"Ya no podemos distinguir los hechos de la ficción porque la primera generación de productos de la IA en redes sociales no se basó en los hechos sino que difundió mentiras, miedo, ira, odio".
En una mesa redonda celebrada el mes pasado en el Festival Internacional de Periodismo de Perugia, Italia, la Premio Nobel filipina Maria Ressa nos recordó lo que está en juego: la IA facilita la difusión de desinformación, dando una mano a las agendas autoritarias.
En la conversación participaron también Natalia Antelava (Coda Story, Georgia), Branko Brkic (Daily Maverick, Sudáfrica) y Patricia Campos Mello (Folha de São Paulo, Brasil), con la moderación de Julie Posetti, del Centro Internacional de Periodistas (ICFJ). El objetivo no fue limitarse a repetir preocupaciones ya conocidas, sino compartir soluciones innovadoras que distintas redacciones están empleando para combatir este problema omnipresente.
Ressa y su equipo de Rappler, por ejemplo crearon el Protocolo Matrix, una aplicación de chat cifrada de extremo a extremo que permite comunicaciones descentralizadas. La aplicación es una "plaza digital" conectada a Rappler que permite chatear con periodistas, grupos de la sociedad civil y otras personas interesadas en un tema concreto. Matrix es una respuesta a las insidiosas amenazas en línea de que han sido objeto los periodistas, incluida la propia Ressa.
Antelava practica un periodismo proactivo, investigando de qué manera los regímenes autoritarios explotan las plataformas tecnológicas para difundir desinformación y promover sus agendas, incluso en sociedades democráticas. Su objetivo es exponer las causas profundas de las crisis en distintos países, revelando cómo los gobiernos y las plataformas "manipulan la nostalgia" y explotan dolores o resentimientos locales mediante campañas de desinformación.
El trabajo de Brkic es garantizar la protección de sus periodistas y no se arriesga a la hora de evaluar qué amenazas digitales podrían convertirse en violencia física. Brkic ha puesto a disposición de su redacción servicios de asesoramiento, de los que se han beneficiado el 60% en los últimos cuatro años. También ayuda a los periodistas del Daily Maverick, especialmente a las mujeres, que sufren mayores índices de desinformación de género y violencia en línea, a trasladarse físicamente a casas seguras si es necesario.
El trabajo de Campos Mello involucra una cobertura específica de la desinformación, que incluye el seguimiento de las fuentes de financiación, el manejo de la legislación y los esfuerzos de presión de las empresas tecnológicas y el empleo del periodismo para garantizar que las plataformas hagan cumplir sus propias reglas.
El debate estuvo vinculado a la iniciativa trienal del ICFJ "Desarmar la desinformación", que equipa a periodistas de herramientas para investigar fuentes de desinformación, utilizar nuevas técnicas para que la información verdadera se propague viralmente e investigar de qué manera las redacciones están encontrando formas reproducibles de combatir la difusión de falsedades. Posetti dirige la parte de investigación del proyecto y los cuatro medios de comunicación representados participan en él.
Aunque este diálogo puso de manifiesto las perniciosas fuentes y tácticas desinformativas que erosionan el periodismo, también mostró soluciones que las redacciones están aplicando para combatir este persistente problema. Así como estos debates seguirán siendo cruciales en un futuro próximo, el sector está repleto de pensadores innovadores que están forjando nuevas vías para preservar la verdad y la transparencia.
Desarmar la desinformación está dirigido por el ICFJ con financiación principal del Scripps Howard Fund, que apoya los esfuerzos benéficos de The E.W. Scripps Company. El proyecto, de tres años de duración, capacita a periodistas y estudiantes de periodismo para luchar contra la desinformación.
Este artículo fue publicado originalmente por la organización matriz de IJNet, ICFJ.