Al norte de Etiopía, junto al Mar Rojo, se encuentra Eritrea. Desde su independencia en 1993, este país de 3,8 millones de habitantes ha estado gobernado por un único dictador, en un régimen marcado por la represión generalizada.
La administración del presidente Isaias Afwerki, que nunca fue elegido por la población, niega a los eritreos derechos y libertades básicos, y ha cometido crímenes contra la humanidad. En 2001 cerró todos los periódicos independientes del país y detuvo a periodistas que siguen incomunicados al día de hoy. Se trata de los periodistas que llevan más tiempo detenidos del mundo.
Durante este tiempo, contar las historias de los eritreos e informar a la población ha sido casi imposible. Los periodistas y la mayoría de las voces disidentes se han visto obligados a exiliarse, han sido detenidos, encarcelados y torturados. En Eritrea no hay periodismo independiente, dijo Sadibou Marong, responsable de la oficina de África Subsahariana de Reporteros sin Fronteras (RSF). "En pocas palabras, es bastante difícil para los eritreos disfrutar de libertad de prensa o de libertad de expresión".
Es probable que la situación sea peor de lo que se documenta, continúa Marong, ya que es difícil hacer un seguimiento de los abusos en un país que no coopera con las organizaciones internacionales de derechos humanos ni facilita el acceso a la información pública.
A continuación contamos cómo periodistas, escritores y redacciones eritreas en el exilio siguen informando sobre y a su país.
PEN Eritrea en el exilio
Los eritreos están inundados de propaganda que alega que quienes sufren castigos son "conspiradores contra el gobierno", "traidores" o "agentes de Occidente", explica el escritor Awet Fissehaye. Esto sirve para justificar la represión del régimen.
"Nos han enseñado a aceptar los abusos y a tomar esas cosas como normales cuando no lo son en absoluto", afirma. "No es fácil liberarse de este enredo".
Fissehaye es director de PEN Eritrea en el Exilio, que se puso en marcha en octubre de 2014 para que periodistas, escritores, poetas y otros creativos se reúnan y presionen por la liberación del país y de su gente.
"La oscuridad que el gobierno eritreo genera tiene que ser derrotada por la luz que estamos tratando de difundir", dice Fissehaye, quien huyó de Eritrea dos veces, la última en 2014. Fue encarcelado y torturado y actualmente está exiliado en Londres. Sobrevivió a múltiples experiencias cercanas a la muerte mientras cruzaba el desierto del Sahara y el mar Mediterráneo abandonando su país natal: "Supervivientes del encarcelamiento y del trato en manos del gobierno eritreo: estamos contando lo que pasa", afirmó.
Para remodelar la narrativa, PEN Eritrea en el Exilio verifica y comparte información en redes sociales sobre la evolución del país. Organizan actos virtuales para eritreos de toda la diáspora, premia a los defensores de la libertad de expresión, publica obras de exiliados y está trabajando para digitalizar periódicos eritreos locales de principios de la década de 2000.
El año pasado, Kassahun Checole, fundador de Africa World Press y Red Sea Press, ganó el Premio PEN Eritrea a la Libertad de Expresión: "Me honra porque el premio me coloca en el círculo de los eritreos que han pagado y siguen pagando un alto precio por actuar conforme a su deber patriótico de defender la democracia y la libertad en nuestro querido país y en África en su conjunto".
Radio Erena
Aproximadamente la mitad de los eritreos tiene acceso a la electricidad, y uno de cada cinco a internet. Uno de cada 1.000 tiene conexión personal.
Dadas estas limitaciones, la radio y la televisión por satélite se han convertido en las mejores vías para que las redacciones exiliadas lleguen al público del país.
Con el apoyo de RSF, Radio Erena, una emisora con sede en París, comenzó a emitir vía satélite dentro de Eritrea en 2009. Para mantener informados a los eritreos con noticias locales, regionales y mundiales, la emisora emite en las dos lenguas principales del país, el tigriña y el árabe. También combate la desinformación difundida por el gobierno.
"Perseguir la información a diario cuando el país está bloqueado no es fácil", dice Amanuel Ghirmai, director y redactor jefe de Radio Erena, que se incorporó al medio seis meses después de huir del país en 2009.
