La gente tiende a tener estimaciones sesgadas de la realidad. Por ejemplo, si un veraneante está leyendo un artículo sobre ataques de tiburones en Australia mientras se encuentra en las costas de Cartagena o Punta del Este, la noticia le llamará la atención y muy probablemente sienta temor de ingresar al agua. La historia fue utilizada para graficar los sesgos cognitivos y su relación con los medios por Carlos Scartascini, economista argentino que lidera el Grupo de Economía del Comportamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El especialista, que trabaja en varios experimentos de campo en América Latina sobre el uso de herramientas de economía del comportamiento, participó de un reciente seminario web del Foro de Cobertura de la Crisis Mundial de Salud, de ICFJ y IJNet, titulado “Desinformación y ciencias del comportamiento: lo que los periodistas deben saber”.
También brindó sus conocimientos Marta Garnelo, asesora principal de The Nudge Unit para las Américas, una entidad global centrada en las ciencias del comportamiento, que lidera proyectos en el continente junto con gobiernos y organizaciones para diseñar y evaluar intervenciones en esta área de conocimiento.
El rol de las emociones
“El mundo es muy complejo y debemos tomar muchísimas decisiones” durante un día, explicó Scartascini. Según los estudios que lideró Daniel Kahneman, un psicólogo social que ganó en 2002 el premio Nobel de Economía, considerado uno de los padres de la economía conductual, el cerebro tiene dos caminos o sistemas para la toma de decisiones: uno automático, de reacción rápida, regido por las emociones; y otro más reflexivo, el que nos permite evaluar opciones y tomar la más acertada.
“Las emociones afectan muchas de nuestras decisiones. Más aún cuando estamos cansados, con muchas cosas en la cabeza”, subrayó el especialista. Como un caso paradigmático, planteó: “¿Por qué cuando tenemos que tomar una decisión y queremos ser saludables, igual comemos chocolate? ¿O por qué elegimos una hamburguesa en vez de una ensalada? Por el peso que tienen las emociones en nuestras decisiones”.
En esa línea, señaló que el poder de las emociones “las compañías de marketing lo conocen”, y por eso las publicidades suelen “mostrar a la gente feliz y disfrutando, en vez de hablar de las calorías” del alimento; se procura “capturar la imaginación y evitar lo reflexivo”. Y precisamente las ciencias del comportamiento, lo que buscan es “entender esos procesos y ayudar a la gente para tomar mejores decisiones”.
Siguiendo el esquema de un sistema u otro de razonamiento, cuando sale una noticia sobre una reacción negativa de una cierta vacuna en un grupo de la población, “con el sistema uno (automático) dudamos” sobre la efectividad de la inmunización, pero “con el dos (reflexivo) podemos ver que es un caso aislado" y es un fenómeno menos probable que morir por contagiarse de COVID-19.
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Los sesgos de confirmación
Dentro de los mecanismos del pensamiento humano, hay determinados sesgos que pueden afectar tanto al periodista como a las audiencias. Sobre ello habló Garnelo y, siguiendo el ejemplo de las noticias sobre una reacción adversa de las vacunas, señaló: “es más probable quizás que me caiga un rayo, pero al verlo así en un titular me genera un sesgo”. Esto no es otra cosa que “patrones o tendencias de cómo percibimos la realidad”, en otras palabras “cómo damos sentido a las noticias que recibimos”.
Entre otros casos, los sesgos disparan “prejuicios, un pensamiento no racional” y una mirada de las cosas sin tener en cuenta “toda la información disponible”.
Como una particularidad de los sesgos que debe atenderse desde la prensa, la experta mencionó que “aquello que es fácil de recordar puede tener una influencia desmesurada en nuestras decisiones, ser un problema en la medida que al ser fácil no siempre nos dará la inflación útil o certera”. Siguiendo con ejemplos cotidianos, expresó: “un accidente en una carretera es más probable que un accidente aéreo, pero como estos son más raros también tienen más cobertura en los medios; entonces la gente tiene más miedo a volar que a subirse a su coche cada mañana”.
Retomando la importancia de las emociones, Garnelo indicó que “tenemos una relación emocional con el riesgo” y “tendemos a sobreestimar riesgos muy pequeños”.
La especialista consideró “algo muy común” los sesgos cognitivos en la desinformación: “siempre por nuestra forma de operar vamos a ir a buscar lo que nos dé la razón, lo que refuerce nuestras creencias, esos son sesgos de confirmación; cuando se nos presenta algo, si está de acuerdo con mi visión del mundo lo acepto más rápido”.
Un asunto que sirve para observar esto son las posturas sobre el cambio climático frente a una noticia que informa que ocurrió el peor incendio en 100 años: “dos personas lo interpretan de manera distinta; para uno es una prueba más de que existe el cambio climático, y para otro que lo niega no es tan grave, y te dirá que hace 100 años pasó lo mismo”.
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¿Cómo proceder desde el periodismo?
Scartascini dijo que “cómo se provee la información puede acentuar algún sesgo en la gente”, y esto ocurre con fenómenos como la inmigración o el crimen, que la población suele “sobreestimar” en virtud del número de artículos que circulan. “Presentar la información puntual pero también informar sobre el contexto es importante para evitar este tipo de riesgos”, expresó.
Garnelo, al referirse a la circulación de noticias falsas, presentó “tres factores” que suelen definir qué tan proclive son las personas a difundir información de este tipo: “la utilización del pensamiento analítico (el sistema dos) hace que las personas sean menos propensas a creer y compartir noticias falsas; el pensamiento más polarizado y seguro de nuestras creencias nos hace más propensos a aceptar información falsa; y algunos rasgos de la personalidad, como el fundamentalismo o el dogmatismo [favorecen la divulgación de noticias no confirmadas]”.
Cómo corolario de la charla sobre las ciencias del comportamiento, ambos especialistas aclararon que se trata de un campo de investigación en crecimiento y aún con aspectos por descubrir. “Hay esperanza, porque surgen alternativas e intervenciones que están estudiando (cómo hacer) para contrarrestar estos sesgos”, concluyó Garnelo.
Por su parte, Scartascini dejó algunos consejos para los periodistas: “contar las noticias de forma entretenida; ser un campeón de la verdad y explicar cómo nos afecta algo en el largo plazo, porque hay veces que por el hoy destruimos el camino hacia adelante”.
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Imagen de Christian Lue en Unsplash.