Se terminaron los días en los que se le negaba la visa a Cuba a los periodistas estadounidenses. Esto los obligaba a llegar a la isla desde distintos países caribeños y a encontrar sus nombres en listas negras luego de publicar sus artículos.
La normalización de las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Cuba no solo ha significado la apertura de las respectivas embajadas en Washington y La Habana, sino la renovada reparación de lazos entre estos antiguos enemigos de la Guerra Fría.
Sin embargo, los desafíos periodísticos persisten. Cuatro reporteros experimentados discutieron estos cambios en el panel "Cubriendo a Cuba: peligros, desafíos, riesgos y recompensas para los periodistas”, organizado por la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos (NAHJ, por su sigla en inglés) y que se llevó a cabo durante el evento Hispanicize que se realizó la semana pasada en Miami.
“Para cualquiera que trabaja cubriendo a Cuba, el mundo cambió el 17 de diciembre de 2014”, dice Mimi Whitefield, corresponsal en Cuba para el Miami Herald.
“Prácticamente desde entonces he estado cubriendo a Cuba a tiempo completo, y medios de todo el mundo piden credenciales para sus periodistas”, agregó. “Estuve persiguiendo a gente por las embajadas intentando explicarles que nadie está más interesado por Cuba que nuestra audiencia de Miami. Necesitan información precisa”, explicó. Miami tiene la concentración más grande de inmigrantes cubanos en Estados Unidos, quienes reciben la tarjeta verde tras permanecer un año en suelo estadounidense gracias a la Ley de Ajuste Cubano.
Whitefield ha viajado a la isla durante más de dos décadas, utilizando rutas como Jamaica y siendo vigilada muchas veces, incluso si aterrizaba en provincias distantes de La Habana, como Santiago. "En 1994, el gobierno cubano se enteró de que estaba allí. Me expulsaron oficialmente, pero no pude salir del país porque no hubo vuelos durante cinco días. Seguí trabajando hasta que pude irme”.
Informar sobre la disidencia
La experiencia de Alan Gómez, un periodista cubano-estadounidense de USA Today, ha sido igual de incómoda. Desde 2003 hasta hace poco había visitado pocas veces la isla porque “si no les gustaba lo que escribías, no te dejaban entrar por un buen tiempo”.
En contraste, desde diciembre de 2014 ha ido a Cuba siete veces y ha visto de qué modo los cubanos aprendieron a lidiar con los periodistas internacionales, y cómo las redacciones han ampliado sus presupuestos de viajes y sus colaboradores para ampliar su cobertura de la isla.
“La situación de los derechos humanos no ha cambiado mucho, pero al menos podemos escribir sobre la disidencia sin que nos prohíban la entrada”, dijo Gómez. De hecho, le sorprendió que durante la reunión entre los presidentes Barack Obama y Raúl Castro, pudo escribir libremente una pieza sobre el arresto de docenas de manifestantes, miembros de las Damas de Blanco, que generalmente terminan tras las rejas después de sus manifestaciones semanales. “Al día siguiente estaba en el Centro de Prensa Internacional esperando a que me tocaran el hombro, como tantas veces en el pasado, pero no ocurrió nada. Creo que ya no tienen tanto miedo a que los extranjeros escriban lo que quieran”.
Hatzel Vela, periodista de WPLG-TV de Miami, pudo “recorrer toda la isla y mostrar la realidad de sus 15 provincias” por lo menos 10 veces desde que comenzó la normalización. Antes, a los periodistas del canal solo les habían dado visas para cubrir las visitas de Benedicto XVI y Juan Pablo II. En esas ocasiones, el gobierno cubano arregló itinerarios y entrevistas con fuentes específicas que mostraran lo feliz que estaba el pueblo cubano bajo el mandato de los Castro.
Tanto sin saberse
Si bien la experiencia de los periodistas ha mejorado significativamente, cubrir estos cambios históricos trae nuevas cuestiones a la mesa.
“Hay tanta incertidumbre y tantas cosas que no se saben, que los periodistas no tienen idea de cómo se van a desarrollar las cosas en un año, o en los próximos cinco o 10”, dijo Vela.
El ritmo de la isla, ubicada a apenas 144 kilómetros de Florida, es muy diferente a lo que los estadounidenses están acostumbrados.
“Hacer que los estadounidenses y los cubanos se entiendan requerirá mucha paciencia, porque seis décadas sin relaciones no se recuperan en dos años”, dijo Juan Carlos López, conductor y jefe de la corresponsalía de CNN en Español.
Temas como las nuevas regulaciones que permiten a las empresas estadounidenses operar en la isla, las posibilidades de venta de productos estadounidenses directamente a los empresarios privados cubanos, y acuerdos bilaterales en sectores como telecomunicaciones o turismo están en plena transición y requieren un periodo de prueba para Cuba.
“Los cubanos saben bien que mientras más tratos cierren antes de enero del próximo año, cuando asuma un nuevo presidente en Estados Unidos, más difícil será para ese presidente cambiar las cosas”, dijo López. “Para contar la historia con precisión, necesitamos entender a los políticos de línea dura de ambos países, y de qué modo los cubanos están viviendo esta transición”.
Imagen con licencia Creative Commons en Flickr, vía jordi.martorell. Imagen secundaria de Jenny Manrique. De izquierda a derecha: Juan Carlos López, Alan Gómez, Hatzel Vela, Mimi Whitefield.