Desde inicios de la guerra entre Rusia y Ucrania, el panorama mundial, incluyendo Latinoamérica, se pintaba oscuro, debido a la importancia de las producciones rusas y ucranianas para los mercados internacionales, que incluyen el maíz, el trigo, el girasol, el aceite y, principalmente, el petróleo y el gas natural.
A pesar de que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estimó en abril que el crecimiento de Latinoamérica crecería en un promedio de 1,8% (América del Sur 1,5%, América Central y México un 2,3%, y el Caribe un 4,7%), la amenaza de una inflación mayor a lo normal comenzó a acechar a las realidades de los países de la región.
“Se prevé que los precios elevados de las materias primas aceleren notablemente la inflación en América Latina y el Caribe, donde cinco de las principales economías registran una tasa anual media de 8%: Brasil, México, Chile, Colombia y Perú”, apuntó en marzo Jourdy Victoria James Heredia, subdirectora del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM).
De acuerdo con Bloomberg, en Centroamérica, por ejemplo, se registran cifras inflacionarias alarmantes. En Honduras y Costa Rica se registraron picos históricos de 10,04% y 12,13% respectivamente. Por hacer una comparativa, en agosto de 2021, los costarricenses vivieron una inflación de 2,09%.
A esta realidad hay que añadir que entre 2022 y 2024, Latinoamérica vivirá un “super ciclo electoral”, en el que este panorama tendrá una importante influencia en el devenir de los diferentes pueblos de la región. Por ejemplo, Brasil votó por ver nuevamente a Lula da Silva al frente del gobierno carioca. En 2023 Paraguay, Guatemala y Argentina vivirán sendos procesos electorales para elegir nuevas autoridades de Gobierno y legislativas.
La crisis y Latinoamérica
Ignacio Hutin, periodista argentino especialista en Europa Oriental, Eurasia post soviética y Balcanes, y también fotógrafo (ARGRA, 2009) y colaborador de medios como Infobae, reconoce que si bien los índices inflacionarios de los países van en aumento, hasta el momento, el impacto en Latinoamérica y África del conflicto ruso-ucraniano no es comparable con lo que ocurre en toda Europa.
“Bolsonaro se ha acercado bastante a Rusia en los últimos años, entre otras cosas porque Brasil es parte del BRICS y porque Rusia es un gran proveedor de fertilizantes. Lo necesitan, aunque, contrario a Venezuela o Cuba, Brasil tiene otras alternativas”, mencionó Hutin. Pero, ¿qué pasa en otros países en donde la relación con Rusia y Ucrania no es tan clara o evidente?
Según el también autor de varios libros dedicados al conflicto entre estos países europeos, el periodismo latinoamericano debe de buscar el equilibrio informativo, porque la visión parcializada de “algo tan complejo como una guerra”, tiene una influencia en el enfoque de la información que se publica desde los medios de comunicación, particularmente cuando existen procesos electorales o el costo de vida aumenta considerablemente.
“Cuando pasa algo así, que afecta a todos los ciudadanos, me parece que hay más chances de que se busque quién puede ser el enemigo: puede ser Rusia, los inmigrantes, los homosexuales. Con esta idea es cuando más aparece el discurso populista”, reflexionó Hutin.
Más allá de las fronteras
A pesar de vivir en un mundo interconectado por las redes sociales y el Internet, en cuanto a las crisis sociales, políticas y económicas, la gente tiende a centralizar su búsqueda de información en aquello que lo afecte más inmediatamente. Si bien esto es normal, los medios de comunicación tienen el reto de no solo darle eso a sus audiencias, sino crear contenidos que tomen en consideración otros factores que influyen en las coyunturas nacionales.
“En Argentina [y en el resto de Latinoamérica] es bastante común escuchar el discurso de “las cosas que pasan aquí no pasan en ningún lado”. Cuando se dicen esas cosas, queda en evidencia que no se está viendo lo que sucede en otros lugares”, se lamentó Hutin.
En ese lamento individualista podría estar una ventaja competitiva escondida para los medios de comunicación y para los periodistas que usan plataformas sociales para informar a sus audiencias. “La política internacional nos debe de servir como un espejo para reflejar nuestros propios problemas y saber qué países viven situaciones similares. Esto nos puede ayudar a aprender cómo lograron resolverlos y adaptar esas soluciones a nuestro propio contexto”, añadió Hutin.
Los eventos que suceden más allá de nuestras fronteras no deberían de ser vistos, en el mundo globalizado en el que vivimos, como simple contenido específico para la sección internacional de los medios en los que trabajamos. Cuando hablamos de los impactos económicos de una guerra, de la contaminación de un río transnacional, de la migración y tantos otros temas cuyas causas deberían de ser conocidas por las audiencias para que conozcan el mundo en el que vivimos.
Pero también hay que aprender a ser selectivos. “Los países de Latinoamérica tenemos más en común con países como Kenia o la región sur de Asia que con España o el Reino Unido. Los medios parecen seguir la política internacional como se siguen los chismes de la farándula”. Según el experto y periodista, “hay que abrir el espectro y hablar de otros países, que nos sirva para ver nuestros propios problemas. Al final del día, esto nos permitiría darnos cuenta que todos tenemos más o menos los mismos desafíos y las mismas aspiraciones. Para mí, para eso sirve la política y el periodismo internacional”, concluyó.
Imagen de Randy Fath en Unsplash.