En alianza con nuestra organización matriz, el Centro Internacional de Periodistas (ICFJ), IJNet conecta a periodistas con expertos en salud y redacciones internacionales a través de una serie de seminarios web sobre COVID-19 como parte del Foro de Cobertura de la Crisis Mundial de la Salud.
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Mientras en países como Chile el 84% de la población total ha recibido al menos dos dosis de la vacuna contra el COVID-19 y un 25% ha recibido una tercera dosis, hay naciones como Haití que apenas han alcanzado a un 1% de la población con la primera dosis. 1%. Nada más. Los números no mienten. La desigualdad está a la vista de todos.
“Debemos poner prioridad en reducir la inequidad en el acceso a las vacunas. Porque mientras existan países que tengan una baja tasa de vacunación, en esos países vamos a tener una alta población infectada. Y en medio de una alta población infectada, como ya quedó demostrado en Manaos (Brasil), van a emerger nuevas variantes que arrasan con el resto de los países”, explicó Tomás Pérez Acle, científico y director del Centro Ciencia & Vida, en un reciente seminario web del Foro de Cobertura en Salud de la Crisis Mundial, del Centro Internacional de Periodistas (ICFJ) e IJNet.
“Por lo tanto, si no nos preocupamos por reducir la inequidad en el acceso a las vacunas, lo que va a ocurrir es que tendremos poblaciones altamente infectadas, de las cuales van a emerger nuevas variantes que potencialmente podrían poner en jaque, no solo la situación sanitaria de los países, sino la situación económica y social”, agregó.
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Pero entonces, si es tan importante reducir la inequidad, ¿por qué los expertos en ciencia de países como Chile o Uruguay (entre quienes se incluyen científicos como el propio Pérez-Acle) han recomendado a sus gobiernos destinar esfuerzos para aplicar una tercera dosis a sus habitantes?
La respuesta es compleja pero simple: los ciudadanos quedarían desprotegidos si, después de un tiempo, no se le aplican dosis de refuerzo pudiendo hacerlo. Y cada gobierno, antes que pensar en los otros, tiene que velar por su propio país.
“Se necesita tener dosis de refuerzo, cada cuatro a seis meses, al menos durante este período, producto de la alta infección que ocurre a nivel mundial y por la subsecuente aparición de nuevas variantes”, aseguró Pérez-Acle.
Por eso, el desafío es doble: por un lado, “aumentar la cobertura de la vacunación y romper con la inequidad” que sufren muchos países carenciados y, a la vez, “ir a las dosis de refuerzo cada cuatro a seis meses porque inevitablemente seguirán apareciendo nuevas variantes de este virus”.
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La OMS y su rol en este desafío internacional
En agosto de este año, el director de emergencias la Organización Mundial de la Salud (OMS) fue muy crítico con los países que habían comenzado a aplicar una tercera dosis a sus habitantes porque consideraba que hacerlo era lo mismo que "repartir chalecos salvavidas adicionales a quienes ya tienen uno”, mientras se deja “que otras personas se ahoguen sin un solo chaleco salvavidas".
Su metáfora generó polémica y debate en muchos países desarrollados, pero ninguno frenó su distribución y aplicación de dosis de refuerzo.
Pérez-Acle entiende que en “estricto rigor” la OMS tiene razón, pero criticó su pasividad a la hora de actuar.
“Ellos no solamente tienen que denunciar el problema, sino hacerse partícipes de la solución. Y ahí, a mi juicio, la OMS ha fallado. Ha fallado en coordinar los esfuerzos internacionales para que los países que tienen mayor riqueza, para que las multinacionales que producen las vacunas, entiendan que esto es un problema a nivel mundial”, aseguró.
Según el científico, este fenómeno se asemeja a lo que sucede con el cambio climático a nivel mundial. Entiende que las acciones locales no sirven de nada si no hay un acuerdo global de replicar estas buenas actitudes.
“Hay que coordinar de alguna manera un esfuerzo internacional, un fondo internacional, llamar a que las farmacéuticas bajen los precios o ir en ayuda de aquellos países que tienen bajo acceso a la vacunación”, expresó.
Y a este pedido, le sumó una gran advertencia:
“Lo que tenemos que hacer hoy es tratar de evitar lo máximo posible que aparezcan nuevas variantes. Porque si no evitamos esto, vamos a seguir en una situación de alta infección. Y en este contexto, podría darse el caso de que una de estas variantes logre evitar el control del sistema inmune de las vacunas y se generen, nuevamente, situaciones de colapso sanitario a nivel mundial”.
Imagen en Unsplash de National Cancer Institute.