En momentos en que los casos de COVID-19 se disparan en Brasil y la inestabilidad política se intensifica, los pueblos indígenas se ven abiertamente amenazados por el gobierno de Jair Bolsonaro. Siguiendo las huellas de dictadura militar en ese país (1964-1985), su administración detuvo las demarcaciones de tierras, frenó los derechos de los pueblos indígenas y fuerza su asimilación.
Brasil tiene casi 900.000 habitantes indígenas de 255 pueblos distintos, viviendo en 723 tierras indígenas. Estas tierras representan el 14% del territorio nacional, o alrededor de 1,2 millones de kilómetros cuadrados, un área similar a la de Sudáfrica. Creadas bajo la Constitución Federal de Brasil, esas tierras son codiciadas por los sectores de agronegocios, minería y energía, que han incrementado su influencia durante el gobierno de Bolsonaro.
Los periodistas no pueden dejar de lado este contexto al cubrir la pandemia, que solo agrega combustible a un escenario que ya era de vida o muerte.
Reservas territoriales y ambientales
Las demarcaciones de tierras indígenas han disminuido desde el segundo mandato de Fernando Henrique Cardoso (1999-2002) y han sido discontinuadas por Bolsonaro, según la ONG brasileña Instituto Socioambiental (ISA). Desde enero de 2019, la Fundação Nacional do Índio (Funai), una agencia gubernamental creada para proteger los intereses indígenas, ha devuelto al Ministerio de Justicia al menos 17 procesos para la homologación de territorios en el Amazonas, el sudeste, el noreste y el sur del país.
Una medida reciente abrió el camino para la agricultura y otras actividades, el acaparamiento de tierras y la venta de 237 áreas que deberían ser reconocidas como tierras indígenas y estar exentas de uso económico. Entre los procesos, hay ocho con tierras que albergan poblaciones aisladas, sin contacto con la sociedad urbana. En Brasil hay 114 de estos pueblos, uno en el Cerrado y los otros en la Amazonía.
El presidente de Funai, Marcelo Augusto Xavier da Silva, que supervisa estos casos, es un oficial de policía vinculado al sector de agronegocios. Debajo de él se encuentra el jefe de la oficina de Funai para Indígenas Aislados y Contacto Reciente, Ricardo Lopes Dias, un ex misionero que trabajó para la Misión Nuevas Tribus de Brasil, una organización creada en la década de 1950 por misioneros estadounidenses para evangelizar a los pueblos indígenas del país.
Ambos nombramientos alarmaron a las organizaciones de defensa de los pueblos indígenas.
La deforestación en tierras indígenas se ha disparado, aumentando en un 80% desde agosto de 2018 a julio de 2019, en comparación con el período anterior, según ISA. La invasión de las zonas por madereros, mineros y grupos religiosos se ha duplicado, y la violencia territorial alcanzó su máximo en 15 años, como lo muestro en mi informe para el proyecto Tierra de Resistentes. Los pueblos indígenas, en particular, cada vez sufren más amenazas, asesinatos y hostigamiento.
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Crisis simultáneas
La coordinadora de la Asociación de Pueblos Indígenas en Brasil (APIB), Sonia Guajajara, declaró que los pueblos indígenas están entre la espada y la pared, refiriéndose a la intensificación de las agresiones y la llegada de COVID-19. El coronavirus solo agrava las otras violaciones de los derechos indígenas que continúan ocurriendo, dijo.
Incluso con pruebas insuficientes y cifras oficiales que están lejos de la realidad, Brasil registró casi 5.000 nuevos casos de COVID-19 en un solo día, el 28 de abril, y alrededor de 500 muertes. La propagación del virus en los 27 estados y el Distrito Federal se puede ver en la plataforma GeoCovid-19, que recopila información de agencias estatales de salud.
Las agencias federales, estatales y municipales no tienen un registro sistemático de los casos de COVID-19 entre los indígenas que viven en las ciudades. El Ministerio de Salud solo establece que deben ser atendidos por el Sistema Único de Salud. Según el Instituto de Geografía y Estadística de Brasil, el 36% de los indígenas brasileños —más de 320.000 personas— vive en áreas urbanas.
La precariedad de los sistemas de salud en la región amazónica empeora la situación. En el estado de Amazonas, los hospitales y las clínicas colapsaron, y los cuerpos yacen a la intemperie en Manaos, donde viven unos 30.000 indígenas. Se espera una situación similar para Belém, la capital del estado de Pará, y Macapá, la capital de Amapá. Al mismo tiempo, el nuevo coronavirus se ha registrado en numerosas ciudades vecinas a áreas indígenas en Mato Grosso, donde viven 42.000 brasileños nativos.
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Indígenas se movilizan contra la pandemia
En menos de un mes, dos docenas de grupos indígenas fueron afectados por el coronavirus en pueblos y ciudades, principalmente en la Amazonía, pero también en las regiones noreste y sureste de Brasil. Una lista de casos de COVID-19 fue compilada por una red de colaboradores de APIB y la Coordinación de las Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña. Según estas organizaciones, a principios de mayo más de 141 personas indígenas estaban infectadas en 29 comunidades diferentes, y al menos 30 habían muerto.
Como las poblaciones indígenas y tradicionales a menudo quedan excluidas de las políticas públicas brasileñas, las organizaciones de base han bloqueado el acceso a las aldeas indígenas por sí solas, aislándolas de los foráneos, incluidos investigadores y periodistas. También han creado páginas web y canales en las redes sociales para crear conciencia sobre la pandemia y cómo hacer frente al COVID-19.
Quarentena Indígena, un sitio web lanzado por APIB, presenta información actualizada sobre la situación del COVID-19, y fotos y videos de líderes indígenas e investigadores. APIB también publica alertas diarias sobre la pandemia y aloja grupos de WhatsApp (Conteúdos APIB y Conteúdos APIB 2) para difundir información, a veces en lenguas nativas.
“Nosotros, desde APIB y todo el movimiento indígena, enfrentamos este momento con extrema preocupación. Podríamos sufrir otro genocidio de nuestra gente", afirma la organización en una de sus alertas. "Las invasiones y crímenes cometidos por madereros, buscadores y acaparadores de tierras continúan en nuestros territorios, en momentos en que la amenaza de contaminación por el virus avanza todos los días".
Aldem Bourscheit es un periodista independiente que vive en Brasilia. Se especializa en la cobertura de conservación de la naturaleza, ciencia, comunidades tradicionales e indígenas. Bourscheit colabora con medios de comunicación y organizaciones no gubernamentales en Brasil y en el extranjero. Es miembro de la Red Brasileña de Periodismo Ambiental y de la Comisión de Educación y Comunicación de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, en portugués).
Imágenes: capturas de pantalla de un video de @coletivo_kuikuro_de_cinema sobre la pandemia, compartido por la Asociación de Pueblos Indígenas de Brasil.