El trabajo de un periodista es informar con imparcialidad y precisión, separar lo que es verdad de lo que no y contextualizar hechos y opiniones. Para lograrlo, el fact-checking editorial –el proceso de verificar las fuentes y la información incluidas en una historia– es un proceso esencial para reporteros y editores.
"En el mejor de los casos, una persona que no sea el escritor/editor/productor hará la verificación", dice Brooke Borel, periodista y autora de The Chicago Guide to Fact-Checking. "En ese caso, el fact-checker analizará cada hecho narrado en la historia y lo confirmará con respecto a las fuentes originales incluyendo, en algunos casos, la re-entrevista de esas fuentes'', explica, y agrega que, a veces, también es posible que se requieran informes adicionales.
Si bien esto sucede en las revistas que tienen un departamento dedicado exclusivamente al fact-checking, como The New Yorker, definitivamente no es la norma en la mayoría de los medios de comunicación, que simplemente no tienen suficiente dinero, personal o tiempo para invertir específicamente en la disciplina.
"En los casos en que no hay fact-checker, es importante que los periodistas cuenten con un proceso establecido para verificar su propio trabajo", dice Borel.
Los plazos ajustados, las reducciones presupuestarias y la falta de recursos especializados no deberían comprometer los estándares éticos ni la calidad de las noticias, pero sin duda dificultan las cosas. A continuación ofrecemos algunos consejos sencillos para ayudar a freelancers y pequeños equipos periodísticos a implementar una estrategia de verificación más efectiva antes de publicar o emitir el trabajo del que son responsables.
Usa un bolígrafo
Bill Adair es profesor Knight de Periodismo y Políticas Públicas en la Universidad de Duke y fundador de PolitiFact, el sitio ganador del premio Pulitzer que investiga el nivel de precisión de las afirmaciones de los políticos (conocido como "fact-checking político"). Él sugiere un proceso simple pero completo que aprendió de su colega del St. Petersburg Times, el fallecido Terry Tomalin.
"Imprimo la historia y luego la repaso frase por frase con un bolígrafo rojo", dice. "Leo cada oración en voz alta y me pregunto si estoy seguro de que lo que se dice allí es verdad". Si tiene alguna duda, la verifica con una fuente independiente.
Una vez que todo ha sido confirmado, Adair coloca una marca de verificación al final de la oración. También hace un círculo alrededor de cada número, cifra y nombre y coloca una marca de verificación una vez que los chequeó. "Ten especial cuidado con los nombres y números", aconseja. "Esas son las cosas en las que más a menudo me he equivocado".
Cuando trabaja en una historia sensible (una investigación, por ejemplo), escribe el nombre de la fuente junto a la información que esa fuente ha dado para verificarla más tarde. "También hice eso cuando escribí mi libro", dice.
Cuando se trata de figuras públicas, aplica el proceso de PolitiFact para verificar la información: “Primero recurrimos a los propios funcionarios públicos y les pedimos materiales de apoyo para respaldar su declaración. Siempre deberían ser capaces de respaldar las afirmaciones que hicieron con fuentes”.
En cuanto a la ciencia, es preciso recurrir a lecturas especializadas para comprender el contexto de una declaración específica. “¿Hay consenso sobre un tema? ¿Hay algún documento que confirme ese consenso, o se trata de un valor atípico?” Borel se pregunta: "¿Qué tienen para decir los demás científicos en el campo, los que no participaron directamente en un estudio en particular?"
Prioriza los hechos
Lo ideal es que los periodistas verifiquen cada hecho en una historia, incluyendo aquellos utilizados por las fuentes para expresar opiniones o los que están dentro de una cita, dice Brooke Borel. Si no tienes tiempo para eso, es posible que debas establecer prioridades. Ella recomienda chequear primero los hechos “de alto riesgo, es decir, “aquella información que, si transmites de manera equivocada, podría valerte una demanda o dañar a alguien".
Por ejemplo, si estás cubriendo una fuente altamente litigiosa, si tu historia está relacionada con un crimen o harás afirmaciones que podrían dañar la reputación de alguien, debes estar completamente seguro de que lo que dices es exacto y tener todos los recursos apropiados para respaldar tus palabras. "Si escribes sobre algo que podría influir en la salud o el bienestar de las personas, por ejemplo, un nuevo medicamento farmacéutico, dieta o dispositivo médico, debes asegurarte de no estar exagerando", dice Borel.
Una vez que hayas cubierto esa parte, pasa a los hechos básicos que son fáciles de verificar y fáciles de confundir, aconseja. Estos incluyen la ortografía de los nombres propios, las cifras, y también ubicaciones, geografía básica y fechas.
Revisa tus fuentes
Plantéate si has revisado tus fuentes a fondo y si te falta alguna voz o información clave, sugiere Borel. "Lee la historia desde la perspectiva de tu mayor crítico y cubre todos los baches en la lógica y en las fuentes según corresponda", dice.
Si necesitas verificar declaraciones de una fuente anónima u off the record, chequea todo lo que puedas con fuentes on the record. Borel enumera algunas preguntas útiles: “¿Tiene la fuente anónima documentos u otra prueba que respalde sus afirmaciones? ¿Hubo otras personas involucradas en un evento en particular o conversación que puedan confirmar lo que dice la fuente anónima? ¿Entrevistaste a las personas a las que se refiere la fuente anónima para conocer su opinión?
Bill Adair agrega que siempre debes intentar tener una fuente on the record y usar el anonimato solo en casos muy puntuales.
Implementar estos consejos y métodos de verificación editorial en tu proceso regular de escritura no solo fortalecerá tus piezas periodísticas, sino que reducirá el riesgo del error y garantizará contenidos más justos y precisos.
Imagen con licencia Creative Commons en Unsplash, vía Jonny Caspari.