Del secuestro armado al destierro, el capítulo del exilio de José Luis Calderón

parClavel Rangel Jiménez3 nov 2024 dans Seguridad digital y física
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La escena comienza así: un grupo de hombres con armas de guerra entran al set de TC Televisión, en Guayaquil, Ecuador, mientras los reporteros transmiten en vivo el noticiario del 9 de enero de 2024. Someten a técnicos y periodistas, y en cámara se ve al reportero y presentador José Luis Calderón tratando de mediar. 

Los pandilleros tienen el rostro cubierto, apuntan con la carabina de una escopeta y ponen una dinamita en el saco de José Luis. Y repiten: “Para que se sepa que no se debe jugar con las mafias”. 

Las imágenes se convirtieron en otro punto de inflexión en la serie de eventos que han azotado al periodismo en Ecuador desde el asesinato de los tres periodistas de El Comercio en 2018 entre la frontera entre Ecuador y Colombia y  la crisis política y social exacerbada en 2023, tras la disolución del parlamento por el presidente Guillermo Lasso.

Solo en 2023 Ecuador vivió: dos elecciones; la mayor tasa de homicidios de América Latina, según cifras del Observatorio de Crimen Organizado (OECO); el asesinato del periodista y candidato presidencial Fernando Villavicencio, y 265 agresiones contra la libertad de expresión y prensa, de acuerdo con el conteo de la organización no gubernamental Fundamedios. 

Tras la toma por grupos armados, TC Televisión estuvo fuera del aire durante dos días. El canal, intervenido por el Estado en 2008 durante el gobierno de Rafael Correa y desde entonces en manos del Sistema Ecuatoriano de Radio y Televisión, fue sometido a averiguaciones y la vida de los trabajadores de la prensa cambió para siempre.

“Ese día tocamos fondo como nación, y el periodismo también tocó fondo”, resume Calderón. No era el primer evento violento que vivía. En 2023, reportando en vivo en las calles de Guayaquil, fue asaltado dos veces por grupos armados. “En mis 23 años de carrera jamás me había pasado eso”.

A los pocos días sintió que no podía concentrarse. Contar una y otra vez su historia a medios de comunicación internacionales le había dejado claro que no quería regresar al canal. “Varios colegas me dijeron: sal de ahí”, recuerda. Así que al volver de vacaciones, en febrero de 2024, renunció.

Tenía 23 años trabajando en TC Televisión, fundado en 1969, uno de los más antiguos y de más influencia en Ecuador. 

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José Luis Calderón trabajó 23 años en el canal TC Televisión hasta el ataque armado en enero de 2024. Foto: Carlos Muñoz.

 

Había visto todo: la evolución del medio, su incautación junto con otros 16 medios durante el gobierno de Correa —una movida política muy parecida a las que había seguido su homólogo venezolano Hugo Chávez—, y la disputa legal con sus dueños durante cuatro períodos presidenciales; un punto de inflexión en la relación entre el Estado, los medios privados en Ecuador y la libertad de prensa.

La directiva del canal, a través de la junta interventora,  le sometió a un “acto de mediación” con condiciones que no aceptó. La empresa le negó la renuncia y tuvo que incorporarse a trabajar contra su voluntad. 

 “Yo estaba en una situación muy complicada en ese momento. Tenía estrés, ansiedad. No abría las ventanas de mi casa por miedo. En la calle la gente me emplazaba. Usaba chaleco antibala. Esto cambió mi vida y la de mucha gente. Así que finalmente firmé bajo coacción sus condiciones y aceptaron mi renuncia. Yo no podía más”. 

A los pocos días, tomó sus cosas. Cerró su casa en Guayaquil y se fue  a Miami, Estados Unidos, donde pidió asilo y ahora reside. “Vine acá por familiaridad. No tenía idea quién podía recibirme, pero necesitaba irme”, comenta. 

Tocar fondo

La historia de José Luis es emblemática del quiebre institucional en Ecuador, pero también de los desafíos que están enfrentando los periodistas en todo el mundo. Entre 2020 y 2023, la ayuda del Committee to Protect Journalists (CPJ) a periodistas exiliados se disparó 227% en todo el mundo, una tendencia que se mantiene según el último reporte de Naciones Unidas, titulado “Periodistas en el exilio”. 

El informe de Fundamedios 2023 destaca al crimen organizado como uno de los principales agresores contra la libertad de expresión, una tendencia que observaban desde 2022. 

“En 2023 este clima de violencia empeoró y evidenció la desprotección en la que se encuentra el periodismo ecuatoriano”, subraya el documento. “El crimen organizado se ha encargado de censurar a cualquier voz que denuncie sus entramados”, remata.

50% de las amenazas contra la prensa vinieron de miembros de los grupos de delincuencia organizada, según su conteo.  

Solo en 2023, durante dos procesos electorales, cuatro candidatos y un alcalde fueron asesinados, así como nueve periodistas se vieron forzados al exilio. 

Después del gobierno de Rafael Correa, considerado un “depredador de la libertad de expresión”, el gobierno de Guillermo Lasso, con solo dos años y medio, fue el período gubernamental que más ha superado el promedio histórico anual de agresiones a la prensa que lleva Fundamedios desde 2007. 

Los retos del exilio

Durante 2024, cuatro periodistas se han ido al exilio, según el reporte hasta abril de Fundamedios. José Luis es uno de ellos. Con la ayuda de organizaciones defensoras de derechos humanos, logró interponer el asilo. Los retos por delante son grandes. Tras seis meses en Miami, aún aguarda por su permiso de trabajo, lo que limita sus posibilidades de sobrevivencia económica. 

Los plazos para obtener permisos de trabajo en Florida oscilan entre los seis meses y un año. Y aunque José Luis es optimista sobre estos plazos, sabe que contar con redes de apoyo es indispensable para continuar con su trabajo.

Por la situación política y de violencia en Ecuador, también sabe que su regreso no será pronto. 

“En este momento, la tarea del periodista está en riesgo. Es un permanente menoscabo del individuo. Obviamente quien ejerce la profesión tiene que tener mucho cuidado con lo que dice y con lo que hace. Porque sí, su vida corre peligro no solamente por la actuación del narco, también del Estado que reprende a los periodistas críticos con lo que está sucediendo y la inacción del gobierno”. 

Como tantos periodistas en el exilio, José Luis no planificó venir a Estados Unidos: “Mi ingreso fue de caída libre”, dice.  Las preocupaciones no se han ido. “En estos momentos estoy en una situación inédita en mi vida. Yo estoy realmente solo en esta nación y mis recursos ya están muy limitados”, sentencia.