido por tutsis y más conocido como M23, y amenazaba con detenerle.
Respaldado por Ruanda, el M23 es uno de los más de 100 grupos rebeldes armados que luchan contra las fuerzas de la RDC en el este del país. Antiguos miembros de la milicia política armada Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP) crearon el grupo en 2012 para proteger a la minoría tutsi.
"Sabía que el programa de radio podía causarme problemas, pero no hasta el punto de que me detuvieran", dice Mayifilua. "Tuve miedo". Siguiendo el consejo de su amigo, partió a Uganda a la mañana siguiente. No es la primera vez recibe amenazas: fue detenido y abandonó el país varias veces antes.
La experiencia de Mayifilua se produjo pocas semanas después de que el CSAC condenara a tres medios franceses —RFI, France 24 y TV5Monde— por informar de forma sesgada sobre el conflicto, y varios días después de que los rebeldes del M23 tomaran el control de Goma, la mayor ciudad del este de la RDC, el 27 de enero. La ONU calcula que al menos .2.900 personas han muerto y 500.000 se han visto desplazadas desde entonces. De acuerdo con Mayifilua, 40 periodistas han huido del país.
Actores hostiles
Tanto el gobierno como el M23 obstaculizan la libertad de prensa en el país. El gobierno prohíbe a los periodistas difundir información relacionada con el M23, y el grupo rebelde ha acosado a los periodistas que difunden información que, en su opinión, favorece al gobierno y a su ejército. Algunos medios han cerrado completamente, y en enero el CSAC suspendió a Al Jazeera.
Soldados y rebeldes han saqueado emisoras de radio por igual. Además, el respaldo de Ruanda al M23 representa otro factor hostil para los periodistas.
El 14 de febrero, la periodista Dame Tuluka* salió de Goma para acompañar a su primo que necesitaba tratamiento médico, en un autobús hacia Burundi, vía Ruanda. Los agentes de aduanas de la frontera ruandesa se llevaron el documento de identidad y el pasaporte de Tuluka, y la detuvieron cuando se dieron cuenta de que era periodista, acusándola de trabajar como espía para las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda, otro grupo militante.
"Me decían que era una infiltrada. Me dijeron dos veces que me matarían si no decía la verdad", cuenta Tuluka. "Me tomaron fotos, leyeron los mensajes de mi teléfono y me dijeron que sigo bajo su vigilancia y que mis movimientos serán controlados".
Fue puesta en libertad tras permanecer detenida cinco horas. "No estoy psicológicamente estable", dice. "Quedé traumatizada luego de que en la aduana enviaran mi información a sus sistemas de control. Creo que en cualquier momento pueden venir a buscarme porque uno de ellos dijo que había enviado mis datos de contacto y mis conversaciones al jefe del M23".
Autocensura y estrés financiero
Los periodistas en la RDC evitan cubrir temas sensibles, como los abusos cometidos por soldados, por temor a represalias y detenciones. Mayifilua señala que varios casos de violencia sexual y saqueos relacionados con la milicia Wazalendo —que luchó junto al ejército congoleño contra los rebeldes del M23— no fueron denunciados.
"No puedes hablar del tema en los medios locales; si lo haces, los milicianos te matan", advierte. "Los soldados saquean cuando pierden un pueblo, pero si lo denuncias, las autoridades te arrestan".
Como resultado, muchos periodistas cubren menos, lo que pone en jaque su sustento y el de sus familias.
"No he trabajado desde que los rebeldes entraron en Goma. No tengo dinero. Vivo gracias a deudas contraídas", explica Tuluka, madre soltera de dos hijas. "Vivimos en un periodo muy estresante".
Apoyo a periodistas
El hecho de que los periodistas congoleños trabajen rodeados de actores hostiles es el principal problema al que se enfrentan en la actualidad, de acuerdo con Gilbert Bukeyeneza, fundador de la Coalición Ukweli, que apoya el periodismo de investigación transfronterizo en África Oriental.
"La independencia editorial de los periodistas está en peligro porque tanto el gobierno como los rebeldes quieren que los periodistas se alineen con sus narrativas", explica Bukeyeneza. "Quieren que los periodistas se conviertan en su herramienta y canal de comunicación".
En estas circunstancias, Bukeyeneza instó a los periodistas a dar prioridad a la seguridad. "No puedo mentir a los periodistas en este contexto y decirles que 'sean valientes', porque pueden terminar arrestados", dice.
Una forma en que los medios de comunicación pueden apoyar a los periodistas congoleños atrapados en el mortífero conflicto es promoviendo iniciativas transfronterizas. La Coalición Ukweli ya está colaborando con periodistas en este sentido; algunas de las investigaciones, entre ellas la del impacto del conflicto en la seguridad alimentaria, se publicarán pronto, cuenta Bukeyeneza.
Estos proyectos transfronterizos no están, desde luego, exentos de dificultades. La principal es reunir a periodistas de la RDC, Burundi y Ruanda, tres países directamente implicados en el conflicto.
"Un reportaje sobre el 23M no funcionaría porque hay diferentes opiniones al respecto y los periodistas de los países implicados en el conflicto pueden no confiar los unos en los otros", explica Bukeyeneza, por lo que sugiere traer a periodistas de Kenia, Uganda y Tanzania.
Mayifilua está de vuelta en la RDC tras permanecer 11 días en Uganda. Él y Tuluka siguen empeñados en cambiar la sociedad mediante un periodismo de impacto.
"Hay que seguir trabajando por una prensa libre. Es una batalla perpetua, y no estoy dispuesto a parar", dice Mayifilua. "Seguiré contando la verdad, sean cuales sean los riesgos".
*Los nombres fueron cambiados por seguridad.
Foto de Job Bunana en Unsplash.