Lecciones para el periodismo tras las elecciones en Estados Unidos

por Elyssa Pachico
Oct 30, 2018 en Temas especializados

La victoria de Donald Trump en las elecciones de 2016 en Estados Unidos sorprendió a observadores y analistas de todo el mundo. Como varios medios señalaron, se trató de una campaña peleada y amarga, y el resultado fue inesperado debido a las pocas encuestas que lo predijeron.

Los periodistas que cubren la política estadounidense se enfrentan desde ahora a la tarea de explicar lo que se ha descrito como la mayor perturbación política de la historia moderna de los Estados Unidos. Para ello, puede que los medios de comunicación tengan que hacer una seria introspección.

A continuación compartimos cuatro lecciones para periodistas sobre el asombroso ascenso de Trump.

En un contexto mediático fracturado, puede que el fact-checking ya no sea la forma más eficaz de controlar a los funcionarios públicos

Múltiples medios estadounidenses —y organizaciones no partidarias como FactCheck.org y Politifact— hicieron lo que tenían que hacer cuando se trató de verificar los dichos de los principales actores políticos de las elecciones. Por ejemplo, Politifact clasificó el 70% de las declaraciones del presidente electo Trump como falsas o completamente falsas, en comparación con las declaraciones de su oponente Hillary Clinton, de las que el 26% fueron categorizadas como tales.

Sin embargo, la popularidad de Trump poco tuvo que ver con el apego a los hechos, que es la manera en que los medios de comunicación evalúan tradicionalmente la aptitud de un candidato para ejercer cargos públicos. Como la periodista política Salena Zito escribió en septiembre en The Atlantic, los medios tendían a tomar los comentarios de Trump literalmente, pero no seriamente, mientras que sus seguidores los tomaban en serio, pero no literalmente.

Los periodistas tienen la responsabilidad de controlar a los funcionarios públicos, por lo que el surgimiento de organizaciones de verificación en África, Latinoamérica y Europa es un hecho positivo. Sin embargo, la victoria de Trump es una indicación de que la verificación del discurso público puede no ser la manera más efectiva o poderosa de analizar a un candidato.

En virtud de la fractura que está atravesando al ecosistema de los medios en muchos países, el público puede elegir selectivamente qué conjunto de "hechos" prefiere o no consumir. Descubrir cómo superar esta "segregación de la realidad" es un desafío enorme y es improbable que sea resuelto pronto (aunque el director del Laboratorio de Periodismo Nieman de la Universidad de Harvard tiene una sugerencia: presionar a Facebook para que deje de divulgar historias falsas).

Un periodismo serio debe ir más allá de las declaraciones provocativas

Como observaron medios como Vox, Quartz, The Washington Post y otros, los antecedentes de Trump como estrella de la reality TV le dieron una comprensión profunda de qué se necesita para no pasar desapercibido en televisión. Su propensión a decir cosas chocantes le valió millones de dólares de atención mediática gratuita, gracias a sitios web ansiosos por ganar clics y canales de cable sedientos de espectadores.

Si bien esta abundancia de presencia televisiva ayudó a Trump a ganar las primarias republicanas a principios de 2016, hubo muy poca cobertura ininterrumpida de sus mítines públicos (o “rallies”). Como el ex periodista televisivo Campbell Brown escribió en Politico, los ejecutivos de la TV deberían sentirse avergonzados por cómo priorizaron el rating por sobre la sustancia durante la campaña electoral.

En el futuro, si los periodistas deciden "no cubrir menos a Trump, por lo menos pueden cubrirlo mejor", escribió. "Usa tu conocimiento y experiencia para dar contexto; llama a una tergiversación tal como es: una tergiversación; y abraza la diferencia entre la verdad objetiva y la verdad relativa". 

La ausencia de periodismo local tuvo un papel clave en las razones por las que medios, encuestadores y analistas fueron tomados por sorpresa en el día de las elecciones

No se trata solamente de criticar a los periodistas de las grandes ciudades por no haber salido de su “burbuja” y hablado con votantes de las comunidades más deprimidas. Los medios locales de noticias –que a menudo son el lugar en el que abrevan los medios más grandes– han pasado por momentos difíciles y puede que también tengan algo que reprocharse.

A pesar de las grandes críticas a los medios, muchas publicaciones hicieron buen periodismo y dieron el ejemplo de cómo debe cubrirse una campaña política

La cobertura sostenida de David Fahrenthold para The Washington Post sobre las supuestas donaciones de Donald Trump a la caridad lo llevaron a conseguir de una fuente una copia del lascivo video que dio la vuelta al mundo en octubre. El Post también publicó artículos sobre los desafíos éticos que una firma de consultoría global vinculada a los Clinton podrían suponer en una presidencia de Hillary Clinton. En otros artículos, tanto The Post como The New York Times demostraron cómo un artículo puede ser tan revelador como una primicia investigativa.

En última instancia, la incapacidad de múltiples encuestas para predecir la victoria de Trump sugiere que los periodistas políticos harían bien en alejarse de las historias centradas en los números y, en cambio, volver a priorizar el periodismo de a pie que sirve al interés público. Los periodistas también tendrán que darse cuenta de que no se trata solo de producir cierto tipo de historias: todavía se enfrentan al reto de conseguir que un grupo más amplio de personas lea su trabajo, sobre todo porque los lectores están consumiendo cada vez más contenidos que reflejan sus propias creencias políticas.

En momentos en que Trump forma su gabinete y se prepara para asumir la presidencia el 20 de enero, no quedan dudas de que los periodistas tienen todavía trabajo de sobra.

Imagen con licencia Creative Commons en Flickr, vía Darron Birgenheier.