Últimamente he leído mucho sobre una nueva manera de valorar los medios de comunicación que beneficiaría a los emprendimientos periodísticos, que casi siempre carecen del capital suficiente para sostenerse.
Sociólogos y economistas han escrito al respecto durante años –capital social– y me avergüenza decir que acabo de empezar a aprender sobre el tema.
El capital social es un valor que los emprendedores de medios poseen a través de sus redes sociales, profesionales y empresariales. Es también un valor que crean a través del impacto de su trabajo en la sociedad.
Los inversores, el público y los mismos emprendedores suelen infravalorar el capital social de los medios porque es difícil de medir y de asignarle un valor concreto. En contraposición, es más fácil valorar una publicación según los ingresos y las ganancias que genera, así como los activos que posee.
Cuando los emprendedores activan su capital social, pueden crear valor que genere ingresos y apoye a una prensa libre.
El libro de INSEAD "Power Is Everywhere: How Stakeholder-Driven Media Build the Future of Watchdog News" contiene muchos ejemplos de cómo los medios de comunicación alrededor del mundo están activando su capital social. Algunos de ellos:
Mediapart, Francia
Los cinco fundadores de la startup digital Mediapart –periodistas bien conocidos de publicaciones como Le Monde y Libération– activaron su capital social en 2007 para refutar la convicción generalizada de que el público no pagaría por periodismo de investigación online.
Cuando se lanzó Mediapart, los fundadores ya habían recaudado US$4 millones en capital inicial, de los que US$2 millones provenían sus propios recursos. Dos inversores externos, Doxa y Ecofinance, invirtieron US$700.000. Otros 40 amigos y conocidos contribuyeron con US$700.000.
La reputación de los fundadores y sus redes de conexiones representaron el capital social que atrajo inversiones, así como a un equipo de 25 periodistas con voluntad de unirse a una iniciativa incierta que podía ser un fracaso. La publicación sigue prosperando con 130.000 suscriptores que pagan al menos US$120 al año.
De Correspondent, Holanda
De Correspondent, una plataforma que ofrece información, análisis y periodismo de investigación en holandés, se lanzó en 2013 después de recaudar US$1,7 millones provenientes de 19.000 personas, lo que en su momento fue un absoluto récord de crowdfunding por parte de una organización periodística.
Como en el caso de Mediapart, sus fundadores eran periodistas bien conocidos. Su propuesta de valor fue que producirían reportajes importantes, no conectados a ninguna ideología política, y que no aceptarían ninguna publicidad con el fin de mantener independencia editorial. Acaban de anunciar que han superado los 50.000 suscriptores, quienes pagan al menos US$65 al año.
El editor Ernst-Jan Pfauth dice que uno de los secretos para activar semejante red de ciudadanos holandeses fue fundar un movimiento, no una publicación. "Dijimos a nuestra audiencia que queríamos iniciar una publicación que les sirviera como antídoto frente a los sensacionalismos del día. Nos comprometimos a ayudarles a entender mejor el mundo que los rodea".
El impacto como capital social
En los últimos años ha surgido un nuevo tipo de inversión denominada "inversión para el impacto social" ("social impact investing" o "venture philanthropy"). A estos inversores les importa no solo resultados financieros sino los cambios positivos en la sociedad.
El Media Development Investment Fund (MDIF), por ejemplo, invierte en "medios independientes alrededor del mundo, siempre que ofrezcan noticias, información y debates que la gente necesita para construir sociedades libres y prósperas". En 20 años, la organización ha brindado US$153 millones en financiación y consultoría a más de 100 empresas en 39 países.
El MDIF utiliza varias métricas para evaluar su impacto: alcance (usuarios, lectores, televidentes, oyentes), viabilidad financiera (flujo de caja, activos, pasivos, crecimiento, gestión), así como el impacto en la sociedad al desempeñar su labor fundamental de hacer que las autoridades rindan cuentas y de revelar la corrupción. Al mismo tiempo, a diferencia de una ONG o una fundación, MDIF promete a sus inversores un retorno financiero.
Cabe señalar también que muchas de estas organizaciones no están interesadas en primera instancia en beneficiar a sus accionistas, sino en beneficios sociales en la forma de una prensa libre e independiente. Miden su efectividad por su impacto en la sociedad a través de su denuncia al poder, a través del fomento de la participación democrática y de informar sobre temas vitales. Esa es su estrategia para atraer inversores, patrocinadores y suscriptores. En este sentido, reconocen que la industria de los medios de comunicación no es solo una fuente de beneficios.
Para que el periodismo de calidad prospere después del colapso del modelo de negocios tradicional, el valor económico del impacto social tiene que ser utilizado para justificar y atraer inversiones desde fundaciones, ONGs, empresas, el público e incluso desde el gobierno. En esta nueva dinámica, los medios tendrán que encontrar maneras de generar ingresos y conservar su independencia manteniendo sus financiadores a distancia.
Este post es una versión del original que fue publicado en el blog de James Breiner, News Entrepreneurs, y es reproducido en IJNet con permiso.
James Breiner es ex becario Knight International, y fundador y ex director del Centro de Periodismo Digital de la Universidad de Guadalajara. Visita sus sitios News Entrepreneurs y Periodismo Emprendedor en Iberoamérica.
Imagen con licencia Creative Commons en Flickr, vía Japanexperterna.se.