Los periodistas afganos necesitan apoyo global

Aug 13, 2021 en Seguridad digital y física
Journalist flees danger

Afganistán sabe de tiempos turbulentos y de trastornos de la vida cotidiana. Hoy, una vez más, los atraviesa.

Mientras las fuerzas lideradas por Estados Unidos abandonan el país, los militantes talibanes capturan una ciudad y una provincia tras otra, aterrorizando a la población, utilizando sus residencias como bases militares, y extorsionando y asesinando a civiles.

Para los periodistas, el mero hecho de ir a desempeñar su labor supone un riesgo real, ya que se encuentran entre los peores enemigos de los talibanes debido a la naturaleza de su trabajo.

Afganistán es desde hace tiempo un lugar peligroso para ejercer el periodismo. De acuerdo con Reporteros sin Fronteras, "al menos 100 periodistas, incluidos 15 internacionales, han sido asesinados en relación con su trabajo en los últimos 20 años, mientras que más de 60 medios de comunicación han sido destruidos o atacados y se han realizado cientos de amenazas contra periodistas y medios". Desde 2018, más de 30 profesionales de los medios y periodistas han sido asesinados en el país, según detalló Naciones Unidas en un informe publicado en marzo de este año. Desde septiembre de 2020 hasta enero de 2021, al menos seis periodistas y trabajadores de los medios murieron en atentados.

El Instituto de Medios de Comunicación de Nai, una ONG que apoya la prensa libre en Afganistán, ofrece un mapeo de los datos disponibles sobre la violencia contra los periodistas.

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La situación se ha deteriorado a medida que los talibanes avanzan por el país. "Cientos de civiles han muerto y resultado heridos en ataques insurgentes, incluidos asesinatos selectivos de periodistas y funcionarios", de acuerdo con Human Rights Watch. Más de 90 medios de comunicación de Afganistán han cerrado, según informó esta semana Voice of America, la mayoría en provincias a las que ya han llegado los talibanes.

En busca de una salida, los afganos que han trabajado con Estados Unidos tienen la oportunidad de pedir asilo u obtener un visado estadounidense a través del Departamento de Estado. Un grupo de aclamados periodistas y realizadores franceses pidió recientemente al gobierno de Macron que concediera asilo a sus compañeros afganos, lo mismo que una coalición de periodistas británicos.

Sin embargo, el pedido de asilo puede ser un proceso largo y complicado; incluso si se agiliza, es probable que siga siendo de difícil acceso para los periodistas afganos. Mientras tanto, crece la incertidumbre acerca de qué pasará con ellos si los talibanes toman el control por completo. La mayoría no sabe si seguirá teniendo un techo el día de mañana o de dónde vendrá la próxima comida para su familia.

Un periodista afgano que habló bajo condición de anonimato dijo a IJNet que casi todos los periodistas de las principales ciudades corren el riesgo de ser atacados o incluso asesinados por los combatientes talibanes. "Hay pocas cosas que los talibanes desprecien más que la prensa libre y la libertad de expresión", dijo.

Según la fuente, los periodistas que no están escondidos están "golpeando la puerta de todas las embajadas extranjeras" con la esperanza de obtener un visado para huir de Afganistán y pedir asilo en otro país.

Los que han trabajado como colaboradores de medios de comunicación occidentales piden desesperadamente a sus empleadores extranjeros que les escriban cartas de recomendación para poder pedir un visado a las embajadas, explicó el periodista, y añadió que los que no consiguen llegar a Occidente se van a Irán.

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La crisis es más grave para las mujeres periodistas. Son doblemente despreciadas por los talibanes, famosos por su trato violento a los civiles, y por prohibir a las mujeres participar activamente en la sociedad. Las mujeres periodistas desafían esta situación al aventurarse fuera de las cuatro paredes de su residencia, buscando la independencia e intentando marcar una diferencia en sus propias vidas y en las de sus conciudadanos.

Durante décadas, los afganos han sido objeto de la peor brutalidad. Han sido testigos de la muerte de seres queridos, han perdido dinero que les costó ganar a causa de la extorsión generalizada, y han visto la destrucción de bienes ganados tras años de trabajo. Desde las invasiones extranjeras hasta los conflictos tribales, lo han visto, vivido y sentido todo.

Junto con los activistas y las organizaciones que trabajan por los derechos humanos, quizá el resto de nosotros podamos dar pasos, cada uno a nuestra manera, para abrir los ojos del mundo a la lucha del pueblo afgano. También ha llegado el momento, si no es tarde ya, de que el resto del mundo conozca mejor las experiencias de los periodistas afganos, y de que hagamos lo que podamos para mantenerlos a salvo.

Ahora es el momento de contar la historia de quienes cuentan esa historia.


Imagen cortesía de Tabnak.ir.