Los eritreos consideran a Radio Erena una fuente de información neutral y confiable, que cerca de medio millón de personas escuchan al menos una vez a la semana, según una encuesta de DW Akademie.
"A veces estamos hartos, agotados, pero nunca perdemos la esperanza; yo nunca pierdo la esperanza", afirma Ghirmai.
Erisat
La periodista Saba Tesfayohannes nunca regresó a Eritrea tras mudarse a Estados Unidos en 2002 para cursar estudios de posgrado. No iba a ser seguro debido a su activismo por los derechos humanos.
Actualmente en Los Ángeles, Tesfayohannes recibe regularmente los videos que le envían desde su Eritrea natal. También se reúne con otros eritreos exiliados que, aunque siguen teniendo miedo, deciden compartir sus historias de vida en su país. "Durante los últimos 22 años, Eritrea no solo ha sido una pesadilla para los periodistas, sino para cualquier ciudadano que respire, porque siempre estás controlado", afirma.
Enterada de que los eritreos en el país veían telenovelas extranjeras en la televisión por satélite, en 2018 cofundó un canal de televisión sin ánimo de lucro, Erisat, para ofrecer noticias dentro de Eritrea.
Erisat, que comenzó con voluntarios, hoy cuenta con un equipo de 25 personas a tiempo completo y voluntarios repartidos por todo el mundo. La emisora funciona 24 horas al día, siete días a la semana.
Hubo desafíos en el camino: en sus dos primeros años, Erisat tuvo problemas para cubrir sus US$10.000 mensuales de gastos de funcionamiento. "Llegamos al límite de nuestras tarjetas de crédito, algunos sacamos compensaciones diferidas, otros pedimos dinero prestado", explica. "Nos convertimos literalmente en mendigos profesionales para vender la misión".
Hoy, Erisat publica noticias, hace programas de televisión y ofrece contenidos educativos en cuatro lenguas eritreas.
"Quiero que los niños, los jóvenes, tengan esperanza de que pueden creer en Eritrea", dice "Ahora mismo, todos quieren irse de Eritrea. Porque no tienen ninguna esperanza".
Recordando las raíces
Para los periodistas, escritores y activistas eritreos en el exilio, recordar sus raíces y por qué abandonaron su país natal es fundamental. Una vez que están a salvo, el recuerdo puede servir como fuerza motora, afirma Yirgalem Fisseha, escritora y poeta exiliada en Berlín.
Fisseha fue arrestada en su país sin cargos ni juicio en 2009. Fue liberada en 2015, y encarcelada de nuevo en 2017 durante cuatro meses tras intentar huir. Poco después escapó a Uganda y desde entonces vive en el exilio.
En un acto de resistencia, Fisseha tituló su primer libro "Estoy viva", en tigriña. "Estuve en coma por la tortura. Estuve en un hospital por la tortura, así que nunca pensé que llegaría hasta aquí y que un día se escucharía mi voz", dice.
En 2018, un año después de escapar a Uganda, Fisseha viajó a Alemania para participar en el programa Escritores en el exilio del PEN Center como becaria.
Migrar y aclimatarse a diferentes culturas, idiomas y a la soledad ha sido difícil. Incluso tareas tan sencillas como comprar un pasaje de tren o utilizar Google Maps podían resultar frustrantes. "Cuando cometía algún error, me reía de mí misma, me entretenía conmigo misma", dice. "Le digo a la gente que renací hace cinco años en Europa".
A pesar de las dificultades, Fisseha está agradecida porque vive para contar su historia. "Hablar y escribir sobre mis experiencias, ser la voz de la gente que está en la cárcel: esas actividades dan sentido a mi vida ahora", dijo. "No hablar de la vivencia, no hablar de los presos, sería otra prisión para mí".
Compartir su historia y alzar la voz en el presente es una inversión hacia un futuro en el que las cárceles eritreas estén vacías y las familias reunidas, cree Fisseha. "La gente puede pensar que estoy pasándola mal y peleando, pero para mí también es parte de la curación", afirma. "Hago lo que quiero hacer. Hago lo que tengo que hacer".
Foto de aboodi vesakaran en Unsplash.