Cómo cubrir la desinformación sin darle más visibilidad

Oct 7, 2020 en Lucha contra la desinformación
A picture of a handrail with a painted photo of bigfoot being abducted by aliens

QAnon es una teoría conspirativa de extrema derecha que ha surgido en la carrera por puestos en el Congreso y las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos. En los mítines del presidente Donald Trump, muchos asistentes se han presentado con carteles y camisetas que dicen "Somos Q".

Estos operativos funcionan como provocaciones que intentan alejar a los lectores de los medios de comunicación tradicionales. Incluso el conservador canal Fox News ha estado en su punto de mira. “Fomentan la desconfianza en cualquier medio noticioso que esté fuera de su marco de creencias”, dice Brian Friedberg, investigador principal del Proyecto de Cambio Social y Tecnología de la Escuela Kennedy de Harvard.

Que los partidos políticos manipulen la cobertura noticiosa no es nada nuevo, pero la investigación de Friedberg muestra que QAnon ha expandido su base y llevado la desinformación al extremo.

Para los periodistas, se trata de una situación paradójica. Ignorar estos grupos no es una opción. El público tiene derecho a saber quiénes son y las amenazas que representan. Pero amplificarlos también es un problema. ¿La cobertura de la prensa oxigena a los movimientos extremistas?

Para un proyecto llamado “The Oxygen of Amplification” (El oxígeno de la amplificación”), la experta en alfabetización mediática Whitney Phillips exploró la delgada línea que recorren los periodistas cuando cubren grupos con opiniones extremistas.

[Lee más: Nueve herramientas para verificar imágenes y videos]

 

"La conclusión para los periodistas del establishment es cruda y angustiosa", escribió Phillips en su estudio. "Con solo presentarse y hacer su trabajo, los periodistas que cubrieron la extrema derecha —que incluye todo, desde teóricos de la conspiración profesionales hasta redes sociales pro Trump y nazis puros y duros—  jugaron directamente en favor de las relaciones públicas de estos grupos. En el proceso, la cobertura sumó no solo oxígeno, sino también combustible para avivar un incendio que ya estaba latente".

Muchos de los 50 periodistas a los que entrevistó reconocieron que su trabajo les dio publicidad y pudo haber estimulado a los desinformadores. ¿Cómo podrían los medios evitar convertirse en un megáfono para los grupos extremistas?

Phillips, profesora en la Universidad de Siracusa, desaconseja enmarcar a los "malos actores" como el centro de la historia, reforzando que es su comportamiento el que merece cobertura. Los periodistas también deberían hacerse las siguientes preguntas:

  • ¿La historia va más allá de los intereses de una comunidad online específica, hasta el punto de compartirse y debatirse ampliamente?

  • ¿Existe un beneficio social positivo mayor, como sumar a un debate existente sobre un problema o iniciar una nuevo debate sobre un tema importante?

  • ¿La historia causará daño a los involucrados, incluyendo vergüenza, re-traumatización o daño profesional?

Claire Wardle, directora en Estados Unidos de First Draft, una organización que lucha contra la desinformación, publicó una guía para ayudar a periodistas y editores en su proceso de toma de decisiones sobre si cubrir un grupo específico, movimiento o campaña desinformativa. Estos son algunos de sus puntos principales de la guía, "10 preguntas para hacerse antes de cubrir desinformación":

  • ¿Quién es mi audiencia? “¿Es probable que ya hayan estado en contacto con la desinformación o no? Si no es así, ¿cuáles son las consecuencias de llamar la atención hacia ella de un público más amplio?
  • ¿Cuánto tráfico debe tener una pieza desinformativa antes de abordarla? “¿Cuál es el punto de inflexión y cómo lo medimos? En Twitter, por ejemplo, ¿verificamos si un hashtag llegó a los 10 principales temas del país?"
  • ¿Cómo deberíamos escribir sobre los intentos de amplificación de desinformación? ¿Deberíamos centrarnos en desacreditar los mensajes de las campañas automatizadas (verificación de datos)? ¿O nos enfocamos en los actores detrás de ellos (verificación de fuentes)? ¿O ambos?

“Los esfuerzos para socavar y explicar falsedades deliberadas pueden ser extremadamente valiosos y casi siempre son de interés público, pero deben manejarse con cuidado”, escribió Wardle. "Todos los periodistas y sus editores deben comprender el riesgo de legitimar un rumor y difundirlo más".

[Lee más: Consejos para defenderte de la desinformación]

 

Aimee Rinehart, subdirectora en Estados Unidos de First Draft, cree que los periodistas deben evitar “marginar” a estos movimientos extremistas. En cambio, deberían centrarse en sus creencias destructivas, como la homofobia, el antisemitismo y la islamofobia.

“Las creencias de QAnon son profundamente preocupantes y tóxicas. Eso es lo que deberían mirar los medios", dice Rinehart.

Para ayudar a sus periodistas, algunas redacciones han ideado políticas sobre cómo combatir la desinformación, como la difundida por Q o incluso por políticos prominentes. Jane Elizabeth, jefa de redacción del News and Observer en Raleigh, Carolina del Norte, ha hecho de la verificación un elemento central del funcionamiento del periódico.

“Para los periodistas, realmente es un enigma”, dice Elizabeth. “Algunos políticos entienden mejor la verificación ahora que en 2016 y están buscando formas de evitarlo. Se han vuelto más inteligentes".

La transparencia es una parte vital del proceso. El News and Observer publica sus pautas de verificación, código de ética y una historia de muestra que ilustra el rigor del chequeo en su sitio web. A los lectores se les proporciona una lista de recursos que fueron consultados al escribir una verificación en particular, junto con los nombres de los periodistas y editores que trabajaron en ella.

Hace pocos meses, cuando el presidente Donald Trump le dijo a una audiencia de Carolina del Norte que debían votar dos veces para asegurarse de que se contara su voto por correo, el News and Observer tuvo cuidado de no repetir sus declaraciones incorrectas en su cobertura para evitar la amplificación de las mismas.

En su lugar, crearon una sesión de preguntas y respuestas sobre cómo votar y utilizaron una cita: "No, no puedes votar dos veces".

"La desinformación se ha convertido en parte de nuestro tejido social contemporáneo y no va a desaparecer fácilmente", observa Friedberg. "Tenemos que seguir haciendo este trabajo si queremos superarla".

Recursos


Sherry Ricchiardi, Ph.D. es coautora de la guía de cobertura de desastres y crisis de ICFJ, y capacitadora en medios. Ha trabajado con periodistas de todo el mundo en cobertura de conflictos, traumas y cuestiones de seguridad.

Este artículo fue adaptado del original, publicado en DataJournalism.com. Se publica en IJNet con permiso.

Imagen con licencia Creative Commons en Unsplash, vía Darren Halstead.